—¿Cómo estás?
Mónica se sentó al lado de Enzo. Desde que habían llegado a casa, él se había mostrado muy pensativo y taciturno, preocupado. Apenas se habían escuchado las risas entre él y Vera, y era extraño porque la complicidad entre ambos podía notarse a leguas. Sin embargo, ahora que le tenía cerca, por fin, no quería dejar pasar la oportunidad de poder ayudarle con sus problemas, y quizá fuera olfato de madre, o pura intuición femenina, pero sabía que algo le pasaba.
—Esto no te lo he contado, pero mi grupo y yo vamos a hacer una prueba para grabar un disco.
—¿De verdad? ¡Pero eso es fantástico! ¿Cómo no me lo has dicho antes?
—Era un secreto. Primero tenía que hacer lo importante, que era encontrarte.
—¿En serio podrías grabar un disco?
—Sí, pero la prueba es en Londres. Y aunque lo sé desde hace algunos días, no se lo había dicho a Vera hasta hoy. Es más, ni siquiera se ha enterado por mí.
—Así que por eso ha estado tan seria el resto de la tarde...
—Sí. Supongo que la he cagado.
A pesar de que sólo llevaba veinticuatro horas con su madre, Enzo y Mónica tenían un vínculo tan especial, que no fue difícil para él sincerarse con ella, contarle todo sobre la llamada de Rodri, las inseguridades de Vera y las suyas propias. Cuando acabó, se encontró con los ojos oscuros de la mujer, mirándole con ternura y con su media sonrisa.
—¿Por qué me miras así?
—Siempre me he imaginado cómo sería el día que tuvieras problemas con chicas... Y ahora estás aquí, enamorado de alguien como ella, y yo no sé qué te preocupa tanto.
—Te lo he dicho: Londres y la prueba y...
—Supongo que no la conozco lo suficiente, Enzo, pero me parece que Vera entenderá que tienes que hacer esa prueba y, por tu parte, vas a tener que ganarte que ella confíe en que todo va a salir bien como los dos queréis.
—¿Y si sale mal?
—No saldrá mal.
—¿Lo crees de verdad?
—Claro que sí. Además, todavía no te has ido, ¿no? ¿Pues por qué no aprovechas ahora que ella se está duchando para arreglarte tú también y salís a cenar? Conozco un restaurante aquí cerca que va a encantaros, va mucha gente joven y es genial, ya verás.
—Puede que sea buena idea...
—Verás como sí. Barcelona también puede ser una ciudad muy romántica...
—Gracias, mamá.
Para Mónica, escuchar cómo Enzo la llamaba mamá, cada vez que lo hacía, suponía un acelerón de su corazón que le pinchaba hasta doler. Llevaba tanto tiempo deseando escucharle y lo había pasado tan mal creyendo que jamás escucharía a su primer hijo llamarla así, que cada vez que lo hacía parecía un pequeño milagro. Un momento mágico y especial.
—Me encanta cómo suena "mamá" cuando lo dices tú.
Enzo abrazó a su madre y dejó que ésa calidez que tienen las madres para abrazar, le invadiera y le calmara por completo. Y poco a poco sintió cómo el peso de la preocupación por la prueba y por cómo estarían Vera y él después de aquello, iba desapareciendo.
—Creo que tienes razón. La llevaré a cenar.
—Claro que sí. Te dejaré una copia de la llave, por si llegáis tarde.
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Nunca digas siempre [COMPLETA]
Novela JuvenilElla estaba convencida de que tenía poderes de invisibilidad, pero cuando él la miró por primera vez, todo su mundo cambió de pronto. -- Para Vera, la chica invisible del instituto, empezar a ir a la consulta de la psicóloga Irene Losas, supuso un a...