Gwen Trainor.
Era lunes y a primera hora me tocó con Freeman. Me dio la oportunidad de subir mis puntos actitudinales con la condición de sacar buena nota en el examen final. No podía ser menos de 19. Tendré que repasar muy detalladamente cada tema que nos ha enseñado desde que empezó el último año de preparatoria. De igual manera me sobran tres meses para aprenderme todo de memoria, y soy muy buena con los exámenes. Es mi fuerte. Sin embargo, la última prueba final de Warren era una exposición, sufro de pánico escénico. Puedo decir el contenido completo sin equivocarme u olvidarme, pero hablar enfrente de muchas personas, así haya estudiado con todos ellos desde primaria, es una tortura.
Literalmente me congelo, se me olvida hasta mi nombre y empiezo a tartamudear. La última exposición que hice fue para literatura. Hablé del escritor Francis Scott Fitzgerald. Estudié con anticipación de dos semanas, tenía que ser una exposición completa, no podía resumir absolutamente nada. Por supuesto era la vida de un escritor famoso es imposible resumir su vida. No fue un problema estudiármelo, pero cuando llegó el día y me paré enfrente de todos, se me olvidó hasta el primer nombre de Fitzgerald.
Mi papá me decía que poco a poco se iría el pánico cuando dejara de darle importancia. Pero recuerdo muy bien que me comenzó en preescolar. ¡Preescolar! Han pasado doce años y sigo igual.
Mi mañana terminó con educación física. Algo que detestara más que las exposiciones, era hacer ejercicio en contra de mi voluntad. Me gustaba mantenerme en forma, a veces hacia unas cuantas sentadillas en mi habitación. Pero no me gustaba para nada trotar un campus completo con la temperatura a 34º y con el sol quemándome la cara. Terrible.
Fui directo al baño para poder enjuagarme la cara y recoger mi cabello en una coleta alta. Al acabar me dirigí a mi casillero para poder guardar mis cuadernos y no cargar con tanto peso, mis hombros me dolían, cada parte de mi cuerpo dolía. El entrenador nos trataba de la misma forma en que trata a los del equipo de fútbol. Cuando comenzábamos a calentar o a trotar, eran treinta minutos sin parar o beber agua, definitivamente era un maniático. Abrí mi casillero y saqué dos libretas de mi bolso, metiéndolas en este. Iba a cerrarlo, pero me detuve por un llamativo papel amarillo eléctrico, esos pequeños cuadritos donde puedes anotar cosas, estaba entre mis libros. Lo tomé y este tenía escrito algo.
"Te espero en la salida cuando hayas terminado tu última clase. No tardes, odio esperar"
—Con todo el jodido amor del mundo, Hult.
Reí para mis adentros y una sonrisa se asomó por mis labios. Había visto esto en tantas películas. Las personas suelen mensajear o llamar, olvidándose que estos pequeños detalles son realmente significantes. Cerré mi casillero y la persona inesperada que estaba al lado de mí, me hizo brincar del susto. Ahora todos aman asustarme, qué bien.
—Atom, me asustaste —llevé una mano a mi pecho mientras soltaba una risita nerviosa. ¿Qué hacia él aquí? El chico estaba recostado a un casillero al lado del mío. Escalofríos recorrieron desde mi cabeza hasta las puntas de mis pies, su mirada era muy fría. Como si quisiera lanzarme cuchillos a través de sus ojos. Sus facciones eran duras, y en sus labios plasmaba una sonrisa de lado que no mostraba felicidad en absoluto.
—Disculpa, no fue mi intención — murmuró con un débil movimiento de labios, prácticamente lo dijo entre dientes, con esa extraña sonrisa en él. Algo me dijo que me alejara, y siguiera mi camino, pero solo me quedé ahí.
—¿Querías hablar conmigo?—cuestioné por su aparición.
—Sí, quería hablar contigo — respondió muy despacio. Tragué saliva. No sé por qué le tenía miedo, o por qué causaba este miedo en mí. Era el mejor amigo de Hult.
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Ángel 234(I&II)
RomanceUn caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colores. Un desorden antinatural perfecto, lleno de oscuridad y desastres. Cada persona que cruza por nuestra vida hace un impacto. Y Hult Sulli...