Capítulo 19

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Intrusión furtiva

No era normal. Hekapoo sabía que no debía pasar por alto las repetidas apariciones de esas criaturas, de las cuales para variar no sabía nada, siendo que era la primera vez que las veía en toda su larga vida.

Janna se puso de pie sosteniéndose el hombro.

—¿Qué...demonios son esos bichos?

Entonces, ecucharon un portal abrirse a unos metros detrás de ambas, de este salió otra bestia similar que no tardó en fijarse en ellas como un depredador que sentencia a su presa.

Las chicas compartieron una mueca de resignación a la vez que una mirada de complicidad. Acto seguido, pegaron espalda contra espalda.

—Te doy la billetera de Marco si logras eliminar al tuyo antes que yo al mío.

Hekapoo se rio.

—¿Qué? ¿Y tú porqué tienes su billetera?

—Oh, tengo más que eso, pero creo la  adorable foto suya que conserva dentro podría interesarte.

—Hecho.

En cuanto oyó los pasos de Janna alejarse, ella hizo lo propio, se encaminó hacia la bestia que había pateado hace solo unos instantes. Preparó las llamas en sus palmas al tiempo que se acercaba, pero antes de realizar su emboscada el animal comenzó a correr en dirección opuesta, tan repentino, que casi lo perdió de vista en la espesura del bosque.

—Oh no, no lo harás.

Le tomó un rato y una larga distancia hasta que logró alcanzarlo. Aunque era extraño, el hecho de que estuviera huyendo no parecía normal, sobre todo porque hacía solo un momento se le veía estar dispuesto a matar, y más aún viendo que el que su amiga estaba enfrentando era una bestia rabiosa y desenfrenada, mientras que este de repente parecía más un perro arrepentido con la cola entre las patas.

A lo lejos escuchaba las carcajadas de Janna de cuando en cuando, esquivando sin mayores problemas los zarpazos de su oponente, haciendo gala de la envidiable forma física y la experiencia que le confería su cuerpo de adulta. La bestia no le suponía mayores problemas en ese estado.

Hekapoo le alcanzó por la cola. Tiró de ella con fuerza enterrando los pies varios centímetros para hacerla frenar. La extremidad era gruesa, similar a la cola de un reptil, eso hacía que la fuerza que ejercía fuera muy contundente, así que cuando la criatura opuso resistencia mandando latigazos de un lado a otro, logró estrellar a la demonio contra el suelo en uno de tantos. Se quejó, pero no soltó la cola. Se levantó y le devolvió el favor al animal, tirando con más fuerza y consiguiendo levantarla y estamparla de lleno contra un árbol. Esta vez soltó el agarre.

De nuevo escuchó la diversión de su amiga más allá, estaba un tanto lejos para verla pero podía apostar lo que fuera a que la bestia no había podido siquiera rozarle.

—Sabes qué, yo quiero esa foto de Marco. —Se dirigió a su oponente—. Acabemos con esto.

Pero no le dio tiempo de preparar su ataque debido al repentino aglomerado de portales que se abrió frente a ella, negros como la noche, y demasiados para contarlos con ambas manos. Retrocedió unos pasos. Podía hacerle frente a dos, quizá a tres o cuatro a la vez, pero a la manada que tenía en frente, de ninguna manera. Invocar a las clones no era una opción fiable, o cuando menos no una que le gustara.

Se detuvo atónita al igual que confundida. Por alguna razón que no acababa de comprender, ninguna de ellas parecía prestarle atención, de hecho, todas habían fijado la vista en su nuevo objetivo. Arrancaron a correr en dirección a Janna. ¿Acaso la estaban evitando? «No tiene sentido», pensó. Una conclusión inverosímil, pero que estaba dispuesta a comprobar si quería evitar que la manada tomara a Janna por sorpresa.

Dimensión en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora