Gwen Trainor.
Bailey ha durado un día y medio en la enfermería del instituto. Lo más grave que tuvo, fue una pequeña contusión. Y un gran morado en su ojo, que le durará al menos dos semanas. ¿El por qué actuó de esa forma, Hult? No tengo ni la menor idea. Desde hace un día y medio no sé nada de él. Se fue, y no ha vuelto al instituto. No responde mis mensajes, y tampoco responde los de Callum. Me preocupa el estado mental en el que se encuentra, me preocupa qué le pueda suceder si sigue así. Sin embargo, no puedes ayudar a alguien que no te lo permite. Que se niega a darte una entrada.
Los chicos y yo, nos habíamos turnado para acompañar a Bailey. Cada uno estaba con él, al menos dos horas y media. Aunque él insistía que se encontraba bien, la enfermería no lo dejaba ir, hasta que cumpliera con su reposo.
La hora de Pamela con el pelirrojo había acabado. Ahora me tocaba a mi, estaba caminando hacia la enfermería. Con un batido entre mis manos. Era para él. Abrí la puerta de la diminuta habitación de enfermería y ahí estaba, con su labio partido. Una mancha violeta alrededor de su ojo, y una banda por toda su cabeza. Había quedado hecho nada. Llevaba sus ojos cerrados, los abrió apenas escuchó el chirrido de la puerta sonar.
—Hola chica batido —ladeo una sonrisa. Dejé pasar mi cuerpo totalmente dentro de la habitación. Me quité mi bolso y lo dejé en una silla que había al lado de su cama.
—¿Te has sentido mejor? —indagué, con los labios encorvados.
—¿Tú cómo me ves?
—Como un saco de papa —hice una pequeña broma. De la cual rió, escapando un pequeño quejido, con su mano puesta en su cabeza.
—Qué ánimos, chica batido —manifestó burlonamente.
Me senté en esa silla metálica a su lado y estiré mi brazo para entregarle el batido que le había comprado al salir de mi última clase—Te lo debía desde hace unas semanas —el miró el batido por unos segundos, y luego me miró a mi junto con otra sonrisa.
—Espero que esta vez no me lo eches encima —alertó, y con mucho esfuerzo intentó levantarse para quedar sentado. Tomó el batido y le dio un sorbo desde la pajilla.
—Oí decir a Cresh que te pospondrán los exámenes próximos de esta semana— enuncié. Pues el estado de Bailey, no le permitía dar presencia esta semana a clases.
—Al menos algo bueno salió de todo esto —rió por lo bajo —Tendré más tiempo de estudiar.
—Imagino —murmuré, alzándome de hombros.
—Hult sí que golpea duro ¿eh? —espetó mientras hacía leves círculos con su hombro. Que por cierto, se había dislocado.
—La manera en que actuó, no fue la correcta —respondí. Mis manos jugaban con la sábana de la camilla en donde estaba Bailey. Pensaba en el castaño.
—Sé que estás preocupada por él —musitó. Posó una mano encima de la mía, como forma de confort.
—Me dijo que me fuera de su vida —mi voz era tan débil como mis ánimos en ese momento.
Memorando ese momento exacto en donde me dijo que me fuera de su vida. En ese momento no me importó, pues toda la conmoción hizo que le tomara desinterés.
—Tal vez no lo dijo en serio... Cuando nos enojamos, de nuestra boca solo sale basura que no queremos lanzar —me impresionaba, que, a pesar de que Hult había dejado su cara hecha nada, Bailey seguía dándole comprensión.
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Ángel 234(I&II)
RomanceUn caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colores. Un desorden antinatural perfecto, lleno de oscuridad y desastres. Cada persona que cruza por nuestra vida hace un impacto. Y Hult Sulli...