Ram Pa Pa Pam

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"¡Dios mío, Evitis, eso te queda fantabuloso!", exclamó Maialen entrando a vestuarios, coincidiendo con la gallega.

Eva se miró al espejo, sintiéndose algo expuesta. Se pasó una mano por el abdomen al descubierto, contemplando su look para Part time Lover. Consistía en un traje chaqueta amarillo con un top sujetador violeta, el cual no dejaba mucho a la imaginación. "¿No crees que es demasiado...?"

"¡Ay, señor, tienes que dejar atrás ya tantos complejos, querida!", la cortó una de las estilistas, mirándola con cierta exasperación. "Tienes un pecho precioso, ¿por qué no lucirlo? Sólo piensa que vas en bikini, que tú estás más que acostumbrada".

"Ya, pero no ante toda España...", musitó la gallega.

Mais se le acercó y apoyó su mentón en el hombro de la castaña. Ambas se miraron a través del espejo. "Estás super mágica, Evi. Toda esa Epaña que tú dices y, créeme, lo que no es tan España, van a caer rendidos a tus pies", le aseguró, rodeándola con los brazos por la cintura. Eva le sonrió levemente, aún perdida entre dudas, acariciando sus manos. 

"¡Y, ahora, largo de aquí! Que conmigo esta gente sí que debe hacer magia", le atizó el trasero la pamplonica.

Eva se apartó para dirigirse a los cambiadores con una sonrisa en los labios. Algo empezaba a hacer clic en su interior. De manera muy remota y débil, pero parte de su ser se iba desprendiendo poco a poco de los viejos demonios, ese incordio inútil de lastre que la frenaba desde la adolescencia. Tenía que reconciliarse con su propio cuerpo y no iba a ser una tarea nada fácil, larga en el tiempo, pero al bajar la mirada a su torso y apreciar cómo le resaltaban las curvas aquel atuendo, Eva se mordió el labio inferior algo incrédula. Parecía imposible, pero empezaba a sentirse cómoda y debía admitir que el traje le encantaba. 

Tenía que dejar de perder el tiempo de aquella manera y centrarse en potenciar sus dotes. Tenía, imperiosamente, que deshacerse de la vieja Eva y darle la bienvenida a la nueva. 

"Por cierto, Evitis, Anaju te buscaba", oyó que le decía Mais desde la lejanía, mientras se enfundaba en su vieja ropa. Salió de detrás del probador, ajustándose una zapatilla. "Creo que ahora está en plató".

Eva miró inmediatamente a Clara, una de las asistentes de producción que los acompañaba en los trayectos entre la academia y las diferentes estancias a las que debían ir. 

"Por favor, Clara, dime que puedo ir", le suplicó con carita angelical. "Sé que Gerard y Hugo ya han subido a la academia y a mí no me debe tocar esperar mucho más para ensayar. No me mandes arriba, ¡por favooooor!", le insistió, lastimera.

Divertida, la asistente simplemente le indicó que se pusiera la máscara, ya un tanto inmune a los dramas de los triunfitos. Y una vez en plató, Eva se dirigió a los sofás del escenario secundario, paseando la mirada por todos lados. Se extrañó de no encontrar a Anaju y se sentó al lado de Nia. Ésta ni tan siquiera esperó a que le formulara la pregunta. "Está a punto de salir", le indicó el escenario principal. Eva estaba a punto de decirle algo cuando las sirenas de Man Down empezaron a aullar, captando la atención de todos los presentes. 

Anaju había irrumpido en el escenario con semblante endurecido, rodeada por el elenco de bailarines. A pesar de que Vicky iba dando vueltas, marcando unos cuantos pasos a medida que la canción avanzaba, se intuía una actuación imponente. La interpretación de la turolense era impecable: desafiante y retadora en las partes que lo exigían, demandando justicia de manera imperante; desgarrada y atormentada cuando la culpa de sus actos la sobrecogía, agarrándose el estómago con impotencia.  

Eva se encontró reteniendo el aliento cuando Anaju, seguida de su séquito de bailarines, avanzó por la pasarela con paso firme hasta llegar a la peseta. Para el final de la actuación, dejó de mirar la figura en el  escenario y alzó la vista para contemplar la pantalla gigante encima del escenario. Un primer plano del rostro enfurecido de la turolense se apoderó de la atención de todos los presente. Los apuntó con dos dedos, simulando una pistola cargada, y los disparó sin piedad, indignos de su presencia. 

El silencio se hizo en el plató.

Eva sólo atinó a despertar del embrujo cuando sus compañeros empezaron a aplaudir a la morena desde los sofás. Sin embargo, la gallega no acertó a mover sus manos, se había quedado prendada de la mirada de Anaju desde el escenario, quien la había atrapado bruscamente en sus ojos oscurecidos. 

"¡Cierra la boca, muchacha, que vamos a tener que traer la fregona!", oyó que Nia le decía, mientras efectivamente le cerraba la mandíbula con una mano. 

Eva la apartó, algo molesta, y se removió incómoda en el sofá. Sin embargo, acabó sonriéndole a su compañera, aún aturdida por la actuación. "Ha sido increíble, ¿verdad?"

Nia le pasó un brazo por los hombros, asintiendo con vehemencia. "Han vuelto las dos con mucha fuerza, después de la cuarentena. Yo no sé de qué manantial han bebido, pero compartan un poco, por dios", comentó divertida, echando unas cuantas de sus carcajadas. "Están con un divino subido que da gusto", le sacudió los hombros. "Y hablando de la reina mora...". 

Eva siguió el dedo de Nia, quien apuntaba a una Anaju subiendo los escasos escalones hacia el escenario secundario. La gallega no supo darle una razón plausible para los repentinos nervios que empezaron a atenazarle los músculos. 


Cuando nadie miraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora