Gwen Trainor
Deseaba que Hult no me viera llorar. Pero también deseaba hablar con él como personas normales discutiendo un tema, y él por fin se sinceraba. Nos encontrábamos frente a frente, como dos almas deambulantes. Él no apartaba su mirada de mí ni yo la mía de él.
—Tú me haces sentir en desbalance y eso me aterra —expresé entre palabras quebradas. Pero ya no lloraba, a pesar de que no me sentía del todo bien. Las lágrimas lograron cesar.
—No me gusta verte de esta manera — murmuró con un tono más suave en contraste con el mío tenso—Lo siento— de alguna manera me dio la sensación de que él estaba pidiendo disculpas por algo que estaba a punto de hacer—No tenía en claro que íbamos a cruzar el límite entre los dos en tan poco tiempo.
—Ni siquiera yo lo tenía en claro — declaré.
—Imagino que los amigos pasan por esos altibajos. ¿Verdad? —indagó a través de una sonrisa débil. Correspondí con la misma y asentí.
—Imagino— repetí.
—Yo... solo quiero que estés bien. Y regar lo que sientes por mí solo hará de las cosas más difíciles— dio otro paso hacia mí. Cogió mis manos con las suyas y las entrelazó—Y sé que te estás proyectando miles de preguntas, las cuales quisiera darte una explicación para cada una.
Me quitó todas las ideas de la mente al acertar sobre mis preguntas —¿A qué vienes con todo esto? —me parecía saberlo. Ya sabía a qué se refería, pero necesitaba oírlo, porque las referencias de Hult nunca eran seguras. Me dejó casi absorta cuando tiró de mí y sin previo aviso, llevó sus labios hasta los míos, plantando un beso en ellos. Estiró mis brazos por detrás de su espalda, insinuando que los dejara ahí. Y con sus manos libres sostuvo mi cara. El beso no se profundizó. Nuestros labios solo se tocaban, pero era fuerte. Como si Hult tratara de disfrutarlo por última vez, y traté de disfrutarlo también. El sonido de nuestros labios al separarse, dejó un hoyo en mi estómago. Los ojos de Hult comenzaron abrirse gradualmente. Podía apreciar el brillo del esmeralda muy cerca de mi otra vez. Prácticamente me quitó las palabras de la boca.
—Quiero ser tu amigo Gwen, las cosas irían mejor de ese modo. ¿Podemos empezar de nuevo? —debía recapacitar cada segundo que transcurrió en estos momentos. Sabía por dónde venía, pero me dejó perpleja el que me haya besado y luego de besarme me pedía comenzar otra vez siendo amigos. Esto me deja en una posición diferente. Era Hult quien me gustaba, ¿pero yo le gustaba a él? Y si era así, ¿qué tiene de difícil? Ni siquiera podía, oponerme a su idea. Puesto que, como fuera quería a Hult en mi vida. No quería odiarlo, y seguir jugando al gato y al ratón. Pero por qué me besa y me pide esto. Él me ocultaba muchas cosas, desde esto hasta lo que sucedió realmente en mi casa, de igual forma mis preguntas siempre quedan inconclusas.
—¿Te llamas Jeremy? —repetí lo mismo de la primera vez que hablamos. Mis brazos que seguían alrededor de Hult, aflojaron poco a poco hasta separarme de él. Aunque mi corazón indicara el suyo, no podía hacer nada. Tal vez debía conformarme con su amistad.
Delineó una sonrisa traviesa en sus labios— ¿Tengo cara de Jeremy?
—Creo que no— enarqué una ceja con gestos dudosos —Adivina tú, cuál es el mío.
—Gwen —murmuró sin deshacer su sonrisa.
—Así que.... ¿Me veías en clases?
El chico rodó los ojos con fastidio —Cómo no hacerlo si eras muy rara.
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Ángel 234(I&II)
RomanceUn caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colores. Un desorden antinatural perfecto, lleno de oscuridad y desastres. Cada persona que cruza por nuestra vida hace un impacto. Y Hult Sulli...