¿Tú o yo? Parte IV

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Todos estaban sentado en las escaleras de la sala de ensayo, esperando para el reparto de temas, menos Hugo y Anaju. Era cierto que aún faltaban un par de minutos para las cuatro de la tarde, pero a Eva le resultó inquietante.

Y no quiso analizar muy bien la razón.

Sólo se permitió echarle una mirada de cierta preocupación a Nia cuando vio a los profesores entrar en la sala y aquel par aún no había llegado. Antes de que Noemí alzara su bolígrafo y empezara a contarlos, entraron los dos alumnos a tropel en plena carrera. Hugo consiguió agarrarse a la puerta y dar el giro hacia la derecha con bastante solvencia. Anaju, sin embargo, acabó derrapando hacia el interior de la sala, su cuerpo inclinado hasta casi tocar el suelo con la mano izquierda, a punto para amortiguar un posible impacto contra la superficie.

Eva se llevó las manos a la boca, sobrecogida por la escena. Lo cierto es que había sido bastante impresionante ver cómo la turolense recuperaba en el último instante el equilibrio y se incorporaba con toda la dignidad del mundo, retomando alegremente la trayectoria con paso ligero hacia las gradas. Ambos traían unas sonrisas de oreja a oreja. Hugo incluso se permitió la desfachatez de guiñarle un ojo a la directora de la academia cuando se sentaron y justo sonó la alarma.

"Un día de estos me vais a matar, que quede constancia de eso, por favor", sentenció Noemí, dirigiéndose a la cámara más próxima.

La gallega los observó desde lo alto de las gradas, mientras se reían juntos y se daban un codazo cómplice de criaturas traviesas. Hugo echó la cabeza hacia atrás y se la quedó mirando risueño, encantado con su existencia. Anaju sin embargo no le dirigió la mirada en ningún momento, concentrada en el discurso que la directora estaba dando respecto al tema grupal.

Decidió imitarla y concentrarse en lo que realmente era importante dentro de aquella academia. ¿Es que no había aprendido nada de su primera etapa en el programa?, se reprochó, molesta consigo misma. Pero entonces notó una mano en la rodilla y descubrió que Nía, a su lado y en silencio, le estaba dando todo su apoyo sin ni siquiera mirarla. Sonrió, pillada infraganti.

Céntrate, Barreiro. Por lo que más quieras, ¡céntrate!

Y eso es lo que hizo durante el resto del día, encantada con la canción que le había tocado: Nothing else matters. Prometía hacerle resaltar parte del potencial vocal que aún no había conseguido demostrar. Al fin una balada a su medida y, además, una de sus preferidas. La cogida de tonos con Manu había sido bastante provechosa. Incluso había conseguido que el director musical aceptara un par de cambios en las tonalidades de ciertas partes.

Se fue directa a merendar con la sensación de haber vuelto a coger las riendas de su concurso. Se sentía confiada con aquel tema, pisando terreno conocido. La clase posterior con Mamen también había resultado fructífera. Descubrieron que su rango vocal había mejorado considerablemente respecto a la primera etapa del programa y realmente se hubieran fundido en un sentido abrazo si las circunstancias hubieran sido otras. Se contentaron con emocionarse como un par de tontas en la distancia, lanzándose besitos lacrimógenos.

Para la hora de la cena, y después del ensayo en el piano de la gran grupal que se avecinaba, Eva ya había agotado casi la totalidad de sus energías. Pero con la satisfacción de haberlas empleado de la mejor manera posible. Así que no la sorprendió cuando llegó a la mesa y Hugo le comentó que se veía radiante. Le dio un abrazo rápido y se apresuró a cogerse un plato. No se dio cuenta de que Anaju aún no estaba entre todos sus compañeros hasta que no dio el segundo bocado de su plato de ensalada de pasta. Miró alrededor y frunció el ceño.

"¿Dónde...?"

"En un box", le respondió Samantha, sentada frente a ella, sin dejar de comer. "Dice que no tiene hambre", se limitó a informar, encogiéndose de hombros.

Cuando nadie miraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora