𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]

17

—¿Qué dices? — preguntó al terminar de explicarle su plan al pelinaranja, quien nisiquiera lo miraba mientras hacía algo de comer para ambos.

—No — se negó al instante, escuchando el lloriqueo del castaño justo después mientras abría y cerraba cajones en busca de utensilios.

—¡Oh, vamos, por favor! — Se acercó más al contrario, juntando sus manos a la altura de su pecho, suplicando con sus ojos vidriosos que le hiciera aquel favor. Lolito ni lo miraba, sabiendo que si lo hacía, caería en su trampa.

—No — Volvió a negarse, sirviendo el desayuno en uno de los platos para dejarlo en la barra.

Su rutina era casi siempre la misma desde que Luzu había llegado para quedarse con él, y la verdad es que le agradaba tenerlo cerca, aunque la mayoría de veces no se lo demostrara, fingiendo que su presencia del otro lado de la cama le resultaba molesta, engañándose a sí mismo con la idea de que su voz era desagradable para sus oídos, todo con tal de protegerse. No quería tener que lidiar con un corazón roto de nuevo.

Luzu se quedó en silencio, haciéndole creer que dejaría insistir, aunque eso no era ni remotamente cercano a lo que estaba pensando el azabache en ese momento. Rodó los ojos, dispuesto a preguntar si estaba bien, pero antes de pronunciar palabra sintió su peso caer contra su espalda, siendo apresado por sus delgados brazos.

—Se lo que estas haciendo y te aviso que no voy a cambiar de opinión — mencionó, ignorando el hecho de que el agarre se había hecho más fuerte para seguir sirviendo el desayuno.

Luzu se dio cuenta de que lo ignoraba y se deslizó con cierta dificultad bajo uno de sus brazos, para impedir que se siguiera moviendo, hundiendo su rostro en su pecho para disfrutar de su agradable aroma antes de mirarlo con los mismos ojos que había hecho hace un momento. Lolito lo miro sin poder evitarlo e hizo una mueca.

—Agh, de acuerdo — aceptó, recibiendo un fugaz beso en los labios antes de sentir como los brazos que antes lo retenían, lo dejaban libre.

—¡Gracias! — agradeció con voz animada antes de subir dando traspiés hasta la habitación para, luego de unos segundos, bajar con una pequeña mochila roja—, te lo voy a compensar, te lo prometo.

—Oh, claro que me vas a compensar por esto — dijo con el ceño levemente fruncido y mostrándole una sonrisa que dejaba en claras sus segundas intenciones. Luzu trago saliva—. Entonces, ¿meto toda tu ropa aquí y ya esta? — Lo vio asentir, tomando la mochila entre sus manos, mirándola como si fuera un artefacto extraño— Vale, entonces vuelvo luego — Se colocó la mochila vacía sobre uno de sus hombros y se dispuso a salir, no sin antes ser detenido por el mayor.

—¿No quieres desayunar antes? Es decir, eso puede esperar...— Su mirada le transmitía nada más que tristeza, desilusión por su desición de irse sin acompañarlo como siempre lo hacía, pasando horas sentados uno frente al otro, charlando sin pausas que les permitieran comer bocado, siendo obligados a recalentar todo cuando se daban cuenta.

—Ni de coña — respondió, siendo mas brusco de lo que hubiera deseado—, si me quedo sabemos lo que pasara, y no planeo salir de noche sólo para que los bichos me coman — añadió mientras caminaba rumbo a la salida, siendo seguido por el contrario, al que no necesitaba ver para saber que se estaba preocupando sin motivos.

—Cuidate, por favor — farfulló cabizbajo, tomando a Manolo entre sus brazos, buscando distraerse y no pensar en que estaba a punto de quedarse solo.

—Vale — Se giró hacía él para revolver sus alborotados cabellos y le brindo una cuidadosa y tierna caricia en la mejilla antes de abrir la puerta para irse, acelerando sus pasos de manera inevitable, deseando llegar lo antes posible a su casa para recoger algo de su ropa y poder volver al lugar donde alguien lo esperaba.

Y jamás en su vida se había sentido tan importante, como cada vez que una gran sonrisa, provocada por su llegada, se formaba en los labios del castaño, dejando entrever unos lindos hoyuelos a los que les había pillado el gusto y que esperaba poder seguir apreciando por un poco más tiempo, tan sólo un poco más antes de tener que despertar de su sueño y volver a la realidad, una realidad donde Luzu no lo soportaba y él se quedaba solo, aceptando a regañadientes que nunca estarían juntos.

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