Capítulo 16

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Punto de quiebre

El manto de la noche cubría con magnificencia. Un cielo avasallado por incontables nubes, y un entorno envuelto en el concierto de la fauna nocturna.

La mujer vagaba en silencio, alerta a cualquier mirada intrusa que no fuera la de un animal. Sus pasos eran cautelosos;  a pesar de deambular por un bosque ajeno a cualquier rastro de civilización, su sigilo era propio de quien se paseaba intentando no ser visto, moviéndose bajo las sombras que se imponían ante la escasa luz de la luna.

La vista se amplió frente a ella, los últimos árboles marcaron el final del sendero, y una montaña rocosa se alzó dando fin a su recorrido. Se detuvo frente aquella pared y descubrió su cabeza de la capucha que tapaba su rostro; dio un par de vistazos discretos alrededor, cuando se aseguró de que no la veían, avanzó. Lo que en apariencia era sólido, se distorsionó en un segundo; la pared de piedra se deshizo al contacto con su cuerpo y atravesó las rocas cual si fueran cascada. Del otro lado, un panorama distinto se mostró: un intento de salón con decoración improvisada, escasa iluminación que proveían las antorchas de pared, y algún que otro mueble para camuflar lo tétrico de esa caverna. Lejos de ser un lugar agradable, era suficiente para una reunión furtiva.

Una saludo masculino la recibió desde el fondo. Dió un sobresalto al escuchar con sorpresa, pues hasta ese instante creía encontrarse sola.

—¡No me des esos sustos!

—Disculpa, no era mi intención —contestó el tipo desde el rincón oscuro que lo ocultaba—. Aunque ya deberías saber que siempre llego primero.

La mujer avanzó y se sentó frente a una enorme mesa que dividía la sala, misma que marcaba la distancia entre ambos.

—Sí, pero sería conveniente que no estuvieras escondido en las sombras.

—Oh, entonces me asomo a la luz —dijo inclinándose a la claridad—. ¿Así?

—Ahhg, como sea —replicó ella. Desabrochó su capucha y la colgó en el respaldar de la silla—. Traigo noticias de tu pareja favorita, y no son muy alentadoras.

—Maldición, nunca son buenas nuevas.

—Eso es lo que pasa cuando prefieres un plan con muchos agujeros.

—No voy a discutir eso. Solo cuenta.

—Bien. Me he mantenido en vigilancia de esos dos todo este tiempo, quería comprobar y demostrarte que el efecto en el chico estaba pasando. No puedo asegurarlo por completo, pero cabe la posibilidad de que esté recuperando la memoria.

Un trastazo enfurecido hizo vibrar la mesa antes de que el hombre contestara.

—Eso no es posible.

—Te dije que no estoy segura. No me consta —dijo cruzándose de brazos—. Admito que tu plan había marchado bien hasta hace poco. Sin embargo últimamente han pasado mucho tiempo juntos, y eso es sospechoso. Primero se pierden tres semanas en la dimensión de ella, y la última la han pasado en la del chico ¡En su casa!

—Sí pero eso no prueba que haya recuperado la memoria.

—No, no lo hace pero, ¿y eso qué? De nada sirve haber borrado sus recuerdos si resulta que se pueden volver a enamorar o lo que sea.

El hombre se demoró un momento en contestar.

—No lo había pensado de esa forma.

—Eso de pensar no se te da muy bien. ¿No se te ocurrió borrarle la memoria a ella también?

—Porsupuesto que sí. Pero es imposible —replicó—. En ella no funcionaría. Como miembro de la alta comisión de magia, fue dotada con una cantidad enorme de energía mágica. Esa energía actuaría como escudo ante un truco tan barato como el que se usó en el chico.

Dimensión en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora