Capítulo 7

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Al llegar estacione frente a la casa, al bajar del auto toque el timbre y espere un instante hasta que vi a la mamá de Paipper cuando por fin abrió la puerta. Me recibió con una cálida sonrisa y un poco de asombro.

- ¡¿Lia?! -Dijo sorprendida antes de darme un gran abrazo, luego de unos instantes así nos separamos, me volvió a sonreír- ¡Dios mío, no puedo creerlo! Pasa, pasa -al entrar un olor familiar que impregnaba toda la casa me hizo sentir que volvía a tener doce años, me hizo sentir que estaba en mi hogar otra vez, nada había cambiado.

La casa seguía igual que antes con el piso de madera brillando por estar tan limpio, la gran escalera que llevaba al piso de arriba donde se hallaban las habitaciones que compartíamos con mi ángel y las de mis padres, bueno los de Paipper, aunque yo siempre los trate como si fueran mis padres y ellos como si yo fuera su hija.

Seguí observando y a pesar de que todo siguiera igual con los aromas, la limpieza, el orden, todo, se notaba la ausencia de Paipper y una angustia enorme se posó en mí en ese momento. Recordé la promesa que había hecho: tendría que encontrar a su asesino, aun no sabía cómo, pero lo haría.

Por lo que sé, hace unos meses, cuando ocurrió el accidente, lo padres de Paipper hicieron una denuncia o algo por el estilo, no dejarían la muerte de su hija así como si nada, ellos tendrían que tener más información sobre el asesino y podrían decírmela.

Segundos después de escuchar la puerta cerrarse tras de mí, Mónica dijo:

- Mi pequeña, me alegro tanto de que por fin estés aquí -me rodeó con un abrazo guiándome a la cocina-. El médico nos informó cuando te dieron el alta y también nos dijo que con todo lo que había pasado era mejor dejarte adaptarte tranquila -hizo una pausa, vi sus ojos, escondían tanta tristeza que me rompía el corazón-. Hablando con Óscar pensamos en que, conociéndote, lo mejor sería no molestarte, que quizá no seria bueno para ti vernos luego de... -su voz se cortó un poco.

-Mónica -hable por ella y le sonreí para que creyera que todo estaba bien-, esta bien, lo entiendo. No necesitas explicarme nada, de hecho, gracias por darme el espacio que necesitaba.

-Mi chiquita, teníamos tantas ganas de verte -dijo y volvió a abrazarme, al separase agrego-: Oh, ¿Quieres comer algo, cariño?

-Lo sé -admiti-. Y sobre la comida, sabes que no diría que no -intente hacerla reír con ello, pero solo consegui que me devolviera una sonrisa y, sin embargo, aunque quisiera que ella hubiera reído, esto ya significaba mucho para mí.

No me había dado cuenta de que el día se me paso demasiado rápido, ya estaba cerca de la tarde y que en todo ese tiempo no había consumido nada más que un café.

Ayude a cocinar a Mónica mientras hablábamos de comida evitando el tema de Paipper, ninguna era tan valiente para sacar el tema, quizá solo para no tocar la herida de la otra. Después de un rato la comida ya estaba hecha y todos estábamos sentados y ya listos para comer. Me hallaba frente al señor Fly, quien llegó un rato más tarde que yo. Al llegar me saludó con el mismo amor que Mónica. Siempre lo trate con mucho respeto y desde que lo conocí lo llamaba Señor Fly pese a que le molestase y me haya dicho un millón de veces que me dirigiera a él por Oscar, su nombre.

- ¿Y cómo te ha ido últimamente? -me preguntó él.

- Bien, eso creo. Estoy... adaptándome nuevamente a lo normal -respondí lo más común que pude. No lo sabía pero algo en mí no quería sacar el tema de la perdida de Paipper, ahora no quería recordarla, no ante ellos, no sabiendo cuanto les dolía, perdí el valor que me plante en el auto mientras me dirigí a hacia aquí, pero eso debí pensarlo antesx era más que obvio el hecho de que estando aquí la recordaríamos aún más.

Mientras el crimen sucedeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora