Marca

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Emilio POV

Su aroma era dulce y embriagador, se veía bonito mientras dormía, sus largas pestañas y mejillas sonrojadas le daban un aire casi angelical, me había quedado a su lado gran parte del día, antes de que la lluvia se detuviera y bajara a buscar nuestras cosas en la camioneta, planeaba regresar a su lado, pero supuse que debía enviarle un mensaje a Andrés para explicarle que todo estaba bien, encendí el teléfono y su nombre brillo de inmediato en la pantalla. Debía haber estado tratando todo el día.

Me senté en la orilla de la cama y tome la manita de mi castaño entre mis dedos, ahora que podía tocarlo no podía detenerme, mi alfa se sentía celoso de que alguien más pudiera sentir su sedosa piel.

―Emilio más te vale que no le hayas hecho nada, te juro que si no está en mi casa en la noche haré que mis padres hablen con la policía. ―fruncí el ceño sorprendido por su desesperación, sabía que debía estar preocupado, pero meter a la policía en esto sonaba algo ridículo.

―Él está bien, está durmiendo ahora. ―murmuré sin levantar demasiado la voz, no quería despertarlo. ―Tendré que preguntarle si quiere ir a tu casa cuando despierte. ―añadí siguiendo la línea de su cuello hasta llegar a la marca que había dejado más temprano, mi omega.

―Ese no era el trato. ―exclamó furioso, puse los ojos en blanco levantándome para salir del cuarto, no quería despertarlo y dudaba que Andrés fuera a tomar muy bien lo que había pasado. ―Él está enfermo, no puedes solo actuar como un troglodita y llevártelo sin decirle nada a nadie.

―No haría nada que lo ponga en peligro. ―musité bajando las escaleras, me estaba poniendo de mal humor. ―Y Joaquín hablo contigo, te dijo que estaba bien.

―Joaquín siempre dice que está bien, incluso si se pasa el día entero sin comer y metido en la cama, va a decirme que está bien. ―gruño exasperado, suspiré sentándome en uno de los bancos frente a la barra. ―Lo quiero en mi casa antes del anochecer.

― ¿Qué hago si no quiere ir a tu casa? ―murmuré de mala gana.

―Mis padres tienen su custodia temporal, sus medicamentos están aquí y tiene cita con su doctor mañana temprano, así que no me importa si quiere o no, vas a traerlo. ―no me importaba discutir toda la noche con él, pero no podía poner en riesgo la salud de Joaquín, tenía que tomar sus pastillas y debía ir al médico.

―Milo. ―su vocecita me distrajo del regaño de Andrés, mi pijama le quedaba enorme, su cabello era un desastre y tallaba sus ojitos en señal de que acababa de despertar, sonreí abriendo mis brazos para que se acercara. ― ¿Con quién hablas? ―susurró acurrucándose en mi pecho.

―Déjame hablar con él. ―murmuró Andrés en el teléfono, suspiré y baje la mirada a mi castaño que mantenía sus ojos cerrados, podía sentir su cuerpo caliente y el fuerte aroma de su celo, la idea de que fuera a pasar la noche en casa de otro alfa no me gustaba para nada.

―Es Andrés, quiere hablar contigo. ―musité alejando el teléfono de mi oreja, Joaquín se separó parpadeando como si tratara de poner sus ideas en orden, lo tome por la cintura y lo subí a mi regazo entregándole el aparato.

―Hola. ―susurró bostezando al final, sonreí enternecido por su aspecto. ―Estoy bien, solo hablamos. ―recargó su cabeza en mi hombro y enterró su nariz en mi cuello, libere mi aroma para envolverlo de nuevo. ―Comí panqueques y luego dormí un rato. ―musitó con las mejillas sonrojadas, sonreí comprendiendo que estaba pensando en lo que habíamos estado haciendo. ―Quiero quedarme aquí. ―musitó con un ligero puchero como un niño al que le daban hora de llegada. ― ¿Puede ir Emilio conmigo? ―pidió, fruncí el ceño, dudaba que fuera buena idea irme a dormir a la casa de Andrés. ―Entonces puedes traerme a su casa después de la cita con el doctor. ―murmuró desesperado. ― ¿Por qué hasta el lunes? No, yo quiero...pero...si no vas a dejarme verlo entonces no voy a ir a ningún lado. ―Andrés no conocía a Joaquín como yo, no sabía que podía pasarse la vida tratando de discutir con él, pero si mi castaño ya había tomado una decisión, quitarle esa idea de la cabeza iba a ser imposible. ―No quiero más supresores. ―me miró con ojitos preocupados y fruncí el ceño sin saber que estaba pasando. ―No puedo sentir a mi alfa con eso y no me gusta. ―musitó ansioso. ― ¿Emilio puede llevarme en la mañana? Quiero dormir aquí. ―probablemente era buena idea que alguien más interviniera en esta situación, yo no tenía la fuerza para negarle algo y en cuanto me pusiera ese bonito puchero, estaría a sus pies. ―Entonces ¿puede ir por mí después de la consulta? ―suspiré besando su frente. ―Lo prometo. Te quiero, adiós. ―dejo el aparato en la barra y se acomodó sobre mi regazo hasta envolver sus brazos en mi cuello. Mi alfa no estaba muy feliz con esa última parte, pero tuve que controlarme para no decirlo en voz alta.

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