Killer volvió a mirar a su capitán, que seguía inconsciente tumbado en la cama. Era de madrugada, aún sin amanecer, pero el rubio no podía dormir. Nunca había estado tan preocupado por su capitán. Lo de la noche anterior les sobrepasó por completo. Killer tampoco creía en los dioses, pero desde esa noche no sabía qué pensar. ¿La mujer que vieron era realmente una diosa o algún tipo de magia del Grand Line? Creía fervientemente en que fuera lo segundo, pero ver a su capitán de esa guisa le llevaba a la primera opción. Joder, era Eustass Capitán Kid, no lo noqueaban con facilidad.
El médico de allí, un pequeño reno, le había afirmado que Kid se pondría bien, pero tardaría unos días en recobrar la consciencia. Después de todo, había sido castigado por la Diosa. Killer suspiró, sabía que ese no era el problema. El problema vendría cuando el pelirrojo despertase y viese lo que había pasado... Lo que la Diosa había hecho. Después de que lanzase un rayo de luz y Kid se desmayara, rápidamente fue trasladado a su cuarto, donde se encontraba ahora, y observado por el médico. No tenía ninguna herida interna ni externa, sólo estaba inconsciente. Y castigado. Esa noche, Killer no pudo dormir.
A la mañana siguiente (es decir, ayer), el rubio salió del palacio nada más amanecer en dirección a la playa. Quería comprobar si de verdad Kid había sido castigado, si de verdad las palabras de la diosa se habían cumplido. Y al llegar allí, vio el barco y a sus compañeros, que reparaban con ahínco el poste mayor. En un principio pensó que todo estaba igual, que nada había pasado. Pero ilusionarse sólo sirvió para que la decepción siguiente fuera mayor. Cuando se acercó al barco, todos sus compañeros corrieron hacia él al grito de: "¡Capitán! ¡Capitán!". Killer enmudeció y, viendo las caras de felicidad de la tripulación, supo que el castigo se había hecho realidad. Trastocado por completo, regresó a la ciudad sin ganas de nada, sin fuerzas.
Cuando atravesó el umbral de la puerta, vio como el sacerdote lo observaba. Ese maldito sacerdote. Cuando lo conoció no había sentido el odio irrefrenable que se había adueñado de Kid, pero ahora tenía ganas de matarlo. ¿Cómo era capaz de hacerle eso a su capitán? Apretó sus puños y estuvo a punto de desenvainar sus cuchillas, si el moreno no hubiera hablado:
–No soy yo el culpable de la osadía de tu capitán –comenzó, con una voz calmada pero firme–. Él es el único responsable de su desgracia –Killer apretó más aún los puños. Claro que era culpable, ¡era el jodido sacerdote!–. Y si quieres que tu capitán sea perdonado, deberá cumplir el castigo impuesto por la diosa.
–¿¡Cómo lo va a cumplir si está inconsciente!? –gritó el rubio de rabia.
–Despertará en un par de días –contestó el moreno sin inmutarse–. En cuanto a ti, deberías descansar. No es aconsejable vagar por el palacio de noche...
Y dicho esto, se fue con ese aire de superioridad que le caracterizaba. Killer tuvo que tragarse las ganas que tenía de partirle la boca a ese desgraciado, pero tenía razón. Debía descansar. No ya porque el palacio fuese "peligroso" de noche, que le parecía una soberana gilipollez, sino porque el cansancio empezaba a hacer mella en él. Y sin pensárselo dos veces, se echó en la cama sin comer siquiera.
Se había despertado a la tarde del día siguiente. El rubio no se explicaba cómo había podido dormir un día entero, pero lo había hecho. Cenó y marchó a la habitación de su capitán. Y ahí seguía, en la habitación de su capitán mirándole sin poder hacer más. El pelirrojo estaba tranquilo, sin mover un ápice su cuerpo. Su respiración era lenta, y el pálido color de su piel conducía a Killer a pensar que su capitán parecía más muerto que vivo. Se golpeó el casco con rabia, no podía pensar en ello.
Desesperado, salió de la habitación sin rumbo fijo, vagando por los pasillos. Sin apenas iluminación, el palacio era cuanto menos sobrecogedor. Pero a cualquier parte que mirase, el rubio sólo veía estatuas y dioses petrificados, y no hacía más que recordar la fatídica noche. Una oleada de rabia le inundó el cuerpo, pero sin poder hacer nada, decidió que lo más sensato era salir de aquel lugar.
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El sacerdote de Ishtar
FanfictionHistoria creada en 2016. Babilonia era una extraña isla que pocos piratas conocían. Eustass Kid era uno de ellos. #2 KidLaw 6/9/20