El señor Depp se encontraba tumbado sobre el piso y yo a su lado, ya que aún no tenía sillas. Estabamos sentados y me recordó a los monjes chinos que salían en las películas, que se sentaban con las piernas entrelazadas y se ponían a meditar. Pero él en vez de meditar sostenía un pedazo de hielo sobre su mentón. La pelea que había tenido en la calle lo había dejado golpeado, no mucho, pero sí tenía algunos moretones. Y es lo que me preocupaba porque él tenía que filmar películas y su rostro no debía tener ninguna imperfección. Mordí mi labio observandolo fijamente. Me sentía aún mal, y no sólo yo; Mi cuerpo seguía rígido y mis dedos entumidos de la emoción. Sobre todo mí mente que aún no captaba como era posible que alguien tan importante se rebajara a pelearse con cualquiera.
Hizo una mueca, y se retiró el hielo del mentón. Sabía que le dolía.
— ¿Señor Depp? —Pregunté alzando mi rostro. Aún sentados él seguía siendo alto. Me miró y luego bajo la mirada.
—De verdad que lo siento, Scarlett. —Bufó y alzó su rostro mirando hacía la pared de enfrente. Noté que sus ojos irradiaban algo más que tristeza. Furia, quizás.— No sé... No sé como se me ocurrió que podrías vivir aquí... —Murmuraba, en tono de dececpción. Pero no conmigo, con él.
Aunque debía de decepcionarse de mí.
Por no poder ser fuerte, por ser tan débil. Por ser tan ingenua con todo el mundo, por creer que el universo estaba tapizado de Johnny Depp's que se te acercan sólo a cambiarte el entorno. Debía decepcionarse porque yo era una tonta.
Sí, eso.
— Pero... Usted vivió aquí... ¿No?
—Sí... Pero era diferente, Scar... Primero que nada, no existían los bandalos que abundan hoy en las calles... Y segundo... —Se encogió de hombros, para después abrazar sus rodillas contra su pecho. Lo envidiaba, era más flexible que yo— Era un rebelde... No era tan buena persona en esas épocas... ¡Ni siquiera tenía ambiciones! —Soltó una pequeña risa que parecía suspiro— Siempre creí que sería albañil toda mí vida... —Fruncí el ceño. ¿Albañil?
—El mundo se hubiera perdido de un gran, gran actor —contesté y sonreí de lado. Él giró su rostro y me miró con una sonrisa a medias.
—Lo mismo pienso de ti —susurró. Agradecía que aquel lugar careciera de luz eléctrica, así no hubiera notado mis mejillas rojas.
—No soy una gran actriz... —Respondí— Sólo soy una chica Londinense que se topó con el señor más amable del mundo... —Me encogí de hombros. Y era cierto, sí no me lo hubiera topado a él, jamás hubiera soñado con el teatro, o con pantallas gigantes con miles de personas alrededor esperando ver sólo una imagen: La mía. Y seguía creyendo que era imposible.
—Tú eres, lo que quieres ser —replicó tranquilamente y suspiró— Hablando de cine... Antes de encontrarme con esos golpeadores, venía corriendo aquí a decirte que mañana tienes una entrevista de trabajo —Comentó con normalidad. Como sí fuera de lo más normal llegar junto a alguien y decirle "Hey, parece que quieren que actúes en una gran película, ¿genial, no?" Alcé una ceja incrédula y por un momento, creí que explotaría de felicidad. Pero no, sólo suspiré.
—Genial —Wow, que respuesta. Él me miró y asintió sonriendo gentilmente. Una sonrisa que se quedó para siempre en mi memoria. Porque puedes ver a Johnny Depp siempre, siempre serio. Y me consta, porque en algunas fotos que vi durante mi estadía en el RADA no había ni señales de sonrisas, y casi nunca lo hacía. No sabía el porque, su sonrisa era tierna, gracil, y lo hacía verse aún más alto, apuesto, y sobre todo; Aún más humano.
—Sí... Y también estoy aquí por otra cosa —Dijo él y su sonrisa se compuso en una mueca nerviosa. Fruncí el ceño ¿Otra cosa? No podría imaginar porque otra cosa lo pudiera tener frente a mí. Pero después de unos segundos vi como sacaba del bolsillo de su chaqueta una pequeña cajita. Me la tendió pero algo me impidió tomarla... No, no debía tomar más cosas de él. Ladeó su cabeza y me miró frunciendo el ceño, como si no entendiera. Pero debía entender que no merecía nada más de él.
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El pasado jamás se olvida [#1]
FanfictionScarlett Blackwood no era una típica joven de su edad: Todas las noches la misma pesadilla funesta sobre el homicidio de sus padres la cubría como un negro manto, y la hacía despertar, para caer bruscamente a una realidad que no estaba segura fuera...