Era increíble lo rápido que había pasado el tiempo.
Ten llevaba dos semanas viviendo con ellos y se sentían como días.
Primero no estaba del todo seguro, pero luego le preguntó a YangYang y éste aceptó más que encantado.
Entonces, eso fue todo. Ahora eran tres viviendo en esa casa.
Al principio, los primeros días, llegaba preguntándole a YangYang como la había pasado, y éste respondía que estaba bien y que le gustaba pasar tiempo con Ten por que nunca se enojaba con él. Y no se notaba tanto. Por la naturalidad con la que convivían, parecía que siempre había estado ahí.
Luego de varios días más, su ama de llaves le comentó que "el muchacho nuevo" había estado cocinando por ella y le preguntó si quería que le dijera que no lo hiciera más.
Kun ni se había dado cuenta y, como YangYang no se había quejado todavía (lo que era inusual) supuso que estaba bien, así que le dijo a ella que no había problema.
Como a la semana de eso, se enteró también que Ten mantenía la casa limpia todo el tiempo, así que su personal sólo se había estado dedicando al jardín o a sacudir los muebles ocasionalmente.
Además, se encontró muy satisfecho con cosas como que, por ejemplo, YangYang ya no lo esperaba despierto cuando llegaba tarde. Tampoco lo había encontrado haciendo tarea en la madrugada, ni jugando videojuegos a altas horas de la noche.
La ama de llaves le explicó que "el muchachito rubio" le obligaba a terminar sus deberes temprano, luego ya le permitía jugar todo lo que quisiera. Lo que era extraño era que YangYang, algunas veces, había preferido quedarse a conversar con el tailandés o seguirlo por toda la casa.
Las pocas veces que lo regañó, según testimonio de su personal, fueron por que el menor quiso comer alguna comida chatarra y el otro no se lo permitió, dándole zanahorias o frutas en su lugar. El menor ni se quejaba.
Ese día ya era viernes en la mañana. Kun estaba trabajando algo urgente que tenía que terminar ese mismo día si quería dedicarse a YangYang durante los próximos dos días.
Recordó con pesar que esa semana tenía que hacer la despensa.
Suspiró cansado. Pensó que sería mejor ir ese mismo día en vez de mañana. Yang odiaba ir a hacer compras. Se aburría y luego se ponía fastidioso. Pero seguro regresaría tarde casa, así que supuso que iría al supermercado de 24 horas al otro lado de la ciudad. Aunque siempre podía pedirle a su personal que fuera, pero no le gustaba hacer eso. Sentía que no les pagaba lo suficiente.
Justo cuando estaba comenzando a idear un plan, su teléfono se iluminó con un mensaje.
Jadeó cuando lo leyó. Había alguna deidad escuchando sus plegarias, estaba seguro.
Ten
Online
Oye
Te molesta si hago tu despensa?
Aún me queda algo de dinero y creo que puedo comprar algunas cosas para cocinar al menos hoy
Sin meditarlo un momento más, Kun le pidió el número de su tarjeta para hacerle un generoso depósito.
Ten
Online
Lol
Me tomaré eso como un sí ;)
El otro sonrió satisfecho. Sólo tuvo que hacer una llamada para pedirle a su chofer que lo llevara y todo estaba bien. Funcionaba perfectamente.
Ten, ya se había hecho una rutina.
Todos los días se levantaba, se aseaba, usaba por una hora y media el gimnasio de Kun, luego se bañaba y comenzaba a hacer limpieza y cocinaba.
Estaba solo hasta que llegaba YangYang y a partir de ahí, todo era una sorpresa.
Ese día en particular, después de que terminó de limpiar el poco desorden que había, se dio cuenta que no había nada para cocinar.
Aún faltaban unas horas para que YangYang saliera de la escuela, así que tenía tiempo para comprar algo y cocinar antes de que llegara.
Para su sorpresa, la mañana avanzó muy rápido en el super.
Estaba algo deprimido por que esa era la tienda a la que solía ir con su ex, pero la tarea de buscar comida saludable para el pequeño Yang lo había mantenido lo suficiente distraído.
Luego llegó, desempacó todo lo que había comprado y se dispuso a cocinar.
Justo cuando había terminado, escuchó la puerta principal abrirse y cerrarse.
Como ya había hecho costumbre, caminó al recibidor para encontrarse con el menor.
Se sorprendió mucho cuando éste, en lugar de llegar parloteando como todos los días, lo pasó de largo y caminó directamente a las escaleras.
El tailandés frunció el ceño.
Se dijo a sí mismo que no debía ser entrometido y que lo dejara ser. Que si él hubiera querido contarle algo, se lo hubiera dicho y ya. No hubiera ido a encerrarse.
– Creo que debería hablar con él – comentó la ama de llaves detrás de él, sacándolo de su ensoñación.
El otro la miró dubitativo.
– ¿Sabe lo que le pasa? –
– No – negó con tristeza – cuando llega así de la escuela, no sale hasta que el señor Qian regresa del trabajo. Pero parece confiar en usted, así que supongo que puede ayudarle –
El tailandés asintió, pensativo.
Luego miró a la mujer y sonrió.
– ¿Sabe cuál es su postre favorito? –
– Iré a prepararlo enseguida – asintió, antes de caminar a la cocina.
Cuando se quedó solo, el rubio decidió que sí hablaría con Yang.
No le gustaba que se saltara sus comidas, y le parecía algo extraño su humor de ese día, así que, decidido, caminó hasta su puerta y tocó un par de veces.
– Pase – se escuchó desde adentro.
El tailandés abrió la puerta lentamente y lo encontró acostado en su cama, jugando con un pequeño balón de básquetbol en sus manos.
Sonrió suavemente.
– ¿Podemos hablar? –
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Stand by me
FanfictionTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...