Capítulo treinta y nueve: Sálvame.

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— ¡Salgan, pronto! —Urgió Edgar.

En tropel y de manera desorganizada, todos comenzaron a amontonarse en la puerta. Los miré, y me parecieron un montón de alimañas, ratas asquerosas que buscaban huir del insecticida, del fuego. Me desataron a mí y a mis hermanos, pensando que, no teníamos forma de escapar ya que sólo había una forma. Por lo que los abrazaba fuertemente, y ellos hundían su cabeza, su vida y su confianza en mí regazo.

Dos segundos después de mi pensamiento, una de las ventanas superiores se rompió con un ruido estrepitoso. Todos se giraron a ver hacía allá, y poco después alguien saltó de la ventana hasta la bodega. Cayó de rodillas, y rodó por el piso hasta acercarse a mí, y cuando se levantó, vi a Johnny en él. Sus gafas se habían quebrado y su cabello estaba muy alborotado.

Con rapidez se colocó delante de mí y de mis hermanos.

— ¡Aléjense! —advirtió—. ¡O les costar á caro!

Lejos de atemorizarse, todo el mundo comenzó a reír fuertemente, y pude sentir la frustración y la vergüenza agolparse en el rostro de Johnny a pesar de estar volteado de espaldas a con nosotros.

—Es usted muy valiente al enfrentarse de ese modo a nosotros, señor Depp —Dijo entre risass Edgar Lancaster.

—No estoy solo.

— ¿Eh? —las risas cesaron ante la exclamación tan potente que hizo el jefe—. Y dígame, señor Depp, ¿Acaso son sus amigos imaginarios quien lo acompañan?

—Es que Jack Sparrow viene tras de él, jefe —se burló uno de los chicos que hacían de guardaespaldas. Varios rieron aún más, y otro gritó:

— ¡Mirad, trajo consigo al conejo blanco! ¿No ven su estúpido sombrero?

Las risas se desplegaron por el resto del lugar. Al parecer la huida había sido aplazada de momento gracias al placer que les causaba humillar a Johnny, quién, solamente apretaba fuertemente los puños pero se mantenía quieto, parecía estar esperando algo.

Cuando las risas finalmente cesaron, Johnny dijo tranquilamente:

—No lo negaré... —Se encogió de hombros—, la verdad es, precisa, discreta, pero dura. Y todos ustedes, incluido el calvo de allá...Tienen razón —puntualizó, y dio un paso hacía ellos—. No estoy cuerdo. Tengo algo de esquizofrenia cada que termino de filmar una película. Algunas veces esa esquizofrenia se va con medicamento, y otras, jamás... Así qué, sí... Jack está detrás de todos ustedes, ¿El sombrerero? Es un buen tipo y los observa bebiendo de su té desde allá —señaló a una esquina.

Edgar, divertido con todo aquello, se cruzó de brazos.

— ¿Y dónde está Johnny Depp, el intérprete?

Podría jurar, que Johnny sonrió al responder.

—En ellos —musitó—. Está repartido en cada uno de ellos.

—Entonces, ¿Quién eres tú?

—Tú peor pesadilla —más rápido que sus propias palabras, Johnny sacó de su cintura una pistola y apuntó hacía la toma de luz, disparando. Todo se oscureció y tardé un segundo en reaccionar sobre lo que pasaba, pero cuando por fin lo hice, tomé la mano de Johnny salí corriendo con él hacía la parte trasera de la bodega que tenía enormes tambos de altura descomunal. Tiré a mis hermanos conmigo, jamás los abandonaría.

— ¡Hay que ocultarse! —gritó Johnny, mientras corría.

Finalmente, llegamos a un lugar oscuro, realmente oscuro. Tanto que sólo podía ver con mis oídos las respiraciones de mis hermanos y la de Johnny; agitadas y asustadas de pensar como acabaría aquel asunto.

El pasado jamás se olvida [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora