19. Primera vez

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Con todo aquel despliegue de medios del festival de grupos noveles y con toda esa gente bajo el escenario, costaba creer que FIRE 8 no era un conjunto profesional que llevaba a la espalda cientos de conciertos.

Cuando la voz en off del presentador dijo su nombre y ellos aparecieron detrás de un fogonazo de luz roja y con todo aquel humo rodeándoles, Vera sintió que estaba teniendo una visión premonitoria. Era como si supiera que los chicos estaban destinados a triunfar, como si aquellos primeros acordes de la guitarra de Enzo, que dirigió su primer vistazo a la grada de acompañantes, para mirarla, le hubieran dicho que en unos años, aquel no sería un festival de grupos noveles y aquel grupo no sería solamente el sueño de unos jóvenes aficionados a la música.

Tocaron cinco canciones y el resultado fue abrumador. Aunque eran un grupo español cantaban todo en inglés y eso parecía gustarle al público que, aunque no se sabían las letras, botaban al ritmo de la batería de Marcos, o alucinaban con los punteos del bajo de David, la voz sin igual de Rodri y los solos de guitarra de Enzo, quien por fin tuvo que cambiar su guitarra eléctrica por la acústica, después de que el vocalista le presentara como la bendición que todos habían estado esperando hasta ése momento, como el líder y el alma de FIRE 8.

—¡Buenas noches, Segovia!

Enzo tenía el pelo aplastado por el sudor. Se había quitado la camiseta blanca que siempre llevaba debajo de la chupa y se había dejado sólo la cazadora. Su piel blanca relucía con los focos y Vera sintió un bombeo brutal de su corazón bajo el pecho.

—Vengo a cantaros una canción muy especial... ¿Os gusta Pink Floyd?

—¡Síiiiiii! —gritó todo el público a la vez, y Vera también.

—Bien, pues necesito que esta canción le llegue a alguien, así que quiero que la cantéis bien fuerte conmigo, ¿de acuerdo?

Puede que hubiera gente que se pensara que aquel tipo con pinta de leyenda maldita del rock quería que esa canción llegara a alguien que se encontraba lejos, o que había fallecido, incluso. Puede que nadie se esperara que él fuera a decir su nombre y a señalar la grada de acompañantes como lo hizo, antes de tocar los primeros acordes de la canción que, desde ese mismo momento, para Vera, fue la más bonita del mundo.

—Vera —dijo Enzo, al micrófono, mirándola solo a ella, en medio de tanta gente, de tal forma que a la chica casi le pareció que estaban solos allí—, quiero que sepas que estoy absoluta e irrevocablemente enamorado de ti.

—Oooooooooh —coreó el público, y Vera sintió que el corazón le palpitaba tan deprisa que en cualquier momento se le saldría del pecho.

How I wish, how I wish you were here.

We're just two lost souls swimming in a fish bowl...

—¡Venga! ¡Cantad todos conmigo!

Year after year, running over the same old ground.

What have we found? The same old fears.

Wish you were here.


***


Después de FIRE 8, todavía quedaban otros dos grupos por tocar aquella noche, pero Vera no se quedó en la grada para verlos. Tenía que volver al camerino antes que los chicos, necesitaba estar ahí para decirle a Enzo que aquella declaración había sido más que perfecta y que ella sentía lo mismo por él.

O simplemente no le diría nada.

Las risas de los chicos se escuchaban en todo el pasillo. Vera incluso, desde dentro, podía escuchar a alguno de ellos decirle a Enzo lo bonito y emocionante que había sido que se le declarara justo en ese momento de su canción a capella, justo así. Y entonces abrieron la puerta, y se la encontraron ahí, sentada en el sofá rojo del camerino, y todos sonrieron tiernamente, como si estuvieran ante la otra parte de la historia.

Nunca digas siempre [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora