Capítulo 20

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La resaca moral es mucho peor que la resaca en sí misma.

YangYang se dio cuenta de eso el lunes.

Aún no sabía si había hecho algo estúpido o vergonzoso, pero no tenía su cargador todavía, así que, si alguien se lo comentó por mensaje, lo vería hasta esa tarde.

Suspiró resignado. Ya no había nada que hacer.

Caminaba tranquilamente por el pasillo y, para su desgracia o buena fortuna, distinguió entre la multitud a Renjun.

Sonrió como tonto.

¿Debía acercarse?

Sí. Al menos para decir hola. Luego se iría.

– ¡Renjun! – llamó sonriente mientras se aproximaba.

Éste giró en su dirección y, tan pronto lo encontró, rodó los ojos y caminó hacia el otro lado.

YangYang frunció el ceño.

Mierda. Él definitivamente había hecho algo estúpido en la fiesta.

Bueno, era un adulto. Iba a arreglar las cosas ahora.

– Hey – corrió para alcanzarlo – no te vayas, por favor –

– ¿Qué quieres, Yang? – lo miró con cansancio.

– ¿Estás enojado conmigo? –

Estúpido.

Claro que estaba enojado.

– No – bufó – mierda, sí. Lo estoy –

El menor lamentó su existencia.

– Lo siento mucho – pidió – no recuerdo lo que sea que hice, pero lo siento por eso –

– ¿No recuerdas nada? – lo miró con recelo.

– No. Y lamento si hice algo muy vergonzoso –

– Dios – espetó – ¿puedes dejar de disculparte por creer que me avergonzaste por algo? Se está volviendo tedioso –

El menor parpadeó confundido.

– Yo... –

No sabía que decir.

– Ni siquiera sabes por qué estoy molesto – se cruzó de brazos.

– No – admitió – ¿por qué estás molesto? – preguntó temeroso.

El otro resopló.

– Tú... – gruñó – me pasé todo el fin de semana mensajeándote y llamándote, y no te dignaste a responder – reclamó – lo último que supe es que te fuiste en muy mal estado y... mierda – golpeó su brazo – ¡estaba preocupado! – frunció el ceño – incluso mis estúpidos amigos lo estaban –

YangYang lo miró boquiabierto.

Eso era... ¿qué?

Bueno. Definitivamente no esperaba eso.

– Lo siento tanto – se acercó a él – estoy castigado y me quitaron mi cargador. No sabía que ibas a llamarme – dijo con tristeza – lo siento en serio –

– ¿Por qué bebiste tanto? – preguntó decepcionado – se nota que no bebes. ¿Por qué harías algo así? –

El menor soltó un suspiro pesado.

No sabía si debía explicarle o no, pero de inmediato recordó los consejos de Ten y se armó de valor.

– No me juzgues – murmuró – yo te... te vi con Jeno. Y él es tan buen bebedor – negó – sólo quería beber como él –

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