Capítulo 2

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TRES MESES DESPUÉS 

(actualidad).

Me desperté y lo único que vi fue el techo blanco y liso con una mancha de humedad color verde muy oscuro, casi negro, en una esquina, cuando pude ver más allá del techo me di cuenta de que no era mi habitación como yo pensaba sino que estaba en el hospital, no entiendo que hago aquí, después de todo lo que paso me desmaye, pero... ¿Tan grave fue como para estar toda enchufada en una cama? Seguro que fue Dimitri tan exagerado como siempre, apuesto que después de desmayarme me trajo aquí. Me levante de la cama, quería ir a ver a mi amiga a su funeral, o a su tumba, ver a Dimitri y Emma, estar junto a ellos, no me sentía bien rodeada de personas que no saben que la peor enfermedad es el dolor después de haber estudiado el cuerpo humano por muchos años, me desenchufe y busque mi ropa pero.... ¡¡Mierda!! ¿Dónde está mi ropa? Revise en todos los lugares posibles y lo único que encontré fue un frasco de pastillas para el dolor de cabeza y una toalla grande, yo solo tenía una bata blanca por lo que decidí salir así, al estar fuera de la habitación una voz detrás mío me desconcertó.

— ¿Señorita Sutton? Se despertó. —me di vuelta y vi a una señora toda vestida de blanco, rubia con mucho maquillaje y con unos grandes ojos color café, por lo que veo quería aparentar unos treinta o treinta y cinco años aunque cualquiera se daría cuenta que tiene muchos más.

— Ay por dios, señorita ¿qué hace aquí? vuelva a su habitación ¿se siente bien? ¿Le duele algo? ¡Me alegro tanto! —con todas las preguntas que me hizo la enfermera solo le conteste que no, que me tenía que ir, y recordé que solo tenía puesto una bata.

— Lo siento, pero ¿usted no tendrá mi ropa? es que me tengo que ir y no puedo salir así —dije tratando de convencerla para que me dejara salir aunque no parecía muy inteligente así que mi tarea sería fácil.

— Oh, sí, cariño. Ven, aquí tengo tus pertenencias —la acompañe hasta una sala y me entregó la ropa.

—Me alegró mucho que te hayan dado el alta, después de tanto tiempo por fin puedes salir — "¿después de tanto tiempo?" Si solo había pasado un día o dos como mucho, creo que esta señora está más pérdida que yo.

— ¿Después de tanto tiempo?—Repetí ahora en voz alta la pregunta que se había formado e mi mente.

—Sí, usted estuvo inconsciente durante tres meses, la pérdida de su amiga, más el golpe que se dio, le causo un boqueo cerebral y se desmayó, estuvo en coma todo este tiempo —dijo con un leve tono de tristeza en su voz—. Bueno toma —me entrego unos papeles—, con esto te puedes retirar, ah sí, y toma esto —me dio un ramo de rosas—, tu novio viene todos los días y deja un ramo para ti —me dijo y me confundió un poco, pero en ese instante sólo pude pensar que la enfermera había creído que Dimitri era mi novio, cosa imposible pero no me puse a pensar en eso solo tenía el dolor que ocupaba todos mis pensamientos, habían pasado tres meses sin mis amigos, tres meses sin saber nada, tres meses con el reloj en pausa, ya que para mí todo había ocurrido ayer. Paipper era rubia con unos rizos largos hasta la cintura, ojos marrones comunes pero lindos, tenía un buen físico aunque nunca lo admitía, era una de mis mejores amigas, pero como dije... era, ya no está y lo único que tengo en mente va a ser vengar su muerte, lo encontrare y lo haré pagar todo el sufrimiento que me hizo sentir a mí y a su familia, ni ella merecía morir, ni sus padres vivirlo, por un loco que se creyó hombre solo porque tenía un arma. Hoy me despierto y ya no está, no hay nadie a mí alrededor. Es raro sentir que un día estas comiendo y divirtiéndote con tus amigos, luego despiertas y ya no están.

Salí del hospital, me subí a mi auto que no sé qué hace aquí, pero las llaves estaban en mi bolso así que supongo que los chicos lo abran traído.

