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Auron era alguien que se consideraba a sí mismo alguien maduro, frío en las situaciones que a otros les calentaban la cabeza, y sabía cuál era la mejor forma de reaccionar en ese momento, la manera ideal de actuar después de haber escuchado su nombre, pero saberlo no fue lo suficiente para aplicarlo, perdiendo la batalla interna que estaba teniendo contra su lado más infantil y cobarde, dejando a dos de los presentes en un breve estado de confusión, antes de que uno de ellos pudiera echarse a correr detrás suya.

Rubius observó como las siluetas de sus compañeros desaparecían entre gritos que le resultaban inaudibles y no le tomó más de dos segundos suponer que la persona a su lado tenía algo que ver.

—¿Qué le dijiste? — preguntó inquisitivo, queriendo golpearlo cuando lo vio alzar los hombros, restandole importancia a lo que sea que hubiera pasado entre ellos.

—Nada.

[...]

—¡Auron! — Volvió a gritar entre ruidosas respiraciones, tragando saliva para humedecer su garganta seca. Era obvio que tenía mejor condición que la persona que daba grandes zancadas frente a el, pero, por alguna razón, esta vez no estaba ni cerca de alcanzarlo.

—¡No, no, lo que sea que vayas a decir no! — respondió, dando un traspié del que se repuso fácilmente.

—¡Deja de correr!

—¡Tu deja de seguirme, joder! — Observó de reojo al pelinegro detrás suya y, al notar que no más de diez pasos los separaban, aceleró.

—¡Estas siendo muy infantil, que lo sepas! — reprochó.

—¿¡Ah, si!? — exclamó con molestia— ¡¿Quién es el que está corriendo tras de mi?!

Sus reclamos siguieron hasta las afueras de su casa, llegando en cuestión de minutos gracias a que no se encontraba tan lejos y, en la lejanía, pudo notar como unos mechones de un peculiar color se movían rítmicamente con el viento.

—¡Lolo! — El contrario lo escucho, alzando la vista para encontrarse con Auron corriendo exageradamente hasta el para ocultarse detrás suya, impidiendo que Vegetta fuera capaz de verlo.

—¿Qué coj-

—¡Ayuda, me están acosando! — Fue interrumpido con rapidez por el grito del pelinegro, quien se aferraba a su espalda para girar su cuerpo a voluntad, evitando que los brazos del mayor pudieran alcanzarlo.

—¿¡Acosando!? — exclamó incrédulo, frenando sus movimientos al darse cuenta de que, por lo escurridizo que era, no podría atraparlo. Se calmó, apretó el tabique de su nariz y no abrió la boca hasta que estuvo seguro de que no iba a gritar— Sólo quiero hablar contigo, ¿vale?, saliste corriendo de la nada y me preo-

—¡Alejese señor, ya le dije que no quiero nada con usted! — Alzó su voz para interrumpirlo, provocando que golpeara su frente, exasperado, dándose por vencido en la tarea de ser el maduro en ese momento, volviendo a sus inutiles intentos por atraparlo, aprovechando su descuido.

—¿Quieren parar? — pregunto Lolito con hastío. Harto de que su cuerpo fuera movido de un lado a otro como si fuera un simple trapo, aunque también sorprendido por la actitud del mayor de ambos, siendo aquella la primera vez que recordaba haber visto a Vegetta actuar tan infantil— Esto es ridículo — Suspiro con pesadez, pensando lo mucho que toda esa escena le estaba retrasando en su camino a casa.

Vegetta podía seguir con aquel juego por horas, pero sabía que eso no iba a ayudar en nada, así que, reuniendo la suficiente paciencia para hablar de nuevo, arriesgandose a escuchar otro grito sin sentido, le dijo con suavidad.

—Por favor, Auron, si es por haberme ido, lo siento, de veras lo siento, no pensé que fueras a molestarte tanto.

—No tiene nada que ver con eso. Tan sólo quiero estar solo, déjame — le pidió con dureza, ocultando su rostro aún más en la espalda del contrario, quien estaba aún más aburrido que antes.

—Auron...

—No, te he dicho que no quiero verte, necesito pensar, aclarar mis ideas y... todo eso — Se sentía avergonzado, quería arrojarse al mar y hundirse como una piedra para evitar tener que decir cosas como esas—, y no lo haré si tu estas cerca.

Vegetta ya no encontró motivos para seguir insistiendo, no encontró ni una pizca de valor en su ahora dolido ser, y tampoco tenía fuerzas para seguir buscando, sintiéndose extrañamente agotado, y no físicamente, no, era otro tipo de agotamiento, de esos que te quitan las ganas de levantarte de la cama durante varios días.

—Esta bien — aceptó, limpiando con el dorso de su mano la capa de sudor que le cubría la frente, tratando de calmar la irregularidad de su respirar.

—¿Ya me puedo ir? — preguntó Lolito, y ambos estuvieron agradecidos de que cortara el silencio antes de que se volviera demasiado largo.

—Si, pero llevame contigo — exigió el más bajo, ganándose una mala mirada por su parte.

—Pero, ¿qué mi casa tiene el letrero de asilo o que cojones? — reclamo con molestia, elevando ligeramente el tono de su voz.

—Si, anda, tira pa'lante — Le dio un leve golpecito en la espalda para avanzar, situándose al lado contrario de Vegetta cuando comenzaron a caminar.

Podría haberlo detenido, pudo haber tomado su muñeca para impedir que se alejara, detenerlo para forzarlo a hablar con el, pero no le pareció que eso fuera a solucionar nada, menos cuando Auron se mostraba tan reacio en su desición de no escucharlo.

"Mierda..."

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𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora