01 || Almas indispuestas

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Había escuchado una infinidad de historias sobre las posibles reacciones del cuerpo luego de que, finalmente, los orbes se encuentran con aquella marca que completa el alma y borra cualquier sensación de soledad, pero ninguna se asemeja ni mínimamente a la sofocante realidad. La primera vez que el rango de visión se centra en esa marca de color individual hecha a fuego sobre el cuerpo, se eriza hasta el último milímetro de piel y el corazón arremete con tanto ímpetu contra la caja donde yace resguardado que la sensación de que, tarde o temprano, va a romper toda barrera para salir en búsqueda del que ahora era su único motivo para bombear.

—¿Vegetta?

Su voz sonaba tan lejana que le sería imposible sacarlo de su trance y su vista no podía dejar de observar con fijación la figura que resaltaba en aquella tez ligeramente quemada por el sol. Perplejo e incrédulo le costó más de unos segundos alzar la mirada hasta los orbes del contrario, los cuales crepitaban las mismas emociones que los suyos. Quisieron maldecir a todos los dioses por haber siquiera pensado que serían una buena pareja y, a su vez, el miedo de pronunciar lo que era evidente estaba creciendo poco a poco dentro de su pecho.

—¿Auron?

La mano del castaño de cabellos lacios fue a parar hasta su brazo, apretando con suavidad para hacerle salir de su trance y, luego de conseguir apartar sus rubíes del mayor de los héroes, su expresión confundida fue la única señal que necesito para saber que sólo ellos eran conscientes de lo que estaba ocurriendo en ese instante.

—Vámonos — El nudo en su garganta al fin se deshizo y tomó rápidamente la mano de su pareja para alejarse de la penetrante mirada amatista que parecía querer perforarle la nuca en cuanto se dio la vuelta.

—¿Qué ha pasado tío? — preguntó extrañado uno de sus compañeros, los cuales habían dejado de jugar en el agua y arena al ver como ambos hombres se alejaban a paso apresurado de la playa.

—¿De Luque? — Le llamó nuevamente Rubius al ver que seguía quieto e imperturbable y, antes de que pudiera ponerle una mano encima para atraer su atención, comenzó a seguir los pasos de sus compañeros con una desesperada rapidez—. ¡Hey, espera! — Le gritó al notar que ya había reducido considerablemente la distancia en un par de segundos.

—¡Auron, detente! — exclamó lo más alto que sus nervios y respiraciones herraticas le permitieron y, para su sorpresa, no fue él quien frenó en seco sus movimientos, sino su alto acompañante.

—¿Que sucede, Vegettoide? — Deseó saber Luzu con su clásica sonrisa.

—Luzu, mi niño, sólo vámonos — pidió el pelinegro con un tono bajo que parecía más un ruego que una petición mientras le daba tirones a su brazo.

—Joder, macho — Una cuarta voz, cansada y conocida, llegó hasta sus oídos y por un momento deseo que Rubius jamás hubiera aparecido en escena—, que rápido corren.

—Por algo sera, calvo tóxico — respondió Auron con molestia, siendo lo suficientemente directo como para que comprendiera que no lo quería ver.

—Tranquilo, Auroncito.

A pesar de la densa nube de tensión que les abrazaba únicamente a ellos, Luzu seguía con ese tono amigable y paciente que parecía no poder ser alterado por ningún suceso, o así lo creían todos hasta que se le ocurrió abrir la boca.

—¿Tienes mi marca, no? Por eso huiste — Ignorando totalmente a los que les hacían compañía y se dirigió a Auron, rogando internamente para que no decidiera ignorarle.

—Callate, cerdo, no hables de más — Le respondió tajante, frunciendo el ceño con evidente irritación, y soltó la mano de su pareja para acercarse al más alto.