Sentada ahí dentro de mi pequeño auto y con un nudo en la garganta decidí ir al cementerio y dejarle unas flores a Paipper. Conduje lento todo el camino sintiendo esa horrible sensación que no le deseo a nadie. Al llegar estacione el auto y baje, al lado de la puerta de la entrada había un señor de avanzada edad vendiendo flores, compre las favoritas de ella. Me quede parada frente al enorme portón negro sin atreverme a entrar, no se qué era... tal vez miedo o quizá todo esto me parece tan irreal que no entendía cómo podía estar justo ahí en la entrada de un cementerio con flores en las manos y lágrimas en los ojos...sabía que en algún momento me encontraría en una situación así porque la gente muere todos los días pero...el simple hecho de saber que la que está bajo tierra es mi mejor amiga...mi hermana, me aterraba pero tenía que hacer esto así que tome una gran bocanada de aire y entre.

Un gran y largo camino de piedra llegaba hasta el final del cementerio y donde empezaba un bosque grande y frondoso.

Camine hasta la cabina blanca que había a un lado del camino y me atendió una agradable chica parecía un poco más grande que yo pero no mucho

—Hola —saludo— ¿a quién buscas?

—Paipper Fly— mi voz quebrada casi no se oía pero gracias al enorme silencio que había ahí pudo oírme, me señalo uno de los caminos y dijo

—Está en la zona sur al final del camino a la derecha al lado de aquellos carteles —me sonrió de lado y yo intente hacer lo mismo, le agradecí y me encamine por el largo y ancho camino, en los bordes tenia flores de un color violeta, observando todas las lápidas escritas y las cruces talladas un escalofrió recorrió mi espina dorsal, me removí un poco.

Llegue a donde me había dicho la chica comencé a leer los nombres de las lápidas nuevamente. Sentí el nudo en la garganta al leer su nombre, deje las flores sobre el mármol y apoye mi mano ahí, me arrodille sobre el suelo y estuve un rato así, llorando, recordando todos aquellos momentos en los que los pulmones casi se nos salen de tanto reírnos. Sonreí ante esos recuerdos.

Era tan injusto, sé que la vida lo es, pero esto me mataba por dentro. Recordé el día en que la mataron, aquel monstruo inhumano actuó como sí su único objetivo hubiera sido acabar con la vida de mi amiga. Ese día en el instituto Paipp era una más del montón de personas atemorizadas en aquella sala, el asesino estaba algo perdido y en cuanto su mirada cayo en Paipp... no quiero delirar, estoy casi segura de que no lo hago pero ¿y si en realidad esa basura solo apareció allí para acabar con mi amiga?

Basta Lia... me ordene, esto me lastimaba más de lo que ya lo hace.

No me importaba si estaba en lo cierto o no, no me importa si su muerte fue accidente o no, de cualquier forma, manera y a como dé lugar, sea quien sea la persona que haya acabado con su vida lo encontrare y las pagara, juro en honor a mi amiga que me conocerá...

Me dispuse a levantarme e irme pero sentí algo extraño cuando me di vuelta y quede frente al inmenso bosque, me acerque un poco y mire hacia arriba, observando la copa de los arboles sentí el ruido y baje la vista. Me adentre un poco y vi que lo que había oído era una ardilla traviesa que corría sobre las ramas de los árboles. Sin pensarlo me encontraba caminando hacia la inmensidad del bosque que era uno de los pocos lugares que me transportaban hacia mi infancia donde era feliz, y necesitaba un poco de paz después de todo lo que me acabo de enterar, además que desde pequeña sentía como si la naturaleza me llamaba, amaba estar al aire libre, en un parque, en un río o en la playa, siempre me llamo la atención los lugares con agua, esa era otra cosa que no tenía sentido en mi vida.

Respire lo más profundo que pude llenando todos mis pulmones de aire fresco y puro mientras oía los pájaros cantar... nadie diría que este hermoso lugar estaría detrás de un cementerio.

Di la vuelta para volverme pero un mareo inoportuno me detuvo, un fuerte dolor de cabeza hizo que me aferrara a uno de los árboles y caí al suelo, todo se nublo de golpe y, entonces  me desmaye... 

Mientras el crimen sucedeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora