Capítulo 22
Extrañaba la comodidad de mi cama, mis cobijas y mis almohadas que llevan mi olor. Había extrañado mi casa, y ese magnífico olor a comida que salía de la cocina de mamá. Escuchar la televisión muy alta de la sala, con mi papá viendo deportes. Los domingos de mímica... Mi vida era común, como antes.
Suspendieron las clases en mi universidad, por ahora solo veríamos clases online. Fue un gran escándalo el que asesinaran un estudiante allí, y para resguardar la reputación y la seguridad de los demás estudiantes, decidieron cancelar las clases por un mes. Hasta que todos se olvidaran del suceso, hasta que la gente dejara de tener pánico.
Pensar que Callum ya no estaba, era extraño. Todo ocurrió en un instante, un instante que pude detener si hubiese seguido mi mal presentimiento, cuando extrañamente se marchó a "cargar su celular". Una semana de eso, y aún no lo creo.
Quizá Hult tuvo razón. Quizás fuimos un error, y por nuestro error, Callum pagó. Fuimos un error fatal, un error que destruyó una parte de nuestras vidas. Quizás el irse de mi vida, fue la mejor opción. Quizás ese día en la clase de Freeman, no me hubiese quedado dormida, y no habría coincidido con Hult. Si no hubiese ido detrás de él. Si no hubiese preguntado su nombre, si no hubiese contestado su mensaje. Si no lo hubiese invitado a mi casa, y si no hubiese dejado que me besara. Solo quizás, Callum estaría vivo. Quizás mi vida siguiera siendo común y aburrida. Estaría con Graham, yendo a sus partidos de futbol, siendo de esas novias infelices que creen que son felices. Wells estaría en California estudiando, porque no habría conocido a Camille. Y Callum no se enamoraría por primera vez. Todo en una dirección diferente.
El nombre de Hult no estaría en mi mente. Ni sus ojos peculiares. Tampoco su voz, suave y lenta. Ronca y aterciopelada, profunda... No sabría de su existencia.
Pero no era así.
Lo conocía, y todo eso pasó. Quizás no había otra dirección, más que esta.
Me bloqueó, de las redes. Y de las llamadas, me bloqueó de su vida. Pero esto no era una de esas veces en las que terminaba volviendo de alguna forma. Él no volvería, quizás.
Las personas siempre te dejan un poco de ellos, y se llevan un poco de nosotros. Esos que se llevan mucho y otros que no nos dejan absolutamente nada, nos roban el alma y el corazón. De forma buena, o mala.
—Toc, toc —mi papá estaba parado desde mi puerta. Decía toc, toc, esperando que yo le respondiera: ¿quién es?
—Hola —susurré. Era una bola desde mi cama, apenas dejaba expuesta mi cara entre las sábanas.
—Tu mamá hizo Strudel, y hoy somos sus únicas víctimas —alzaba una ceja —¿te animas a probar un poco?
Tomé un extremo de mi cobija y la alcé hasta cubrirme la cara —No quiero el Strudel de mamá.
Pensé que se había marchado, hasta que sentí el colchón hundirse a mi lado. Mi papá me había quitado las sábanas para poder mirarme. Bufé con disgusto, al quitarme mi espacio de paz y privacidad.
—¿Noche de mímica?
—No es domingo —le respondí.
—¿Noche de películas? —puso una segunda opción.
—Papá, solo quiero dormir. ¿Podrías apagar la luz? —pedí con mis ojos cerrados. Su mano ahora acariciaba parte de mi cabeza, con tactos suaves.
—Oye cielo, puedes decirme cómo te sientes. No es bueno que te encierres en tu habitación y solo duermas —mis padres pensaban que tenía otra etapa depresiva como hace cinco meses por lo de Hult.
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Ángel 234(I&II)
RomanceUn caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colores. Un desorden antinatural perfecto, lleno de oscuridad y desastres. Cada persona que cruza por nuestra vida hace un impacto. Y Hult Sulli...