Los pasos que les separaban se hicieron centímetros y una ola de electricidad le recorrió de pies a cabeza al tenerle excesivamente cerca. El nacimiento de incontables emociones en su interior termino creando una imparable tormenta capaz de destrozar toda base firme conforme pasaba el tiempo bajo su refulgente mirar.

—Veg, ¿cómo que tu marca? — preguntó Rubius con una gran sonrisa nerviosa, colocándose justo a su lado y analizando el tatuaje que yacía en su clavícula derecha.

Era un pequeño corazón rojo que pasaba desapercibido si no prestabas la suficiente atención y, al no recibir respuesta alguna de su parte, se aventuró a escanear el cuerpo de Auron de arriba a abajo, esperando no encontrar nada y que todo fuera una simple confusión, pero bastó bajar un poco para notar que ahí estaba, igual de pequeña y con la misma forma, del lado izquierdo y muy cerca de la pelvis.

—Oh, fuck...— Luzu fue el primero en maldecir luego de escuchar la falta de negación por parte de Auron y paso una mano con frustración por sus largos mechones castaños.

Desde el día en que ambos se dieron cuenta de que tenían una marca distinta en el cuerpo, supieron que tarde o temprano una situación así podría llegar a pasar, pero Auron no imagino, ni por un segundo, que su alma gemela sería la persona con la que tenia la mayor incompatibilidad del pueblo.

—Esto tiene que ser una broma — murmuró Rubius mientras apretaba el puente de su nariz con los dedos y luego llevo ambas manos a su rostro para esconderlo entre ellas.

No sabía como debía reaccionar a la nueva e inesperada información, pero lo primero que se le vino a la cabeza fue un gran "¿Por que Auron?" y muy probablemente no fue el único que se lo pregunto.

—Pero bueno chicos, esto no tiene que significar nada — mencionó Luzu, intentando sonar positivo—. Muchas parejas deciden no estar con su alma gemela y son felices — agregó antes de posar una de sus manos sobre el hombro de su pareja, quien seguía mirando al mayor con furia.

—¿Estas bobo o que? Todos sabemos que esas son mentiras — bramó el más alto de los cuatro—. Una vez que encuentras a tu alma gemela, te jodes y ya esta — Hizo lo mismo que Luzu y ambos alejaron a sus compañeros uno del otro, notando como ninguno desviaba la mirada hacía otro lado ni por un segundo.

—Mi niño tiene razón, esto no tiene porque significar un carajo — Fue lo ultimo que estuvo dispuesto a añadir y dio media vuelta sobre sus pies para irse dando zancadas junto con Luzu, quien se disculpó un par de veces por la actitud de su pareja antes de seguir sus pasos.

—¿Irás de nuevo tras él? — preguntó el castaño mientras se cruzaba de brazos y negó con lentitud antes de dar un giro sobre sus talones para comenzar su camino de vuelta a casa.

—Vamos Doblas, hay que volver — dijo con una sonrisa forzada que fue seguida por un largo suspiro. Rubius comenzó a caminar junto a él.

Estaba feliz de lo rápido que termino el asunto que creyó iba arruinarlo todo, pero una parte en su interior comenzó a sentirse dolorosamente incompleta luego de verlo marchar, como si de pronto le hubieran quitado una gran parte de su alma, dejándole con una inevitable agonía que, pese a ser momentáneamente soportable, le estaba asfixiando cual soga al cuello. Necesitaba olvidarse de todo, rogar para que su cuerpo pudiera superar lo ocurrido, y seguir adelante como si jamás hubiera descubierto lo que Auron significaba en su vida.

Eran almas gemelas, destinados a encontrarse en esta y en todas sus vidas, pasadas y futuras, pero no había nada que los obligará a estar juntos cuando apenas si soportaban la presencia del contrario en la misma habitación y aunque poseían un sinfín de diferencias, ambos estaban de acuerdo en una sola cosa; ser sus complementos era un error.

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𝑺𝒐𝒖𝒍𝒎𝒂𝒕𝒆𝒔 [Re-escribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora