Capitulo 7

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Marinette quería con todas sus fuerzas cualquier compañía hacia el pueblo, quería descubrir las cosas por si sola porque era capaz de hacerlo y nunca le gustó tener compañía. Pero la señora Agreste no tenía los mismos planes.

Abrió su maleta, sabía que Adrien había tomado cosas de ahí, ella sabía la forma en la que dejaba las cosas. Incluso cuando estaban desordenadas, tenían un orden de igual forma.

Su desagrado por Adrien solo creció cuando la tocó sin su consentimiento, ella definitivamente iba a vengarse de eso y supo que debía darle su merecido de otra forma. Sabía que Adrien era un patán, pero Felix llamaba demasiado la atención de Marinette. Era difícil de descifrar, siempre callado y perdido en sus propios pensamientos.

Marinette quería robar las reacciones de Felix era eso lo que le hacía tomar por incentivo a acercarse a él.

Decidida a recuperar lo que le pertenecía, Marinette bajó hacia la cocina para hablar con Emilie, ella estaba leyendo una revista con un vaso de jugo de naranja a su lado, al ver a Marinette, sonrío.

-Hola, te ves muy bien.

Marinette había adaptado su vestimenta al clima, al menos estaba más abrigada a como había venido.

-Sí, resulta que la silicona de mis corpiños no se ha congelado aún-Dijo simplemente.

Emilie parpadeó repetidamente, sin dejar de sonreír.

-Son buenas noticias-Emilie hizo una mueca-Supongo.

A Marinette realmente no le importaba el relleno de su busto, pero le gustaba tener un humor artificial. Era divertido ver las reacciones de las personas al escucharla. Aveces reglamente se tragaban su papel.

-¿Podría imaginarse si me hubiera hecho una cirugía plástica?-Preguntó incrédula-No hubiese muerto de un ataque al corazón, si no de un  corazón congelado.

-Es bueno saber que no lo hiciste entonces-Emilie estaba sorprendida de si misma por alimentar el extraño humor sin sentido de la adolescente-¿Estás lista para salir?

Marinette asintió, balanceándose con sus pies de adelante hacia atrás.

-Adrien se ofreció a llevarte, le diré que estás lista.

-Me gustaría hacerlo yo misma, y agradecerle por ofrecerse-Se apresuró a decir Marinette, cuando Emilie comenzó a pararse-Si eso no es un problema, señora Agreste.

-Oh, claro que no-La mujer hizo una seña con su mano, llevo el vaso a su labios-Es la última puerta del tercer piso, linda.

-Gracias señora Agreste.

La sonrisa de Marinette desapareció cuando subió al tercer piso, con pasos decididos se dirigió a la habitación de Adrien. No podía creer que tuviera un piso entero para él solo, tocó repetidamente la puerta.

-¡Ya puse mi ropa sucia en el cesto mamá!-Gritó Adrien, desde dentro de su habitación.

La chica rodó sus ojos, retomó sus golpes sin cesar contra la madera.

-¡No es mi turno de lavar el maldito retret...-La voz de Adrien disminuyó al abrir la puerta, viendo a la pequeña adolescente azabache frente a su puerta.

Una sonrisa se alzó en los labios de Adrien, sacó su cuerpo hacia afuera, tapando la visión de su habitación con la puerta.

-¿Lavas el retrete? Wow, realmente eres un chico responsable-Marinette sonrió-¿Podrías ordenar mi cuarto más tarde?

Adrien la evaluó con los ojos levemente entrecerrados.

-Tal vez si recibo algo a cambio.

Marinette sonrió sin diversión.

-Tal vez no-Chasqueó su lengua-¿Qué tal si devuelves lo que tomaste de mi maleta?

A Marinette realmente no le importaba que alguien se sintiera con el suficiente derecho para tomar sus cosas y husmear en sus objetos personales.

Adrien juntó sus cejas poniendo una mirada de inocencia, casi de confusión.

-Entiendo que tal vez no veas bragas muy seguido, puedo darte un consejo para eso; salir más-Marinette se cruzó de brazos-¿Pero sacarlas de mi maleta? Eso es caer bajo.

Adrien muy en el fondo quiso defender su vida sexual, incluso explicarle que a pesar de no ser virgen a él realmente no le interesaban las interacciones sexuales aleatorias por el simple hecho  de satisfacer algo que realmente no le interesaba hacerlo.

Él realmente repudia la idea de tener un acercamiento físico hacía cualquier persona que no considere digno de tocarlo. Mucho menos tocar a alguien más, su estómago se revolvía de solo pensarlo. Era muy selectivo, por un extraño motivo que ni su hermano podía explicar.

¿Y las personas que Adrien considere dignas de su toque?

Estaban perdidas, porque él no se rendiría hasta obtenerlo. Si podía cumplir su retorcido deseo y al mismo tiempo añadir un pecado más a su lista, mejor.

-Estaría encantado de salir contigo, pero realmente no sé a que te refieres Mari-Adrien inclinó su rostro hacia un lado, genuino-¿Estás lista para que te lleve a comprar las cosas para el comienzo de clases?

Observó las pequeñas pecas que cubrían su piel de porcelana y que él recién descubría, se preguntó a si mismo que más podría descubrir de ella si miraba aún más de cerca.

Marinette lo miró detenidamente por unos segundos, sabía que él trataba de jugar con ella. No entendía la razón del por qué, pero Marinette decidió hacer lo mismo que él. Solo que de una forma distinta.

Sonrió resplandeciente y asintió.,

-Claro Dadrien. Iré por mi abrigo, si no te veo en cinco minutos abajo. Considera que decidí caminar.

Marinette se dio media vuelta, sin esperar una respuesta. Estaba irritada, su segundo día ahí y sentía que su cabello se tornaría blanco. Decidió caminar hacia el jardín, necesitaba mucho aire fresco y relajación si iba a pasar tiempo con Adrien.

Era amplio y hermoso, repleto de naturaleza. Marinette podía imaginar el sol del verano resplandeciente sobre el pasto y el canto de los pájaros.

Su atención se centró en la fuente que estaba en el medio del pasto, notando un color que no pertenecía al del mármol. Era ligeramente más oscuro.

Se acercó poco a poco, notando que la mancha era como si alguien hubiese tirado pintura. Sus zapatos se hundían en el pasto sin cortar, con el ceño ligeramente fruncido, estiró su cuello para mirar dentro de la fuente.

Su nariz se arrugó de disgusto, un escalofrío corrió por su columna al ver un pájaro muerto, en plena descomposición y con algunos gusanos saliendo de una herida corta pero recta.

Lejos de horrorizar la imagen a Marinette, le dio intriga saber la causa de la muerte del animal sabía que esa herida no podía pertenecer a ningún depredador, la cortada era precisa. Parecía más bien de un objeto.

Miro el cielo, tan despejado y gris, distinto al de California. Luego a la casa comenzando desde su techo hasta que sus ojos aterrizaron sobre la venta que estaba cerca de su habitación.

Marinette no recordaba su nombre, había escuchado vagamente a la chica a la que vio con él sobre el techo decirlo, pero era demasiado extraño para recordarlo.

El segundo gemelo la miraba a través del vidrio, con un brazo contra el marco y sus ojos pegado a ella, sin importarle ser descubierto. Él se quedó fijamente mirándola.

Marinette tragó saliva, volviendo a entrar a la casa mientras un escalofrío recorría su cuerpo. Él era tan espeluznante.

저주받은 쌍둥이  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora