Cuando Kun llegó a casa, ya no había nerviosismo.
Parte se debía a la conversación que había tenido con Ten esa tarde, y parte a que había conducido por toda la ciudad para buscar tulipanes, y no era temporada. Así que su búsqueda y medio tanque de gasolina, lo despejaron lo suficiente.
Estaba listo.
Frunció el ceño cuando entró. Sólo estaban encendidas las luces de ambientación.
Extrañado, caminó a la cocina, como siempre, sorprendiéndose cuando, al pasar por el comedor, encontró la mesa decorada con pétalos de rosas y las velas del candelabro al centro encendidas.
– Esto es lindo – susurró entusiasmado.
Sin prisa, dejó las flores en uno de los muebles aledaños, se despojó de su chaqueta y aflojó su corbata, observando todo minuciosamente.
Cuando desabotonaba los gemelos de su camisa, sintió las suaves manos de Ten acariciando sus hombros, masajeando toda la tensión fuera de su cuerpo.
– Hmmm, se siente bien –
– Y eso que aún no me ves – comentó divertido.
Kun se giró en su dirección y mordió con fuerza su labio inferior cuando lo encontró vistiendo nada más que su camisa blanca.
– ¿Te gusta? – preguntó el rubio, modelando para él.
– Me fascina – admitió encantado – ven aquí – murmuró antes de atraerlo para besarlo.
Al fin estaba pasando. Esa fantasía que había tenido por semanas se estaba cumpliendo, y empezaba mucho mejor que como lo había imaginado.
Pasó sus manos gentilmente por la espalda del rubio y las detuvo en su trasero, amasándolo con firmeza.
– Percibo un poco de emoción – se burló el tailandés.
– No tienes idea –
– Al grano y sin rodeos – asintió – me gusta – dijo antes de separarse para arrastrar la silla del extremo de la mesa hacia atrás – su asiento, señor Qian –
El chino rió, antes de sentarse.
– ¿Vamos a cenar primero? –
– Yo soy tu cena – respondió mientras se sentaba a horcajadas sobre él.
Lentamente, comenzó a menear la cadera y besarlo sensualmente.
Kun estaba en las nubes, no iba a negarlo, pero estaba comenzando a sentirse ansioso.
– Espera – se separó despacio – dónde están los demás –
– La señora Xi fue a visitar a su nieta y YangYang salió con sus amigos – sonrió – sólo estamos tú y yo –
Ok. La ansiedad se había ido.
El tailandés se inclinó a besarlo de nuevo.
Lentamente, arrastró la boca por la mandíbula del contrario y comenzó a repartir húmedos besos por su cuello.
La respiración del otro fue tornándose más pesada a medida que el más bajo restregaba su cuerpo contra su creciente erección.
Los dedos de Ten se enterraron en su cabello cuando regresó a besar sus labios y lo mordió sin llegar a lastimarlo.
Sus ágiles manos bajaron a la cadera del mayor donde encontró el borde de su camisa y la jaló hacia arriba, antes de desabotonarla para despojarse de ella.
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Stand by me
FanfictionTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...