Capítulo 5: La Cita

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- Rayos ¡¿Dónde dejé mi cartera?!.- Estoy demasiado frustrado porque no logro encontrar la maldita cartera y no estoy listo aún, ya me había dado un baño pero no encuentro qué rayos ponerme ni la maldita cartera...- ¡Ahí está!.- Grité tomando la cartera y quitándome un peso de encima.- Bien...- Ahora sólo falta hallar algo que ponerme.
Quería ir bien vestido, pero no demasiado.

Me puse la ropa que al fin había escogido.

- ¡Bien! Ya estoy listo.- Dije con una sonrisa enorme en la cara.- Maldición, las 8:10. ¡No llegaré a tiempo! Debo salir ya.- Entonces salí disparado como un rayo, cerrando la puerta y esperando el bus en la estación (la economía no da para un taxi).

¡Vamos! No viene... 8:15...

- No voy a llegar.- Dije muy desanimado y viendo hacia el suelo.

De pronto llegó el bus.

- ¡Ya era hora!.- Dije algo irritado y subiendo mientras le pagaba al chofer (quién sabe cuando fue la última vez que se dio un baño).

Me senté en un asiento (válgame la redundancia) en el cual podía ver hacia afuera por la ventana, por la cual entraba aire fresco que hizo que me relajara un poco.

8:30, pedí la parada al bus y me bajé, corrí lo más rápido posible hacia la fuente, donde es que habíamos quedado por whatsapp, para vernos.

Bien, 8:35, si me lo preguntan llegué muy a tiempo.
Me senté a esperarlo, estaba un tanto agitado por haber corrido.
Yo no creo que haya llegado y se haya ido en menos de 5 minutos...

Ya son las 8:45 y creo que no va a venir...
Venga Pablo ¡No te desanimes!

Cinco minutos después.

- Creo que no vendrá... 8:50 Está bien... Me iré a casa.- Me paré muy desanimado e iba a comenzar a caminar cuando de pronto siento que alguien me tapa los ojos.

- ¿Quién es?- Dijo esta persona con una voz risueña.

- ¿Josué?.- Me di la vuelta y le dije algo serio.- ¿Qué pasó, hombre? Son las 8:52.- En realidad ahora lo único que me importa es que sí llegaste.

- Lo siento tío, es que soy nuevo aquí...

- ¿Cómo que nuevo?- Dije curioso y más relajado.

- Sí, es que soy de España, de Madrid...

- Con razón escucho ese acento extraño en tus palabras... ¡Pues eres de Madrid!

- Sí y lo siento por haberte hecho esperar, si quieres aún podemos ir al restaurante o te puedo dejar a tu casa...- Se rascó la nuca.

- ¡No! Cómo crees, vamos al restaurante, ya habíamos quedado, venga entremos.- Dije tratando de animar la situación. No sé porqué siento que hablé como Lanahi.

- ¡Vale, vamos! - Dijo con una gran sonrisa en su cara.

- Por cierto... Te ves muy bien, Pablo.- Me dijo, haciendo que me ruborizara.

- G-gracias... Tú también...- Casi no puedo decir esa última palabra.

Caminamos al restaurante casi sin decir nada, ya que aún había un poco de tensión. ¿O esa tensión era sólo mía?

- Una mesa para dos, por favor.- Josué pidió la mesa para nosotros dos, la que está atendiéndonos es muy linda... Y creo que Josué se le quedó viendo.

Caminamos hacia una mesa que nos indicaron que tenían disponible.
Las mesas son como las de restaurantes de comida rápida... Qué extraño, me imaginaba que serían distintas.

Un Chico Tímido (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora