Sin sorpresas

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Off

El presente.

Hablé con el papá de Gun una vez. Durante todo el tiempo en el que Gun y yo estuvimos saliendo a escondidas, tomando fotografías, abrazándonos intensamente en mi cama, corriendo tan libremente como podíamos con el viejo bastardo controlándolo tan tenazmente, solo había tenido la oportunidad de enfrentarlo y de incluso hablarle una vez. Eso me parece extraño ahora, pero en ese momento estaba aliviado. Gun me había dicho que era un tipo difícil, sobreprotector, y yo había estado dispuesto a creer en su palabra y evitarlo a toda costa.

—Sin embargo, nunca sospechaste que le estaba haciendo daño. La noche que se fue de la ciudad fue la primera vez que te habló de eso. Lo recuerdo, hombre. También recuerdo que estaba impactado cuando me lo contaste. Él siempre lo ocultó muy bien.

Tay me da la tercera cerveza. Me había quedado sentado en casa, tratando de pensar las cosas detenidamente después de que Gun se fue, pero comencé a volverme un poco loco. Pasé por la ferretería de Tay, buscando a mi viejo amigo para hablar y terminamos yendo a un antro que parece haber escapado de la "regeneración" de la comunidad. Tay y yo solíamos venir aquí y emborracharnos después de que mi madre murió. Ni siquiera puedo recordar cuántas veces vomité en el baño de hombres. A esta velocidad, probablemente voy a terminar retomando esa tradición, aunque solo sea por los viejos tiempos.

—Sí. No tenía ni idea. Aun así, una parte de mí siente que debería haberme dado cuenta.

—Mierda, hombre. Todavía no puedo creer que ibas a ser padre. No puedo creer que ibas a ser padre y no me lo habías contado.

—Lo siento. Parece que todos estábamos llenos de secretos en aquel entonces. —Bebo un trago de cerveza, agradecido de que esté helada, así no noto lo barata y asquerosa que es—. No es como si lo fuéramos a gritar a los cuatro vientos en aquel tiempo, ¿sabes?

—Hmm —masculla Tay—. ¿Estás enojado con él? ¿Lo culpas por lo que sucedió?

Me detengo con la botella de cerveza en los labios, mirando el parpadeo de la luz amarilla y roja de la máquina de discos que se refleja en el espejo detrás de nosotros. Mi mente parece haberse paralizado de golpe.

—No lo sé —le respondo, porque es la honesta verdad. Ya no sé qué demonios debería estar pensando. Sé que lo amo. Eso nunca cambiará. Pero, ¿lo hago responsable de la muerte de nuestro hijo? Sería más fácil estar furioso y poner la culpa donde se acomoda mejor. Su padre ya está muerto, por lo que odiarlo más no va a hacerme sentir mejor. Odiar a Gun podría hacerme sentir justificado y libre al fin de regresar a Pattaya sin sentir que fracasé en lograr algo con él, pero sería forzado. Él no mintió para engañarme. Mintió para salvarme. Sacudo la cabeza, levantando la botella de cerveza que tengo en la mano y echando la mitad de su contenido en mi garganta.

—Simplemente, ya no sé qué pensar. Pensé que todo este asunto era una nota al margen en mi relación con Gun, pero ahora siento como si fuera lo único en mi mente. No puedo pensar en nada más. —Sacudo la cabeza—. Dios, hubiéramos sido unos padres terribles.

—No, hombre. Hubieran sido geniales. Todos los padres creen que van a ser un enorme fracaso en la crianza de un hijo, créeme. Lo sé. New llora cada cinco minutos porque piensa que accidentalmente va a dejar que nuestro recién nacido se ahogue en la bañera o algo. Pero cuando llega el momento, asumes la responsabilidad. Resuelves la mierda. Gun y tú lo habrían resuelto también. Hubieran tenido más oportunidades que cualquier otra persona que conozco, de todos modos.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque ustedes se amaban demasiado. Cada chico y chica en la escuela solía observarlos a los dos juntos y volverse loco, porque ambos estaban tan unidos. No existía un Off o un Gun. Solo Off y Gun.

Calicó |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora