Astrid cenaba en su casa, ella recién había cumplido los 20 años, ella vivía con la familia de sus tíos por parte de su madre, Elinor, Fergus y sus 4 hijos, que eran los trillizos Hamish, Humbert y Harris, claro y su prima que era dos años menor que ella Mérida.
Astrid había vivido con ellos desde que era pequeña, ya que sus padres habían muerto en un accidente automovilístico. Sus padres le habían dejado una gran fortuna, pero para poder ser reclamada, ella tenía que casarse y aun no estaba en sus planes la idea del matrimonio. Por el momento trabajaba en la fábrica de su tío que era de muebles de madera, hace algunos años habían tenido una fuerte crisis económica y aun no se recuperaban de ella, por el contrario mes con mes había corte de personal y era muy triste dejar a personas sin empleo.
La cena iba muy bien, pero su tía Elinor se veía muy nerviosa al igual que su tío, Elinor y Fergus de vez en cuando se miraban el uno al otro y se afligían, Astrid empezaba a mirar preocupada aquella escena. Elinor pidió a los chicos que se retiraran y ellos asintieron con la cabeza, Mérida y Astrid se miraron la una a la otra y no sabían que era lo que estaba sucediendo.
- Y ¿ahora que se supone que hicimos? - decía Mérida intrigada y confundida, mientras Astrid solo dejaba de cenar.
- No hicieron nada - decía Elinor seria - es solo que tu padre les tiene que decir algo a las dos, Fergus.
- Em... - Fergus se sentía nervioso y tartamudeaba un poco - Mérida... em... Astrid... yo...
- Chicas hay problemas en la fábrica - decía Elinor muy seria - y son muy graves, al grado de que si no pagamos cierta cantidad de dinero, el banco no la puede quitar y la perderíamos.
Astrid sabia a la perfección que la fábrica estaba muy mal, pero no se imaginaba que estuviera en esas condiciones. En cambio Mérida no sabía mucho aun de la fábrica, apenas e iba los fines de semana a trabajar en ella, ayudando a su padre. Astrid pensaba que si tuviera la herencia que sus padres le habían dejado ella les daría el dinero sin pensarlo, a final de cuentas era su familia.
- Debe de haber alguna solución - decía Mérida preocupada - no se pueden rendir así como si nada.
- Si la hay - decía Elinor mirando a Mérida y a Astrid - uno de los socios de tu padre, tiene un hijo el cual necesita una esposa, así que tu Mérida te tendrás que casar con él.
- ¿Qué? - decía Astrid un poco sorprendía, mientras Mérida solo se encontraba en chock.
Astrid pensaba que realmente tenía que ser una situación muy seria para tomar una medida así de desesperada, ¿Quién en su sano juicio casaría a su hija, sin conocer al prometido?, pero eso realmente no le importaba a la gente con dinero, siempre y cuando hubiese una ganancia. Mérida seguía sin poder articular palabra, pero su expresión de sorpresa y miedo, cambio a furia y odio.
- No, me niego - decía Mérida enojada, mientras le brotaban las lágrimas - no lo hare.
- Mérida es tu deber ayudar a tu familia - decía Elinor preocupada y algo molesta - no te lo pediríamos si no fuese algo importante.
- No, no quiero arruinar mi vida - decía Mérida aun llorando - es mi vida y no la echare a perder con un matrimonio que no va a ningún lado, debe de haber otra opción.
- Hija no las hay - decía Fergus triste - es por eso que te lo pedimos, si no perderemos la fábrica.
- No lo hare - decía ella gritando - no quiero hacerlo.
Astrid veía la escena y se sentía impotente ante tal situación, no quería que la fábrica de sus tíos se perdiera, pero tampoco quería que Mérida se casara sin conocer el amor. Si Mérida no se casaba, se perdería la fábrica, por la cual habían luchado, durante años. Pero si Mérida se casaba, sabía que ella jamás le volvería hablar a sus padres y jamás se los perdonaría y no quería que ni uno ni lo otro pasara, tenía que haber otras solución y si la había. Sus tíos aun trataban de hacer rectificar a Mérida, pero ella no quería y no la harían cambiar de opinión.
- Yo lo hare - decía Astrid, mientras sus tíos y Mérida guardaban silencio - yo me casare.
- Astrid no - decía Elinor al verla - no debes, es un problema...
- Yo me casare tía - decía Astrid - si me caso, podre cobrar la herencia y se las daré para que paguen en el banco, yo seré quien se case.
- Astrid tu no debes - decía Fergus.
- Él necesita una esposa, ¿no? - decía Astrid firme - y yo necesito un esposo para cobrar la herencia, así que no hay vuelta atrás, yo me casare.
Mérida le agradecía a Astrid con aun lágrimas en los ojos, mientras que los tíos de ella le explicaban como estaban las cosas y cuando conocería a su prometido para hacer el acuerdo. Astrid sintió que el estómago se le revolvía, al final de cuentas casarse no era un juego, pero si lo hacía, su familia estaría bien y podrían echar andar la fábrica de nuevo, todo esto lo hacía solo por su familia y ella sentía alivio por eso.
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Hola aquí les dejo otra historia, en esta lloraran, reirán, se identificaran con los personajes y en ocasiones sé que me odiara, pero sé que realmente se divertirán y la disfrutaran, espero y sea de su agrado.
Comenten si les gusta la idea, gracias por leer c':
Pero antes de que continúen, les dejare una pequeña advertencia.
Advertencia esta historia es mía, no es ninguna copia, yo la cree,,, si encuentran alguna parecida se los agradecería que me dijeran. La historia puede contener lenguaje soez y escenas un poco fuertes, así que se las dejo que la lean bajo su propio riesgo, Gracias.
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¿Un contrato por Amor? (Hiccstrid en la vida real)
FanfictionHiccup Haddock es uno de los herederos de las empresas más importas de Oslo Noruega, Las Empresas Berk. Sin embargo su abuelo al morir estipula que todas las acciones de las empresas se heredaran al primer nieto que haya contraído matrimonio y es ah...