Ok, si tenía que admitir que era un idiota, entonces lo haría.
El tal Lucas, después de casi una semana, había demostrado que no sólo hacía bien su trabajo, sino que todo lo hacía bien.
Lo primero notó fue que él mismo se había encargado de aprender los nombres de todos los empleados, y cuando no logró recordar el de alguno, elaboró un plano sencillo de los cubículos donde escribió los respectivos nombres de los oficinistas. De ese modo, descartó la correspondencia que no pertenecía al piso, colocaba por paquetes la que sí lo hacía en el carrito, y repartía todo en menos de media hora.
Cuando se empezaba a aburrir, iba a cada cubículo y preguntaba si alguien necesitaba algo de la cafetería y, después de un tiempo, aprendió los pedidos de todos.
A pesar de su naturaleza amable, había comenzado a distinguir quiénes trabajaban más lentos que otros, por lo que casi no se tomaba el tiempo de conversar con esas específicas personas, así mejoraba su rendimiento.
Luego comenzó a limpiar el piso. Hacía incluso mejor trabajo que la señora de la limpieza, de quien se había hecho amigo y alguna vez le escuchó pedirle a la mujer que recogiera la basura de todos los cestos, a lo que ella accedió sin reclamar, cosa que ni el mismo Kun lograba.
Aún así, lo mejor de él fue que, sin que nadie se lo pidiera, arregló la puerta de la oficina de uno de los gerentes de ventas y las llaves del baño.
Era simplemente un ángel caído del cielo.
Ya a estas alturas, se preguntaba por qué Sicheng no le hacía caso. Era de esos pocos de la oficina que no le dirigía la palabra más que para pedirle cosas de la cafetería y agradecerle por ellas sin mirarlo.
Ese tipo no reconocería un buen hombre ni aunque le cayera encima.
En fin.
Cuando llegó su hora de comida, Kun decidió que esta vez iría al comedor de empleados. Rara vez lo hacía por que, primero, sentía que o se contenían mucho o sólo querían quedar bien con él, y segundo, nunca llevaba nada para comer ahí. Pero, últimamente, Ten le estaba cocinando almuerzo para que llevara al trabajo, así que se dijo a sí mismo que se jodieran todos por que él comería lo que hacía su delicioso esposo.
...
No.
Él comería la deliciosa comida de su esposo.
Mucho mejor.
Entonces, habiendo decidido eso, llegó al comedor y se sentó en la primera mesa que vio desocupada. Se habría sentado donde fuera, pero fue un poco incómodo cómo todos se quedaron callados cuando entró.
Para su buena fortuna, su proclamado ángel bajó del cielo y, tan pronto lo vio solo, caminó sonriente hacia él y se sentó en su mesa.
– Buenas tardes, jefe – saludó como si se conocieran de años – me sorprende que nos honra con su presencia – comentó mientras abría su Tupperware y olfateaba superficialmente.
El mayor rió sin poder evitarlo.
– Casi nunca bajo aquí por que quiero darles un espacio libre del jefe –
– ¿Libre? – negó – usted es el mejor y más amable jefe que he tenido –
– Bueno, te aseguro que no te estás imaginando todas esas miradas sobre ti – aseguró, señalando sus empleados que miraban a Yukhei como si fuera un bicho raro por estar comiendo con él.
El otro asintió, sin inmutarse.
– Muy desconsiderados, si me lo pregunta –
Kun soltó una discreta carcajada.
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Stand by me
FanfictionTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...