03 || Almas tratando

817 133 11
                                        

Los días tras enterarse de lo que sus existencias estaban pre-dispuestas a significar para el otro, sus vidas se convirtieron en un desastre que no tenían modo alguno de describir. Le había costado aceptar que Rubius se fuera pues pese a todo le quería tanto como al principio de su relación, pero no se mostró en desacuerdo cuando él le pidió terminar. En silencio le ayudo a sacar todas sus cosas de su casa, le prometió no buscarlo cuando le dijo que iba a alejarse un tiempo y le vio marchar.

Auron, por otro lado, llevaba días encerrado en su casa. Algunos de sus compañeros más cercanos, luego de enterarse de la noticia por rumores de ajenos, habían ido a visitarlo para saber como se encontraba. No les había abierto, porque al verlos por la mirilla la decepción le inundaba de pies a cabeza. Inconscientemente sabía a quien estaba esperando.

Evitarse no era la mejor opción, ni siquiera una medianamente buena, ya que sus cuerpos empezarían a actuar en contra de ambos y se encargarían de torturarlos hasta que alguno de los dos tuviera el valor de ceder, lo cual era casi imposible al tener en cuenta quienes eran los involucrados.

—Tío, ambos parecen niños — mencionó con fastidio el de larga coleta anaranjada al notar como su compañero se movía inquieto por toda la sala.

—¿Ambos? — cuestionó, entre ofendido e incrédulo por dicha afirmación—. Él es el tontito que se encerró y no quiere ver a nadie — agregó, frunciendo el ceño a la par que señalaba con el dedo índice hacía donde quedaba la casa de Auron.

—Y tu el tontito que no se acerca para hablar con el — Se cruzó de brazos y, al no escuchar respuesta por su parte, liberó un largo suspiro—. Mira, tu sabes lo orgulloso que puede llegar a ser Auron, así que si esperas que el sea quien venga para hablar, mejor hazlo sentado — Dispuesto a que esas fueran sus últimas palabras sobre el tema, se levantó del sofá donde se encontraba sentado y emprendió su camino de vuelta a casa sin mirar atrás.

La verdad ya se había cansado de la actitud de sus compañeros, que no sólo afectaba a los demás si no a ellos mismos, y si nadie tenía planeado interferir, lo haría él, así tuviera que llevarlos en rastras al mismo lugar y atarlos a un árbol durante horas sólo para que hablarán. Vegetta observó sin musitar palabra como Lolito salía de su casa y en cuanto se quedó solo, comenzó a darle vueltas a la idea de que tal vez la mejor y más rápida solución sería ir a hablar con él en persona, aunque seguro después terminarían creando una avalancha incontrolable de gritos y reproches.

Soltó el aire retenido en sus pulmones y apretó el puente de su nariz con dos dedos antes de salir de casa, dándose a sí mismo el valor de confrontar al destructor de sus cimientos.

──────•❥❥❥•──────

Aún se encontraba envuelto entre sus mantas cuando escucho el inesperado llamado de alguien a su puerta. Se dio la vuelta sobre su cama, dispuesto a ignorarlo para seguir durmiendo, pero la insistencia del visitante fue suficiente para hacer que arrojará todo hacía un lado y se levantará con una mueca en los labios. Dejó la cama de un brinco, dio zancadas hasta la puerta de su habitación y subio con rapidez cada escalón hasta la entrada.

—¿Qué coño quieres? — preguntó antes de darse cuenta quien estaba del otro lado y en cuanto sus ojos se encontraron, trago duro.

—¿Así recibes a las visitas? — Alzó una ceja y se cruzó de brazos mientras le miraba por encima del hombro, cosa que incremento su malhumor.

—Bueno, la verdad es que si — Adoptó su misma postura y, sin que el mayor se diera cuenta, se paró sobre la punta de sus pies—, y aún no me respondes, ¿qué es lo que quieres? — Exigió saber con fiereza, ganándose un par de ojos en blanco y una mueca.

Sabía que estaba jugando con fuego al seguir provocándole, pero eso jamás le había importado en lo más mínimo y nunca llego a ser un impedimento a la hora de fastidiarle.

—Sólo quería saber como estabas — Controló lo mejor que pudo el tono de su voz, ahogando sus reproches en el fondo de su garganta y la sonrisa que se formó en los labios del menor, a pesar de ser completamente falsa, provocó que su corazón aumentará su ritmo.

—¿Ahora te preocupas por mi? — Sarcástico. Probablemente uno de sus rasgos menos agradables, a su parecer—. No me lo puedo creer — añadió con un falsa sorpresa, recargando su hombro contra el marco de la puerta, intentando descifrar que era lo que el hombre frente a él estaba pensando.

—¿Planeas seguir con esa actitud? — preguntó con cansancio a lo que él sólo asintió—. Joder macho, de verdad no entiendo quien creyó que tu y yo seríamos una buena pareja — Separó sus brazos uno de otro, dejándolos caer a sus costados, y al no dejar de verle en ningún momento se pudo percatar del pequeño daño que sus palabras habían causado. Auron podía estar de acuerdo con lo que decía y pensar lo mismo, pero eso no lo hacía más sencillo de escuchar.

—No eres el único que no lo entiende...— respondió en un murmullo que le era difícil de encasillar en alguna emoción.

Evitaba su mirada, podía ser por tristeza o simplemente por un enojo bien disimulado, pero aún así no daba ni un paso atrás ni parecía querer cerrar la puerta cuando tenía la oportunidad de hacerlo. No quería que se fuera y él tampoco quería hacerlo, así que se encontraban conformes en un silencio que les resultaba difícil romper.

—Creo que deberíamos empezar de nuevo — Paso una de sus manos por entre sus mechones oscuros e intento regalarle una sonrisa, pero ambos estaban tan agotados mentalmente por toda la información recibida en poco tiempo que su intento se esfumó en el aire antes de siquiera levantar las comisuras.

Auron dudo, viéndole con cierta sorpresa al escuchar nuevamente su voz sin un atisbo de emociones negativas, y mordió su labio inferior antes de asentir. No tenía caso pensarlo mucho, no cuando la respuesta surgió en su mente al instante.

—Me parece bien — aceptó y se hizo a un lado para permitirle pasar.

La verdad no sabían en que momento comenzarían a llevarse bien, pero ese día aún les parecía tan lejano que si alguien les dijera que jamás lo harían, le creerían, aunque la marca que les unía era el constante recordatorio de que tenían más cosas en común que diferencias. Ahora sólo esperaban tener la capacidad de encontrarlas.

──────•❥❥❥•──────

𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora