𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]

07

Varias semanas pasaron desde que ambos aceptaron esforzarse para mejorar su complicada relación y, aunque les costó bastante al principio, lo lograron. Auron intentaba ya no gritar cuando se molestaba y evitaba hacer ilegalidades al menos delante de Vegetta, quien se estaba esforzando en detalles diferentes, como no ser tan estricto y hacerle saber sus molestias sin terminar huyendo.

Sus compañeros estaban agradecidos y felices de ya no tener que escuchar los gritos durante las misiones pero algunos se percataron de que algo nuevo estaba molestando al par.

— Entonces... ¿no se han hecho la paja? — la pregunta tomó por sorpresa al pelinegro, quien empezó a toser de manera ruidosa y Alex se burló con su peculiar risa — hombre Vegetta, con razón están frustrados estos días...— agregó con burla y el mayor le miro con vergüenza. Lo acababan de leer como un libro abierto y no tuvo oportunidad de reprochar debido a la sorpresa.

— Alex por dios... — cubrió su cara con ambas manos para ocultar su rubor y suspiro.

— Vale vale, ya paro — observó como el mayor se hundía entre los cojines y tuvo que contener otra risa. Estaba siendo más entretenido de lo que creyó — y... dime compa, ¿por que no se lo haz sugerido? — sonrió con picardía y Vegetta pareció dudar un momento antes de chasquear la lengua en negación.

— Aún es muy pronto y no quiero presionarlo — susurro, apartando las manos de su rostro y dejó reposar su cabeza sobre el respaldo del sofá, mirando el techo — además...— dudo de si realmente estaba bien decir lo que estaba pensando y al final se dejó llevar porque después de todo Alex no era ninguno cotilla — hace mucho que no lo hago con alguien que no sea el tontito de Doblas — añadió con cierta timidez y una sonrisa triste se formó en sus labios. Alex suspiro.

— Venga Vegetta, estoy seguro que lo harás muy bien.

— No es eso lo que me preocupa, Alex — confesó, mirando por primera vez al chico de grandes ojos azulados que intentaba comprender que era lo que quería decir.

— ¿Entonces que es? — pregunto, alzando una ceja y esperando ansioso una respuesta.

— ¿Que tal si estoy pensando en el cuando este con Auron o que pasa si digo su nombre? — frotó su cien con estrés y la posibilidad de equivocarse era muy grande, después de todo ya lo había llamado por el apodo que sólo usaba con Rubius y el contrario no reaccionó muy bien.

— Vale, entiendo — se cruzó de brazos pensando en alguna solución para el problema de su compañero pero no encontró nada más que lo obvio — ¿que tal si lo besas? — soltó sin trabas y Vegetta lo miro, ahora era el quien no comprendía — te explico, al igual que las relaciones antes sólo te besabas con Rubius así que... si no piensas en el cuando beses a Auron, no creo que haya problema — la teoría era buena pero aún así dudaba.

— Madre mía, no me creo que lo este considerando — revolvió sus cabellos con desesperación y Alex le mostró una ancha sonrisa, victorioso.

— ¡Olé! — rió mientras aplaudía con emoción y Vegetta negó entre suspiros sin saber como se había dejado convencer — te irá de puta madre ya lo verás — mencionó por último para dar por terminado el tema y volvió a concentrarse en la película que estaban viendo antes de atacar al más alto con sus burlas y consejos.

Por otro lado, Vegetta ya no pudo prestar atención a lo que pasaba ni tampoco entendió la trama cuando la película termino y es que estaba tan perdido en sus pensamientos que lo único que abarcaba su mente era la imagen del contrario negándose a juntar sus labios en un acto tan íntimo.

Quería acabar con esos escenarios de una vez así que pocas horas después de que Alex dejará su casa, le envió un mensaje a Auron para avisarle que iría a la suya, sin darle razones y se sorprendió cuando la respuesta llegó, corta y afirmativa. Sin ser del todo consciente, sonrió sin dejar de ver la pantalla y antes de salir, dejó algo de comida para su mascota y le brindo una caricia.

— Ahora vuelvo mi niña — dejó a la felina al cuidado de la casa y se aseguró de cerrar todas las puertas para que nadie entrará de forma ilegal mientras no estaba.

Conforme se alejaba de su zona de confort los nervios más le invadían y más dudaba de lo que estaba a punto de hacer. No sabía si su relación ya estaba en ese punto pero con sólo un intento bastaba para saberlo y si era rechazado o cometía un error, iba a doler para cualquiera de los dos pero al menos así sabrían si necesitaban más tiempo para que las muestras de afecto se volvieran parte de sus rutinas.

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