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—Hay que detenernos — Logró pedir para su sorpresa y la del albino, quien se apartó de su cuello para mirarle inquisitivo—. Apenas... es decir, no sabemos ni que somos aún — finalizó con una mueca.

—¿Qué quieres que seamos? — Le preguntó, acariciando su cintura con movimientos circulares para darle la confianza de hablar.

¡Como si no lo supieras!

No lo se...— titubeo, alzando sus hombros— pero quiero estar seguro de lo que siento por ti antes de llegar a... eso — El rubor en sus mejillas se hizo más fuerte a ojos de Willy y se le lleno el pecho de alegría al saber que estaba pensando en ello.

Por primera vez no era un rotundo no, sino un tal vez, y con eso era más que suficiente. Se alejó del castaño lo necesario para brindarle su espacio vital y resultó insoportable hacerlo, porque si por él fuera, se quedaría días enteros haciéndole saber con caricias y besos lo mucho que lo necesitaba.

Tienes razón — aceptó, rascando su nuca con incomodidad—. Lo siento.

—Esta bien — mencionó sincero mientras se acomodaba la ropa.

Tras eso el más incómodo de los silencios decidió hacerles compañía, anulando el ruido del exterior para que sólo fueran capaces de escuchar sus respiraciones y la molesta gota del grifo cayendo sobre los platos. Trago saliva, siendo demasiado ruidoso a su parecer. Necesitaba sacar un tema rápido o iba a morir de la vergüenza.

— Tal vez...— Atrajo su atención— sería buena idea que te disculparas con Auron — Lo pensó mientras lo escuchaba contarle todas las cosas crueles que le dijo a él y, aún sin ser él el atacado se sintió dolido, no quería ni imaginar como se había sentido Auron.

—Ya ha hecho de las suyas en mi huerto — confesó con neutralidad, escondiendo las manos en sus bolsillos—. Estamos a mano.

—¿Y con Vegetta? — Le miro confundido.

—No le he dicho nada a él — aclaró, reviviendo el momento. Nisiquiera le había dirigido la palabra.

—No, pero estoy seguro que debe haberse enfadado por lo que le dijiste a Auron — supuso el castaño. Tal vez ni le había comentado que todo el drama surgió por culpa de Willy, pero aún así no veía correcto barrer las cosas bajo la alfombra, no cuando siempre estaba el riesgo de caer.

Willy comprendía eso, muy en el fondo, pero más que hacerlo por remordimiento, lo haría para evitar otra discusión. Suspiró resignado y puso los ojos en blanco al notar que Rubius tenía su vista fija en él, impaciente.

—Lo haré en la próxima reunión — aseguró con dificultad, consiguiendo sacarle una amplia sonrisa. Fargan se iba a burlar de él si se enteraba que Rubius conseguía manejarlo.

—¡Genial! — exclamó, ignorando su mal humor—. Ahora... ¿quieres tortitas? — preguntó, señalando el plato en el que habían dos tortitas, las últimas que quedaban.

—Ah, ¿que son tortitas esas cosas? — Se burló, tomando una de ellas entre sus dedos sin cuidado alguno.

—Que gracioso — mencionó sarcástico, sintiéndose avergonzado al verle darle un mordisco antes de hacer una mueca—. No tienes que comerlo si sabe mal...— murmuró al ver como se lo terminaba.

—Saben mejor que las mías — Se sinceró, tomando la última. Tal vez él no se diera cuenta, pero a veces solía decir las palabras correctas.

Se sentó esta vez en el asiento que estaba a su lado y siguieron hablando durante horas, diciéndose lo que no pudieron durante días y riendo como nunca lo habían hecho, apreciando su compañía en la soledad de aquella cocina.

𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora