—Bueno, Vera, ¿entonces quieres ir al conservatorio?
Habían pasado algunas semanas desde la boda de Irene y Pablo, desde la vuelta de Enzo de Londres y desde que ellos decidieran darle otra oportunidad a su relación, dándose cuenta de lo evidente: no podían, ni querían estar separados.
Aquel día estaba en una de las mesas del exclusivo restaurante del Club de Golf, sentada con Enzo, que no se había puesto corbata, y su padre, Jaime. Le había hecho prometer a Enzo (y a su vez, Enzo le había prometido a su madre) que intentaría hacer las paces con él. Y por eso, estaban allí: porque ella iba a ayudarle en todo lo que pudiera.
—Así es —Vera sonrió—. Llevo tocando el chelo desde niña y me encantaría tocar en la Filarmónica.
—Bien, bien —Jaime asintió—. Me alegra mucho que mi hijo haya encontrado a alguien que comparta su pasión por la música. Reconozco que me hubiera gustado que estudiara Derecho, pero...
—Papá...
—Oye, oye —levantó las manos, en señal de tregua— que no me has dejado acabar. Iba a decir que me hace todavía más feliz que quieras potenciar tu talento.
Vera respiró aliviada. Aquellos momentos tensos con Enzo y su padre se repetían cada día que iban a comer con él. La parte buena es que nunca pasaban más de un instante de tensión, y que además, luego les servían a ellos para hacer un repaso mental de lo ocurrido.
—No ha sido tan horrible, ¿a que no? —caminaban juntos de camino a casa de Vera. Enzo tenía un brazo alrededor de sus hombros y de vez en cuando, la apretaba contra él y ella se encaramaba a su cuerpo.
—Reconozco que cada comida con él se me indigesta un poco menos.
—Enzo...
—No, en serio. Al principio solo iba al estúpido Club por mi madre y por ti...
—Por lo menos ahora no te obliga a ponerte corbata.
—Pero como tampoco está mi madrastra y como se ve que él también está haciendo un esfuerzo... —continuó—... Poco a poco voy enterrando el hacha de guerra.
—Estoy muy orgullosa de ti.
Vera sonrió y se paró en seco, dándole un beso fugaz en los labios a Enzo y después, reanudando la marcha todavía con el brazo alrededor de su cintura.
—Oye, temeraria.
—¿Sí?
—¿Qué plan tienes para este verano?
Vera alzó la mirada, curiosa.
—Ninguno de momento, ¿por qué?
—Bueno, ¿qué te parece si nos escapamos?
—¿A dónde?
—No sé —él se encogió de hombros—. Tú eliges el sitio. A mí me vale cualquier lugar siempre que esté contigo.
Y esa fue la respuesta perfecta.
FIN
_______________________Si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena!
Te doy las gracias por haber leído esta historia. Gracias a Wattpad me animo a sacar proyectos que tenía escondidos en un cajón.
Espero, de corazón, que te haya gustado conocer a Vera, a Enzo y a Irene.
¡Nos seguiremos leyendo por aquí!
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Nunca digas siempre [COMPLETA]
Novela JuvenilElla estaba convencida de que tenía poderes de invisibilidad, pero cuando él la miró por primera vez, todo su mundo cambió de pronto. -- Para Vera, la chica invisible del instituto, empezar a ir a la consulta de la psicóloga Irene Losas, supuso un a...