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Rara vez acostumbraba tener planes de respaldo por si algo no salía como el esperaba pero siempre tuvo uno para cuando Vegetta encontrará a su alma gemela porque, siendo sinceros, siempre supo que lo haría al igual que lo había hecho el hace unos meses.

Eligió no decir nada y fingir que no sabía quien era ya que había logrado ocultarlo muy bien de todos o bueno, de casi todos. Willy era listo, un genio cuando se trataba de mentir y nadie podía mentirle a el sin que se diera cuenta.

— ¿Qué haces aquí, rata? — pregunto con molestia en cuanto se dio cuenta quien estaba del otro lado de la puerta.

— Buenas Rubius — respondió con un tono apacible, pasando junto a el para adentrarse sin permiso en la moderna vivienda.

— Ni buenas ni nada, sal de aquí — reprochó con cansancio, apuntando con su dedo índice hacía la puerta aún abierta y bufó cuando vio al contrario subir con toda tranquilidad hacía el segundo piso — ¡Willy! — grito antes de seguir los pasos del albino dando largas zancadas.

— Se te extrañaba por aquí — dijo con neutralidad, tomando una pelota azul que yacía en el suelo y buscando a una de las tantas mascotas que tenía Rubius.

— Oh, ¿tu me extrañabas? — pregunto con un ligero toque de sarcasmo en cuanto llego al piso de arriba y se acercó a el para intentar quitarle el juguete de su lobo.

— Claro — respondió con simpleza, pasando la pelota por detrás suya de una mano a otra, arrojandola hacía arriba y volviendo a atraparla, todo para que Rubius no la alcanzará.

— ¡Mierda! — maldijo cuando volvió a perder de vista el juguete y se apartó del albino, dándose por vencido.

— ¿Ya terminaste? — sonrió de medio lado, achinando ligeramente sus orbes esmeralda.

— Ya vale, sólo dime a que coño haz venido y vete — sus brazos volvieron a cruzarse, eliminando el espacio que había entre sus cejas y ni así dejaba de verse tierno ante los ojos de Willy.

— Llevas semanas sin salir de casa y los demás estan preocupados — dijo, dejando caer las comisuras de sus labios para volver a su semblante neutral y se acomodó en uno de los sofás individuales, recostandose con las piernas sobre uno de los reposabrazos.

Rubius resopló al verlo tan cómodo en su casa y se acercó a el para quitar de un golpe sus piernas, haciendo que se acomodará como una persona normal lo haría: — Pues anda... ve y diles que estoy de puta madre y que no tienen porque preocuparse.

— Rubius — le nombró con una seriedad tan poco usual que le erizo la piel y carraspeo antes de hablar.

— ¿Qué quieres? — respondió tajante mientras se acomodaba en el sofá frente a la mesita de cristal.

— Soy tu alma gemela hombre... ya deberías entender que sé cuando no estas bien — afirmó, observando de reojo como Rubius se removía con inquietud sobre los cojines y su rostro se pintaba de un carmín brillante.

Aún no se acostumbraba a la idea de que fueran almas gemelas y estuvo tanto tiempo evitando estar a solas con el que ahora resultaba extraño que sus voces fueran las únicas que rompían el silencio que se formaba entre ambos cuando estaban en la misma habitación. Es decir, siempre que se juntaban era por culpa de alguna reunión que no podían evitar y Willy acostumbraba mantenerse en silencio cuando se quedaban solos, mirándolo de arriba a abajo con detenimiento hasta que alguno de sus compañeros llegaba para avivar la tensa situación.

— Bueno...— se levantó de su lugar con movimientos casi mecánicos y su mente quedó en blanco mientras buscaba algo más que decir.

— Ahora que ya no estas con Vegetta... — el nombre le causo una opresión en el pecho que le costó ignorar y tuvo que concentrarse en la voz del albino para que su mente no divagara en los recuerdos — espero que no te asustes si empiezo a cortejarte — agregó sin darle importancia, provocando el efecto contrario en el castaño.

— ¡¿Pero que dices?! — exclamó con los nervios a flor de piel y sintiendo como su corazón se volvía loco contra su pecho.

— ¿Eres sordo? — pregunto alzando una ceja antes de levantarse de un salto para acercarse al manojo de nervios que era Rubius y posar una de sus manos sobre su rosada mejilla — dije que voy a cortejarte — remarcó con lentitud cada palabra y relamio sus labios sutilmente al sentir la calidez contra su mano.

Por otro lado, Rubius sentía como si sus piernas temblaran como gelatina al tener tan cerca al contrario y quiso huir lo más lejos posible cuando los penetrantes ojos verdes se clavaron sobre el. Entendía que no le estaba preguntando por lo que no podía negarse así que simplemente asintió, apretando los dientes para prohibirse hablar ya que sabía que de su boca no saldrían más que tontos balbuceos.

— Vale — una gran sonrisa hizo relucir los dientes del albino antes de alejarse para pasar por su lado y finalmente retirarse sin decir nada más.

— No puede ser...— murmuró cuando se quedo solo, intentando controlar su respiración irregular y ocultando su rostro entre sus manos.

No se podía imaginarse como serían los intentos de Willy por conseguir su afecto pero le causaba cierta intriga saber lo que alguien como el estaba dispuesto a hacer para conseguirlo.

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Queridos lectores, como siempre les agradezco por leer y antes de que se vayan quiero decirles que planeó participar en los ¡premios Karmaland 2020! organizados por Tofumxfu-

𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora