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Ya había pasado una semana desde que Bye había fallecido. Fue un golpe duro para su padre, el director de la preparatoria. Dos semanas de luto, dónde esperaríamos a qué el nuevo director se incorpore.

Beomgyu la estaba pasando muy mal estos días. Había ido a visitarlo unas cuantas veces a su casa. Un niño chiquito ocultando su rostro entre sus piernas mientras era consolado por mí.

De alguna forma, esta tragedia había hecho que Gyu y yo volviéramos a hablar. Y cómo no hacerlo, a nadie le desearía que su novia fallezca de repente.

Sus ojos hinchados, su perfilada nariz roja, su cabello mal cuidado. Era muy lamentable verlo en ese estado.

Compartíamos el mismo dolor, todos lo hacíamos. Mientras el peliplomo lloraba en mi hombro, unas lágrimas escaparon de mí.  Más que nunca extrañabamos a Hye.

Lo que hace una semana había sido el mejor día de mi vida, se convirtió en el peor.















—Te puedes quedar a dormir por favor— dijo con su voz toda ronca.

—Gyu, tengo que ir a casa. Además está mal que una chica se quede a dormir en la casa de un varón—

—Invita a los demás entonces, quiero pasar un momento agradable con mis amigos, quiero olvidarme de todo aunque sea por un rato—

—Bien— dije mientras me soltaba de sus fuertes brazos.

Llamé a cada uno, con gusto accedieron. Avisé a mis padres y ellos entendieron la situación. Pasar un momento feliz con amigos era lo que todos necesitabamos después tantos días grises.

Uno a uno fueron llegando. Pero Soobin no pudo, no había salido bien en su prueba de rendimiento semanal y por lo tanto no podría salir. Aún con todo su desánimo y tristeza tenía que ir a practicar, en la empresa no le dieron permiso de tomar un descanso pues el debut estaba a tan solo unos meses. Sin embargo, prometió que se uniría a una videollamada.


Todos dejaron sus bolsas de dormir en la espaciosa sala. Beomgyu sacó su guitarra y juntos a los demás empezó a cantar. El peluche de molang sentado al lado de Beomgyu representaba a nuestra Hyebin. Un lindo peluche de color blanco que la chica había recibido de Huening alguna vez.






Después de haber hablado sobre la vida, y haber recordado a nuestra amiga. Todo fueron cayendo en un profundo sueño. Mientras tanto yo hablaba con Soobin por teléfono, era más de media noche y salí en busca de algún empaque de galleta que haya quedado sano y salvo.

Comí la última galleta que quedaba y volví a mi bolsa de dormir. Sentí unos brazos rodearme. Era Beomgyu.

—Gracias por ser mi fuerza— dijo susurrando. —Déjame abrazarte por favor, siento mucha tranquilidad cuando lo hago—

—Está bien— dije suavemente.

Su respiración era lo único que podía oír, mientras que brazos me propiciaban calor . Unos cuantos sollozos escaparon de él, estaba pasando por un momento difícil. No lo dejaría solo.

 No lo dejaría solo

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L I M E R E N C E  [ Choi Beomgyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora