Capítulo 07

775 109 25
                                    

Kun suspiró cansado.

Eran las 7:30. Hacía dos horas que tenía que haber ido a casa, pero se había quedado a terminar todos sus pendientes. Al menos había terminado.

Apagó su computadora, la guardó y salió arrastrando los pies de su oficina.

Ya no había nadie en los cubículos y la única persona ahí era el guardia, de quien se despidió amablemente antes de subir al ascensor. Luego llegó hasta el sótano y subió a su auto, que también era de los pocos que quedaban.

Mientras conducía, sintió hambre. Pensó en llegar a comprar de cenar, pero lo más seguro era que Ten ya hubiera cocinado algo delicioso para esa hora.

Inconscientemente, sonrió.

La estadía de Ten había facilitado su vida, contrario a todas su expectativas. Pensó que iba a ser incómodo, pero no lo era en absoluto. Ten era el compañero perfecto. Incluso a YangYang le agradaba.

Antes de llegar a su casa, decidió pasar por unas cervezas a una pequeña tienda de auto servicio. Quería relajarse esa noche y llevó algunas para Ten también. A YangYang le llevó un jugo. Aunque suponía que Ten no le permitiría tomar algo con tanta azúcar.

Cuando se formó en la fila para pagar, alguien tocó su hombro detrás de él.

Extrañado, se giró en esa dirección y levantó las cejas con sorpresa.

Mierda. Había seis personas adelante de él y sólo un cajero.

– Hola – saludó el otro – tanto sin verte –

Ese era su ex, Kim Doyoung.

Habían estado juntos varios felices años en los que habían llegado a amarse mucho, pero todo se terminó cuando Doyoung comenzó a quejarse de que no se veían, lo que era verdad. Esos días habían comenzado a discutir mucho hasta que los problemas se prolongaron por meses. Cada vez peleaban con más frecuencia, llegando al punto de discutir cada que se veían Y no habrían terminado si, cuando Kun le propuso que se mudaran juntos, Doyoung no hubiera respondido "puedo esperar a que el niño se vaya".

Bien, tal vez él no odiaba a YangYang. Incluso entendía su postura.

Doyoung llegó a su vida cuando YangYang estaba al tope de su enamoramiento, así que el menor jamás lo trató bien y era tan grosero como se podía. Kun no tuvo más opción que mantenerlo distanciado, obviamente no esperando que su novio pensara que Yang sería sólo un inquilino temporal, así que, por mucho que lo amara, tuvieron que terminar su relación.

De todos modos, en ese entonces no podía darle lo que le pedía: tiempo.

– Hola – respondió animado – wow. Te ves... bien –

Se veía jodidamente bonito, pero no iba a decirle eso.

– Tú también – sonrió – ¿cómo has estado? ¿Cómo está YangYang? –

– Yo estoy bien – sonrió – y Yang lo está también. Gracias por preguntar –

– ¿Sigue enamorado de ti? – preguntó divertido.

– Doyoung... –

– Admite que lo estaba – rió – pero no respondas si no quieres. Mejor dime que ha sido de tu vida –

– No mucho – se encogió de hombros, evitando totalmente el otro tema – sigo trabajando como siempre, pero ahora paso más tiempo en casa – sonrió.

– ¿De verdad? – se acercó a él – eso es genial. Me alegra que ya puedas pasar más tiempo con el chico. Siempre lo abandonabas –

– Ni me lo recuerdes – negó – aún siento que no lo veo lo suficiente, pero al menos ya pasa las tardes con... –

En ese momento, su teléfono comenzó a sonar, interrumpiendo lo que fuera a decir.

– Disculpa – pidió – ¿hola? –

Hey – saludó el tailandés – no quiero molestarte pero... mierda, ¿estás ocupado? –

No, no te preocupes – sonrió – ¿qué pasó? –

Nada. Es sólo que es tarde y pensé que seguías en la oficina. Sólo llamaba para preguntar si llegarías a cenar –

– Voy en camino. Sólo llegué por unas cervezas –

Bien. Entonces te esperamos – rió – oh, mierda. Sueno como un esposo, ¿no? –

– No te preocupes, cariño – bromeó – cuida bien a nuestro Yang en lo que llego a casa –

El rubio resopló.

Te odio – rió.

– También te amo – sonrió – bye – se despidió antes de colgar.

No se habría dado cuenta que sonreía como idiota hasta que encaró a Doyoung de nuevo, quién lo miraba sorprendido.

– Yo... uhm. No sabía que estabas viendo a alguien – rió abochornado – iba a invitarte a tomar un café pronto, pero supongo que estás tomado –

El chino frunció el ceño.

Apenas iba a responder cuando la cajera le indicó que era su turno.

Luego de pagar y recibir la bolsa con sus compras, se giró a su ex y sacudió la mano en forma de despedida.

Doyoung hizo lo mismo y sonrió pero, una vez que el otro salió de la tienda, su expresión se tornó fría.

Él había estado pensando mucho en Kun últimamente.

Luego de preguntar a sus amigos en común, tenía entendido que no estaba viendo a nadie, así que pensó en eso como una oportunidad.

Se planteó que, esta vez, haría todo lo posible por ganarse a YangYang y, tal vez, comenzar una historia diferente con la pequeña familia.

No se le había ocurrido que, de la nada, alguien llegaría a interponerse entre ellos.




Lo primero que distinguió cuando llegó a casa, fue el olor a carne a la parrilla.

– Huele delicioso – elogió cuando entró a la cocina, dónde el tailandés ya estaba sirviendo con la ayuda de YangYang.

– Gracias – sonrió.

– Yo lo ayudé – intervino el menor.

El recién llegado sonrió.

– ¿Es así? – se acercó por un tenedor.

– Oh, no – lo detuvo Ten – ve a lavarte las manos primero. Luego comes –

El mayor rodó los ojos antes de caminar fuera de la cocina y subir a asearse y vestir algo más cómodo.

Le causó gracia que, en efecto, el rubio si estuviera sonando como su esposo.

Reprimió el pensamiento de que eso tal vez no sería tan malo.

Stand by meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora