Capítulo 16

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          Capítulo 16.

Hoy me entregaron las notas de mis tres últimos exámenes. Juraba que sacaría por debajo de un quince, sin embargo, fueron dos dieciocho y un diecinueve. Para ser mis primeras pruebas, la nota me resulta fantástica.

Estaba de camino al campus. Para encontrarme con los chicos. Bailey regresó ayer a clases, duró una semana en sanar y recomponerse, se le ve mejor. Incluso el morado en su ojo comienza a desaparecer. Hice que Hult se disculpara con él, lo cual hizo. Una disculpa entre dientes, pero lo hizo.

Desde ese demente día, hemos tratado de mejorar. No le han vuelto las voces, de vez en cuando un pequeñito dolor de cabeza, pero nada más. Tampoco ha tomado, y eso es un buen indicio. Hult vuelve a ser Hult. Lo que me ha costado es ese trato, de ser solo amigos hasta que todo se calme. Lo he sobrellevado. Se ha comportado de buena forma, siempre con su aspecto de bromista. Sin embargo, lo sigo vigilando al igual que Callum.

Y yo... Yo sigo recordando esa tarde. Nuestros besos... Cada caricia... Sus susurros... Después de ese día me he sentido distinta. Me he sentido distinta desde que lo conozco.

—¡Hey! —alguien llamó detrás de mi. Me giré y era Callum, trotando para alcanzarme. Llevaba un par de libros en sus brazos.

—¿No extrañas los casilleros? —reí. Los casilleros en la secundaria, eran lo más práctico para guardar lo que no necesitarías durante el día.

—Odiaba mi casillero, porque estaba oxidado y costaba abrirlo a veces... Pero ahora, ahora me arrepiento de mis quejas —exhaló sin ánimos. Pasó sus libros, a su bolso.

—Sí, esos casilleros eran una tortura —asentí. Mi mirada estaba fija en el camino.

—¿Has escuchado sobre ese baile? —indagó.

Unos dispersores de agua se encendieron, mojando una pareja que se besaban muy cómodamente sobre el césped. Callum y yo reímos al ver tal escena—¿El que es en dos semanas?

—Sí, ese —como olvidarlo. Pamela me lo recuerda cada día, a toda hora. En cualquier lugar.

—Claro, ¿irás? —le pregunté. Ahora mirándolo. Ladeó una pequeña mueca y comenzó a rascarse por detrás de su cuello.

—Pamela me invitó. Pero quiero regalarle algo ese día —dijo con duda en su voz.

—¿Algo como qué?

—Eso te quería preguntar. Ustedes son amigas, y entre chicas se entienden. Sabes muy bien que nunca he hecho est..

Lo interrumpí —¿Y quieres que te ayude a escoger algo que le guste? —me miró con una sonrisa plasmada, de niño. Asintió varias veces. Era tan tierno que quisiera darle algo a Pamela.

Unas manos atrás de mi se posaron en mi cintura, haciéndola sacudir. Y por supuesto, asustándome.

—¡Deja de hacer eso! —gruñí. Cuando Hult se posó a mi lado. Como era de esperarse, lanzó una carcajada.

—Eres muy temerosa niña. Deberías de relajarte —rodó los ojos. Sacó un cigarrillo y lo encendió.

—¿Harías eso por mi? —cuestionó Callum. Sus ojos azules destellaban. Entre una sonrisa, le di a entender que sí.

—¿Hacer por ti, qué? —curiosamente preguntó el castaño, con el cigarro entre sus labios.

—Lo ayudaré a regalarle algo a Pamela —le respondí.

—¡Te dije que eso debe salir por ti mismo! —le dijo Hult a Callum.

El ojiazul se encogió de hombros inocentemente. Callum tenía un leve parecido a Hult. Por su respingada nariz, su ancha espalda y ligeramente el color de su cabello. Pero el de Callum era un tono más oscuro. Y claro está, la cara de Callum gritaba inocencia, algo que no hacía la de Hult —Solo necesito una pequeña ayuda.

Ángel 234(I&II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora