Supresores

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Joaquín POV

Las manos de Emilio salieron de debajo de mi ropa y solloce bajito aferrándome a su cuello, él bufo tomándome por la cintura para empujarme al asiento de vuelta, su mirada encontró la mía y me sentí como un niño regañado.

―No quiero que la toques. ―murmuré importándome bastante poco si estaba de mal humor. ―Su aroma me da nauseas. ―añadí cruzándome de brazos, mi cuerpo estaba ardiendo y él estaba ahí solo mirándome fijamente, de pronto mi necesidad era sustituida por una rabia incontrolable.

―Bien, quizás así dejes de colgarte de mí. ―sentenció cerrando la puerta con fuerza, lo vi acercarse a ella y murmurarle algo al oído, la chica con enorme cabello rizado y apestoso aroma me miro a través del cristal, ella tampoco me tenía mucho apreció al parecer.

Rodeo a Emilio por la cintura y mi omega ardió de celos, pero entonces él la abrazo de vuelta y sentí como si me arrancara un pedacito, mis ojos se llenaron de lágrimas y odie que ella pudiera verme así. Por unos segundos permanecieron ahí abrazados frente a mí, trate de abrir la puerta para bajarme, pero él había puesto el maldito seguro, parecía una tortura, mi omega sollozaba con la cola en el piso.

Cuando finalmente la soltó dejo un beso en sus labios y mi omega jadeo como si acabaran de golpearlo en el estómago, subió a la camioneta sin mirarme de nuevo y me aleje de él lo más posible porque apestaba a ella, estaba furioso con él, al mismo tiempo que mi omega sollozaba por el calor de mi cuerpo y la desesperación de que su alfa apestaba a otra persona.

―Abre la ventana. ―murmuró de mala gana, lo ignore en silencio, me había lastimado y odiaba que mi cuerpo siguiera deseando su toque tan desesperadamente. ―Joaquín, abre la maldita ventana. ―su voz hizo que me encogiera en el asiento y él suspiró pesadamente. ―Sabías que estaba saliendo con ella. ―no era lo que imaginaba cuando pensaba en mi primer celo, ahora me sentía triste y necesitado, por culpa de la misma persona.

― ¿Por qué ella puede tenerte y yo no? ―susurré con la voz entrecortada, mirándole de nuevo sintiendo ese horrible aroma en él.

―Porque ella no despierta a ese maldito animal. ―murmuró aferrándose fuertemente al volante, fruncí el ceño sintiéndome pequeño, no era lo mismo que usara su voz dominante con otros alfas a que la usara conmigo. ―Abre la maldita ventana. ―exigió frenando la camioneta, di un salto en el asiento y él suspiró pesadamente, ya tenía todas las ventanas abiertas, la mía no iba a cambiar nada.

― ¿Qué animal? ―murmuré sin prestarle atención a sus exigencias, una oleada de calor me recorrió la espalda y solté un pequeño jadeo, me aferré a mi cuerpo con fuerza cerrando los ojos, su aroma a canela era más fuerte ahora.

La cereza se estaba disipando poco a poco y mi omega era capaz de percibir a su alfa de nuevo. Los nudillos de Emilio estaban casi translucidos por la fuerza con que se aferraba al volante y soltó un bufido antes de estirarse para abrir la ventana el mismo, su aroma me atrapo de nuevo y mis brazos fueron a su cuello de inmediato, su cuerpo se tensó mientras mi rostro se escondía en ese punto donde el aroma era más intenso.

―Necesito que me sueltes. ―murmuró con la voz más ronca que de costumbre, pero estaba perdido en mi propia nube, imaginando sus labios sobre los míos y sus brazos sosteniéndome de la misma manera en que lo hizo con ella.

―No quiero. ―susurré cuando esa horrible imagen me saco de mi ensoñación, no quería que oliera a ella, no quería que lo tocara, él era mío.

―Joaquín, por favor. ―murmuró tomando mis manos para romper mi agarre, un sollozo se abrió paso en mi pecho y él suspiró pesadamente. ―Lo voy a poner en palabras que puedas entender, eres muy joven y por mucho que intente controlarme, sabes lo que puede pasar si sigues tratando de pegarme tu aroma. ―añadió mirándome seriamente, ni siquiera había notado que lo estaba haciendo, como se suponía que me detuviera.

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