Tocó la puerta de la habitación con fuerza.
A pesar de lo grande de la casa y lo largo del pasillo, el sonido retumbaba por todos lados.
– ¡Esta es la séptima vez que te llamo! – gritó enojado – ¡si no sales en diez segundos... –
De pronto, un hermoso joven castaño con la sonrisa más angelical que existía abrió, iluminando todo a su paso.
– Relájate – rió – ya estoy listo –
Kun resopló pero, ¿qué podía decirle? Ya estaba listo.
– El desayuno está en la mesa – dijo resignándose a que no iba a poder regañarlo.
– Vamos entonces – sonrió.
Ese era el hermoso muchacho que vivía con él.
Su historia era compleja y corta.
Resultaba que Kun era dueño de una compañía de logística y, por consiguiente, viajaba mucho.
Durante un viaje de trabajo, tuvo que cumplir con sus horas de responsabilidad social y su programa de jóvenes talentos lo obligó a pasar tiempo Liu YangYang, un jovencito de bajos recursos que había resultado ser un prodigio.
Para no hacer en cuento largo, por diversas situaciones que recordaba con rencor, se dio cuenta de dos cosas. La primera era que se había encariñado irremediablemente con el muchacho, y la segunda que, una vez que regresara a su oficina, lo dejaría solo. Otra vez.
Decidido a no perder su tiempo, mientras observaba a YangYang dormir, hizo todas las llamadas que tenía que hacer. Para el día siguiente ya se estaba elaborando una demanda de custodia que ganó exitosamente.
Y así terminó viviendo con él.
YangYang se había acostumbrado y adaptado tan bien a su nueva vida llena de lujos (luego de varias sesiones de terapia para que superara sus terrores nocturnos), que ya no se notaba atisbo del pobre chico ojeroso que le temía al que conoció. Incluso, una vez que comenzó a confiar en él, salió a flote su personalidad.
Era gracioso, divertido, listo y, para su mala fortuna, descarado, extrovertido y hasta grosero algunas veces. Pero Kun lo quería con todos sus defectos y virtudes.
El problema ahora, para su desgracia, era que YangYang pasaba demasiado tiempo solo en su casa gigante. Todo su personal se iba tan pronto el menor llegaba de la escuela y se quedaba solo hasta la noche.
Él era de esos chicos que, si bien tenía amigos, no solía salir nunca. Prefería pasar tiempo en casa viendo tv o algo por el estilo. Por su buen promedio escolar, él no solía conseguir amistades del tipo fiesteras.
Así que era un martirio para el mayor del poco tiempo que disponía para pasar con él.
Claro, los fines de semana lo mimaba todo lo que quisiera. Y al niño le gustaba jodidamente mucho. Incluso se escabullía en su cama desde el viernes en la noche para amanecer junto a él y empezar su día juntos desde el principio.
Además de eso, como que tenía un crush con el mayor. Pensaba que Kun no se daba cuenta, pero claro que lo hacía. Él simplemente evitaba hablar del tema por que veía a YangYang como un bebé y no quería lastimarlo. Solamente esperaba que su pequeño enamoramiento se desvaneciera con el tiempo y todo estaría bien.
– Ge, ¿vas a llevarme a la escuela hoy? – preguntó el menor mientras escribía algo en su teléfono. Probablemente hablaba con algún amigo.
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Stand by me
FanficTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...