Capítulo 32: Mente Rota

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- ... No, no estoy bien.- Le correspondí el abrazo.- No estoy nada bien...- Comencé a llorar.

- Ya, ya... Está bien.- Movía su mano por mi espalda, de arriba a abajo.- Estarás bien.- Si él supiera...

- No sé porqué me pongo así.- Mi voz suena quebrada.

- No importa, ya lo solucionaremos.- Me apreté más a él.

- Lamento mucho que me veas así, hace tiempo que no me daba un ataque de esos.- Me calmé un poco.

- O sea que ya te había ocurrido.

- Sí...

- ¿Cómo lo detenías?

- No lo hacía, no podía, era hasta que caía rendido al suelo o me desmayaba.

- Cielos...

- Pero tú me detuviste...

- Supongo.- De verdad me detuvo.

- ¿Cómo fue posible?.- En el pasado aprendí a evitar esos ataques, más no aprendí a detenerlos una vez que ocurrían.

- No lo sé.- De pronto me sentí muy cansado.- ¿Pablo?.- Sin darme cuenta, dejé caer gran cantidad de mi peso sobre David, es como si él me mantuviera en pie.

- Creo que debo sentarme.

- Bien.- Me recostó en la cama.

- ¿Cómo te sientes?.- Se sentó junto a mí.

- Muy cansado...

- No creo que debamos ir a la escuela hoy.

- Pero no podemos faltar.

- Conozco a un tipo que nos daría recetas médicas gratis, así que le pediré una para ti.

- ¿Y tú?

- Diré que tuve tos, para quedarme contigo.

- Piensas en todo.- Tomé su mano.

- Soy muy listo.

- Puedo diferir.

- Así que ya te sientes mejor.

- Al menos emocionalmente sí.

- Ya que no iremos a clases me pondré a hacer un par de cosas.

- ¿Qué vas a hacer?.- Me siento más cansado que hace un segundo.

- Unas cosas, tú quédate a dormir.

- Está bien.- No tiene que decírmelo dos veces.

- No quiero volver y verte despierto.

- Qué me querrás hacer.- Dije sin ganas.

- Nada que involucre una cuerda y unas esposas.- Me reí.

- Si no las involucra, todo bien.

- Regreso en un rato, si me necesitas grita o háblame a mi teléfono.

- Bien.- Salió.

Qué mal me siento...

Ahora que estoy solo, puedo ponerme a pensar un poco...
¿Cómo es que me logró detener?
Nunca había sido capaz de parar esas cosas; aunque no lo intentaba mucho que digamos.
Pero no lo intentaba porque yo no quisiera, sino porque cuando entro en ese estado quiero destruirlo todo, siento odio, además de mucha, MUCHA adrenalina y por alguna razón, dejo de pensar claramente.

Siento que no puedo moverme, como si perdiera más y más fuerzas por cada segundo que pasa.

Me quedé dormido.

Un Chico Tímido (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora