Capítulo 14

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Ese viernes, YangYang había estado en extremo servicial.

Kun iría a una cena con un cliente y no regresaría hasta pasada la media noche, después de dejarlo en el hotel, y había dado instrucciones claras de que no le llamaran a menos que fuera una emergencia

Ten pasaría la tarde con YangYang y le dijo que podía hacer lo que quisiera mientras limpiaba y hacía la comida. Para su sorpresa, el menor se ofreció él mismo a ayudarlo con ambas tareas.

Incluso lo acompañó por la despensa, lo que generalmente odiaba hacer.

Ten esperó pacientemente a que YangYang comenzara a hacer berrinche o algo por el estilo, pero el momento no llegó.

Se dijo a sí mismo que no debía caer. Eso debía ser un truco, solamente.

Aunque, definitivamente, apreció la ayuda para acomodar todo lo que acababan de comprar.

Como a eso de las 4 de la tarde, YangYang por fin bajó a la cocina y le habló directamente.

– ¿Una fiesta? –

El menor asintió.

– Pero prometo regresar temprano – explicó rápidamente – Hendery pasará por mi y va a dejarme aquí. También va De Jun –

El tailandés entornó los ojos.

– ¿Por qué me lo comentas hasta hoy? –

– Lo había olvidado – mintió.

– ¿Y le dijiste a Kun? – levantó una ceja.

– Sí, y me dijo que te dijera a ti – mintió de nuevo.

La razón de tantas mentiras es que no quería arriesgarse a que le dijeran que no.

Era el amor de su joven vida de quien estaban hablando. Si él lo invitaba a una fiesta, por la mierda que YangYang iría.

– No lo sé, Yang – negó – no me siento muy seguro. Ni siquiera conozco a ese niño –

– No tienes que conocerlo – hizo un puchero – ¿acaso no confías en mi? –

Ok. La cara de cachorro triste era una táctica que no usaba nunca por que, desde hacía mucho, había dejado de funcionar. Pero, nunca la había usado con Ten.

– No – se acercó el tailandés – no hagas esto, bebé –

"Perfecto"

El mayor tomó su cara entre sus suaves manos y soltó un suspiro pesado. No podía llamar a Kun para verificar, pero tampoco tenía ninguna razón para desconfiar de YangYang.

– Está bien – dijo finalmente  – puedes ir –

El alemán sonrió en grande y dio saltitos de alegría antes de abrazar al más bajo.

Ten rodó los ojos y se separó.

– Te advierto que si algo sale mal... –

– No será así – aseguró – lo prometo – besó su mejilla antes de correr escaleras arriba para arreglarse.

Ten lo observó enternecido y negó.

Esperaba de verdad que nada saliera mal, por que él se había comprado algunas botellas de suyu y tendría su propia fiesta.





A eso de las 9 de la noche, Hendery recogió a YangYang. Ten había insistido mucho con sus indicaciones de seguridad y le pidió al menor la dirección a dónde iba y que le enviara su ubicación real, así que se sentía más o menos tranquilo.

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