¿Estás en celo?

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Joaquín POV

Me quede entre sus brazos el tiempo suficiente para que mi llanto se detuviera y mi omega se sintiera calientito de nuevo, sus manos acariciaban mi espalda tiernamente y su aroma estaba en todas partes, era lo más relajado que había estado en meses.

―Quiero irme a casa. ―murmuré rozando su cuello con mis labios.

Habíamos subido a la camioneta porque afuera comenzaba a chispear, estábamos sentados en el asiento trasero, estaba sobre su regazo con mi rostro en el hueco de su cuello y una de sus manos jugaba con nuestros dedos entrelazados, todo mi cuerpo se sentía caliente entre sus brazos, se sentía como si hubiera estado corriendo durante horas y ahora finalmente pudiera descansar.

―Debemos ir a la escuela primero, a menos que tengas llave de la casa de Andrés. ―murmuró bajito erizándome la piel, negué cerrando los ojos y atrapando su aroma en un largo suspiró. ―Entonces lo llamaré y...

―No, no quiero ir a casa de Andrés. ―musité levantándome para poder verlo a los ojos, me acomode hasta quedar a horcajadas sobre sus piernas y toque su nariz con la mía mientras mi omega ronroneaba bajito. ―Quiero ir a casa contigo. ―susurré con ojitos suplicantes, sus manos estaban sobre mi cintura y su ceño estaba fruncido, le sonreí llevando mis manos a su cuello, pero entonces su cuerpo se tensó.

― ¿Estás en celo? ―exclamó hundiendo su nariz en mi cuello, causándome cosquillas, fruncí ligeramente el ceño y negué, era imposible, había tomado mi pastilla en la mañana.

De pronto mi conversación con la madre de Andrés me golpeo con fuerza, ella me había dicho que la tomara con el jugo, pero yo estaba distraído pensando en mis panqueques, nunca la tome.

―Oh. ―susurré sintiendo mi espalda erizarse al sentir sus labios tocar ese punto en mi cuello, incline la cabeza instintivamente, mi omega sabía que estaba con su alfa.

―Debería llevarte al escuela. ―murmuró con voz contenida, podía sentir sus labios rozando mi piel, no quería ir a la escuela. ―Es peligroso que estemos juntos ahora. ―continuó besando finalmente mi cuello, se sentía bien, cerré los ojos metiendo mis manos entre sus rizos.

― ¿Por qué? ―musité sin poder comprender como algo que se sentía tan bien podía ser peligroso.

―Estás en celo, bonito y yo no tengo mucho autocontrol desde que deje de tomar los supresores. ―explicó con la voz ronca, mi corazón se movía tan rápido como las alas de un colibrí y podía sentir su cuerpo tan necesitado como el mío.

―Pero eres mi alfa. ―murmuré, mi omega gimoteaba deseando ese toque que tanto tiempo había esperado. ―Dijiste que eras mío. ―añadí en un ruego que detuvo la respiración de Emilio un segundo.

―Lo soy, sabes que lo soy. ―susurró siguiendo la línea de mi mandíbula con sus labios. ―Pero no podemos hacer esto, podrías terminar marcado y no voy a hacerte eso. ―añadió alejándose justo cuando sus labios estaban por tocar los míos, mi omega emitió un sonido extraño y me pegué a su cuerpo de nuevo.

―Pero yo quiero esto. ―murmuré buscando sus labios de nuevo. ―Por favor, Milo, no me rechaces de nuevo. ―susurré sobre la comisura de sus labios, un gruñido se abrió paso hasta salir de su pecho y después de una eternidad esperando, tuve el beso que tanto había anhelado.

Sus labios eran suaves, comenzó con un beso tan lento que sentía que se me iba la vida en ello, sus dedos tocaron mi cuello atrayéndome aún más y sus dientes tomaron mi labio inferior sacándome un jadeo de sorpresa que aprovecho para que su lengua encontrara la mía.

Me quede ahí tembloroso dejándolo recorrer mi boca a su gusto, con mi lengua jugueteando con la suya torpemente, él sabía exactamente qué hacer, pero yo tenía poca experiencia y me costaba seguirle el ritmo. Su lengua serpenteaba alrededor de la mía como si estuviera guiándome y yo solo atinaba a suspirar perdido en la sensación de ser besado por mi alfa.

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