Eustass Kid jugaba aburrido con la cucharilla de su desayuno atrayéndola y repeliéndola. Desde que habían llegado a Babilonia no había podido utilizar sus poderes, y siempre que tenía oportunidad lo hacía, para no "oxidarse". Estaba muerto del asco. Se había levantado a media mañana, en su habitación, solo. ¿Por qué? Porque el estúpido sacerdote había desaparecido. Se había volatilizado. Habían pasado dos días desde aquella noche, dos largos y tediosos días en los que no había visto a Trafalgar ni de refilón por los pasillos.
Esa mañana se había despertado sólo en la cama y se había quedado allí embriagado por el aroma del moreno, ese dulce aroma que ahora le volvía loco. Estuvo allí hasta que sirvieron la comida, pero Trafalgar no apareció en toda la mañana. El pelirrojo decidió entonces comer y darse una ducha, pero en su habitación, se había cansado de esperar a ese mocoso tan caprichoso.
Por la tarde le llegaron sus pantalones, lo que le alegró un poco el día. Se puso los amarillos, y le quedaban realmente bien. Además, eran ligeros y fresquitos, no se le pegaban a la piel y no le daban calor. Por lo menos, esa mujer le había hecho caso. A la hora de cenar apareció Killer y le contó que iba a pasar unos días fuera de palacio con su amigo. Kid no se molestó, era una reacción lógica. Además, su segundo le prometió ir al barco para comprobar cómo marchaban las cosas por allí.
Cuando Killer se fue, después de cenar, Kid subió en busca del moreno, pero la muchacha peli-naranja le dijo que esa noche estaba "durmiendo con los dioses". La cara del pelirrojo fue un poema cuando se lo dijo.
¿Qué cojones era eso de "dormir con los dioses"? A la mierda los dioses, ¡Trafalgar tenía que dormir con él! El pirata se fue a la cama de muy mala hostia esa noche, primero porque se había quedado sin sexo, y segundo, porque esos malditos dioses estaban interfiriendo otra vez. No se podían estar quietos en donde fuera que estuvieran, no, tenían que venir a tocarle los huevos. A dos manos además.
Ahora que había encontrado un entretenimiento, ahora que tenía en plan encauzado y estaba saliendo a la perfección, esos indeseables se lo robaban una noche entera sin ninguna razón aparente. Dormir con los dioses, menuda gilipollez. Seguro que todo era culpa de esa diosa impertinente... Ishtar... Hasta pensar en ella le producía dolor de cabeza. Maldita. Maldita. Maldita.
El día siguiente tampoco es que hubiese sido como para tirar cohetes. Kid se despertó aún de mala leche, y continuó así durante todo el día. Por la mañana casi se muere del asco en su habitación, lo más entretenido que hizo fue darse un baño y hacerse una paja. Después de comer y echarse una siesta, el pelirrojo salió a dar una vuelta por la ciudad. No es que le entusiasmase el plan, pero perderse por las calles le distraería un rato.
Pero fue una idea pésima: a los habitantes de allí, por no haber visto a nadie así o por mera curiosidad, Kid les hacía gracia. Un muchacho tan blanquito, pero tan alto y fuerte, con ese cabello rojo fuego y esa cara de pocos amigos. Les resultaba, cuanto menos, llamativo. Mientras andaba, la gente le señalaba y cuchicheaban a sus espaldas, le miraban con admiración, pero también con un deje cómico, como si fuese una especie de atracción de circo. Y eso, al pelirrojo, no le hacía ni puta gracia. Ya se podían morir todos allí mismo. Pero no quería montar un espectáculo, por una vez en su vida se iba a comportar.
Harto de la gente y del bochornoso calor, el pirata decidió regresar al palacio. En el patio se encontró a Luffy, quien fue corriendo a saludarle y a suplicarle que le contase alguna de sus aventuras en los mares, pero Kid lo rechazó de mil maneras y a punto estuvo de hacerle tragar los dientes.
El moreno no se rendía fácilmente, una de sus cualidades (si es que se podía considerar como tal), era ser tremendamente pesado. Cansino. Como el pelirrojo no se lo quitaba de encima ni con agua caliente, acabó cediendo y prometió contarle una historia al día siguiente. Mientras el pequeño canturreaba feliz expectante por el día de mañana, Kid se reprendía mentalmente por haber sido tan blando. ¿Desde cuándo se había vuelto así de débil? Que le jodiesen a ese crío con sombrero de paja, si quería historias que leyese un libro.
ESTÁS LEYENDO
El sacerdote de Ishtar
FanfictionHistoria creada en 2016. Babilonia era una extraña isla que pocos piratas conocían. Eustass Kid era uno de ellos. #2 KidLaw 6/9/20