Ten no dejaba de sonreír.
Esto era por lo que había vivido y no lo sabía. YangYang feliz y eufórico era lo mejor del mundo.
– ¡Te juro que es tan lindo! – chillaba mientras escribía en su teléfono.
Probablemente estaba respondiendo todos sus mensajes del fin de semana.
Estaba sentado sobre la isla de la cocina, columpiando los pies y parloteando a prisa. Parecía un pequeño y Ten quería llorar de la ternura.
– Y sus besos son los mejores del mundo – suspiró enamorado, dejando su teléfono de lado.
– ¿Cómo puedes saber eso? – se burló el tailandés – nunca habías besado a nadie –
– No lo necesito para saber que mi ángel Renjun es el mejor besador que existe – sonrió seguro – no puedo esperar a que acabe mi castigo para traerlo a que lo conozcan –
El mayor lo miró divertido.
– ¿No crees que es muy pronto? –
– Demasiado pronto – asintió – lo van a adorar –
La señora Xi, que cocinaba junto al rubio, sollozó de repente.
– Mi pequeño ha crecido tan rápido – lloriqueó – uno de estos días ya no va a necesitarme –
El menor soltó una risita tímida mientras se bajaba de la isla para abrazar a la mujer.
– Aún te necesito, nana – aseguró.
Ten quiso reír, pero qué mierda. Quería unirse a ese abrazo más que otra cosa, así que lo hizo, siendo bien recibido por los otros dos.
De repente, el tono del teléfono de YangYang los separó de golpe.
– ¡Es él! – gritó cuando leyó el contacto – iré a mi cuarto a contestar. ¡Regreso en un rato! – dijo mientras salía corriendo de la cocina.
El tailandés entonces sí rió.
– Su primer amor – negó divertido – esto es hermoso –
– Lo es – asintió de acuerdo la mujer – ojalá el señor Qian fuera así también. Pero no. Él es lento como perezoso y, para cuando reaccione, usted se habrá ido –
Ten casi no registra eso último.
– ¿Qué dijo? – preguntó desorientado.
– Nada – sonrió ella, siguiendo con la tarea de cocinar.
El rubio frunció el ceño antes de seguir con lo que hacía.
Por su propio bien, decidió que no iba a preguntar.
Algunas cosas era mejor no saberlas.
– Lucas – rió contra sus labios – tenemos que ir a trabajar o Kun va a despedirnos –
– Un último beso y ya – pidió el menor.
– Dijiste eso hace cuatro besos – reprendió, besándolo de todos modos.
Estaban encerrados en la sala de copiado que nadie usaba nunca por que ni siquiera usaban papel en la oficina.
Desde el fin de semana, habían acordado comenzar a salir informalmente y se dijeron que eso no intervendría con su desempeño en el trabajo.
Medianamente cierto, si les preguntaban.
– En serio – lo separó el mayor – tenemos que salir de aquí –

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Stand by me
ФанфикTen era un tipo optimista la mayor parte del tiempo. Siempre pensaba que todo pasaba por algo. Ahora, que su novio lo había dejado, lo despidieron de su trabajo y no tenía donde vivir, no estaba tan seguro. Lo bueno era que tenía a sus amigos, Sic...