Ten tragó duro.
– ¿Y por qué no lo haces? –
– Por que – acarició su rostro – tu ex te besó hace unas horas. Y como que no quiero hacerlo sabiendo que él lo hizo primero el mismo día –
El menor rodó los ojos.
– Como quieras – se alejó – algún día me iré de aquí y tú no lo habrás hecho. ¿Y sabes qué? – sonrió – mis labios aún cosquillean por Bambam –
El castaño se tensó.
– ¿Lo hacen? –
– Mucho – asintió – cada segundo envía una pequeña descarga eléctrica al resto de mi cuerpo – dijo mientras pasaba junto al chino para salir de la cocina – y me encanta cómo... –
Sonrió complacido.
Kun, en un ágil movimiento, lo atrajo con fuerza hacia él y lo besó codiciosamente.
Se notaba en ese beso cómo pretendía borrar de su ser cada rastro que algún otro amante hubiera tenido antes. Se notaba que quería limpiarlo de todo.
El tailandés le permitió explorar con su lengua y, a cambio, el otro permitió complacer su primitiva necesidad de morder.
Por que Ten no quería borrar nada. Ten quería marcar su boca. Proclamarlo suyo y de nadie más.
Se besaron tanto que se separaron jadeando.
El rubio escondió su rostro en el cuello del más alto, donde podía escuchar de cerca su respiración agitada y su corazón acelerado.
– ¿Y bien? – murmuró.
El mayor carraspeó.
– Eso fue genial – comentó como si nada – ¿sería muy pronto pedirte que fueras a mi habitación, te desnudaras y te pusieras mi camisa? –
El otro lo miró divertido.
– ¿Cuánto llevas fantaseando con eso? –
– Mucho más de lo que me gustaría reconocer – admitió – ¿entonces? –
– I get it, estás horny – rió – pero creo que hay que esperar. No quiero que pase nada el mismo día que formalizó YangYang. Es su día –
El chino frunció el ceño.
– ¿Quién habló de formalizar algo? – bromeó, recibiendo un golpe a cambio – bien – aceptó sonriente – una semana. Tienes una semana de libertad y, entonces, vas a ser mío –
– Supongo que está bien – asintió.
– No supongas nada – dijo con la voz ronca – vas a ser mío. Punto –
El tailandés se estremeció expectante.
– Entonces no puedo esperar – susurró antes de darle un tierno besito.
Justo en ese momento, YangYang y la señora Xi llegaron a la casa, haciéndolos separarse.
– So? – preguntó el alemán tan pronto llegó a ellos – ¿qué les parece? –
– Creo que es obvio que nos gusta – respondió su mayor.
– Claro que lo hace – alardeó – es genial –
– Bien. Ve a dormir ahora – ordenó el rubio – mañana es día de escuela –
– Ok – suspiró, acercándose a ambos para abrazarlos – significó mucho para mi lo que hicieron hoy. Somos una gran familia – sonrió suavemente – buenas noches –
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Stand by me
Fiksi PenggemarTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...