VIII

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–Sanji-kun, esta mermelada casera está buenísima –sonrió una peli-naranja, mientras se hacía otra tostada.

–Nami-swan, tú te mereces lo mejor que hay –contestó el rubio, mientras fregaba los platos.

Él desayunaba mucho antes. De hecho, era la persona que antes se levantaba del palacio a pesar de ser el que menos horas dormía... La muchachita sonrió contenta. Sanji era todo un caballero, pero llevaba unos días comportándose de forma rara.

–Una vez conocí a un hombre que era capaz de cocinar con los pies porque no tenía manos –dijo Usopp, un hombre moreno con una enorme nariz, logrando la atención de Luffy y Chopper.

Usopp siempre contaba historias fantásticas sobre hechos que le habían ocurrido alguna vez en la vida, aunque Luffy siempre le suplicaba historias de piratas. Eran sus favoritas. Nadie se las creía, a excepción claro de Luffy y Chopper, los más inocentes.

–¡Eso es increíble! ¡Quiero conocer a ese hombre, Usopp! Shishishi –y la sonrisa del moreno apareció en su cara, una sonrisa adorable.

En palacio, todos querían a Luffy. Había sido el último soldado en incorporarse a la guardia real, hace unos cuatro años. Por ser tan inocente, le trataban como un niño, pero a Luffy no parecía importarle en absoluto.

–Ojalá pudiera quedarme a escuchar tu historia, Usopp, pero tengo trabajo –suspiró Chopper, un renito muy simpático.

Trafalgar lo había reclutado para el palacio al conocerlo en una isla cercana, y al ver sus amplios conocimientos de medicina, el sacerdote decidió llevárselo. Había interpretado su asombrosa sabiduría médica como una señal de la diosa, un designio mágico y positivo, aunque Chopper no entendió nada.

–¿Tienes que cuidar al invitado de Law-sama? –preguntó Nami curiosa. Era una mujer ciertamente cotilla, se enteraba de todo lo que pasaba dentro de esas cuatro paredes que eran el palacio, pero también tenía contactos fuera de éste.

–Sí –volvió a suspirar el renito–. Aún seguirá inconsciente unos días...

–No te preocupes por él, Chopper –intervino Robin. Adoraba a ese animalito–. Eres un gran médico, se pondrá bien –y Chopper asintió sonriendo. Se despidió de todos y se marchó en busca de su maletín médico.

–¿Cuánto tiempo creéis que se quedarán en palacio? –bajando más la voz, por si acaso. Cuando vio a los piratas por primera vez escondido tras una columna del patio, se asustó bastante. Usopp era muy cobarde, pero nadie le culpaba. Kid y Killer eran tremendamente aterradores.

–No lo sé –contestó la peli-naranja, mientras sorbía un poco de zumo de piña–. Pero Law-sama está actuando de forma extraña desde que llegaron...

–En el fondo, está contento –inquirió Robin, sonriendo–. Creo que está muy interesado en ese pirata pelirrojo –y se rió mientras notaba como las mejillas de su amiga se sonrojaban.

–¡No me extraña! –gritó Luffy-. ¡Yo también lo estoy! Es un pirata muy fuerte, seguro que ha vivido muchísimas aventuras y conoce historias geniales –y todos se rieron, pues el moreno no había percibido el tono de voz de Robin cuando había hablado–. Bueno, me voy a hacer guardia. Le tocaba a Zoro, pero nos hemos cambiado el turno, quería ir por la noche –se despidió de todos mientras se llenaba la boca con un bollo y salió corriendo de la cocina.

Al oír aquellas palabras, Sanji tembló y un vaso se le escurrió de las manos, rompiéndose en mil pedazos. Sanji lo miró y sonrió resignado, su corazón también estaba roto. Los tres que quedaron en la cocina le observaron preocupados, sabían que el rubio no estaba bien.

El sacerdote de IshtarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora