Capítulo 50

9 3 0
                                    

—Despierta, ya casi llegamos —oí la suave voz de Noha y abrí un ojo, lo vi sonreír mientras conducía—. Has babeado todo mi asiento, te costara caro.

—Oh, lo siento... —reí—, no es cierto, aguántatelo por malo.

— ¿Me hablas a mí? —hizo un ademan ofendido.

—Si —asentí mientras trataba de levantar el asiento. Todavía era de noche, pero no estaba tan oscuro como antes, estaba casi empezando a amanecer y nosotros estábamos en el medio de la nada.

— Mmmh, ¿Noha? ¿Sabes a donde estamos yendo?

—Claro, linda, tu solo espera —siguió conduciendo unos minutos más mientras yo trataba de peinarme, pero tenía demasiado sueño, había dormido menos de dos horas en casi todo el día. No sé cómo es que abrí los ojos. Me hice un rodete alto y me quite las lagañas de los ojos.

—Oye y ¿por qué era que estamos yendo hasta ese reino? —pregunte para refrescar la memoria. Me miro y hablo.

—Vamos a llevarle al rey su libro y las rocas, ¿recuerdas?

—Oh, claro —Noha estaciono el auto en un descampado cerca de una enorme playa. Estaba vacía. En poco tiempo se podría ver el sol salir detrás del oscuro mar. Algo hermoso.

—Bien, genio, creo que es tiempo de que admitas que estamos perdidos —dije al ver que no estábamos ni cerca de una civilización.

—No nos hemos perdido, boba, es que ingresaremos por otra entrada, una un tanto olvidada. Vamos. —lo seguí y caminamos unos pasos entre largos pastizales hasta que llegamos a la arena. Nos movimos un tramo hasta llegar a una pequeña —muy diminuta— casita, donde seguramente los guardavidas dejaban sus cosas de trabajo.

Noha saco una llave y abrió la puerta. Un par de cosas cayeron al suelo, pero rápidamente las metimos dentro. Noha observo toda la playa, supongo que buscando gente que nos espié.

—Noha, no entiendo, esto —señale el lugar—. No lleva a ningún lado, solo es un pequeño cuartito.

—No es el mejor momento para tus dudas, cerebro. Tenemos que mantenernos en silencio... con la boca cerrada, ¿entiendes? —pregunto mirándome a los ojos y esperando una respuesta, yo asentí— Bien, porque si no tendré que hacerlo yo y no podré parar —aquello último fue tan directo que me tomo por sorpresa.

—De acuerdo, Pinky —solo se me ocurrió responder.

Noha estaba sacando todos los chalecos de aquel cuartito y amontonándolos en un rincón, yo estaba afuera vigilando que nadie nos viera, aunque era algo estúpido porque ¿quién vendría a la playa a esta hora? Pues, yo.

—De acuerdo, vamos —dijo Noha. Me di la vuelta, vi que había movido la mayoría de las cosas y que abrió una pequeña puerta que se encontraba en el piso. Noha la abrió y se metió por ella, oí el sonido de sus pies impactando contra el agua, como un chapoteo. Me acerque a la puerta, me senté en el suelo y metí los pies, no me iba a tirar porque me mataría. Note que estaba muy oscuro, básicamente no se veía nada y un olor asqueroso emanaba de ahí abajo.

Noha apareció y tomo mi cintura, me levanto un poco y luego me bajo. Me quede mirándolo ya que lo único que podía ver eran sus ojos. Él saco algo de su bolsillo, era una linterna. Al prenderla vi que estábamos en una especie de...

—Las viejas cañerías de la ciudad —Noha respondió por mí—. Hace muchos años dejaron de funcionar, pero por suerte estas lindas cañerías van al mismo lugar que nosotros —me guiño un ojo.

— ¿Lindas? —Pregunté—. Esto es un basurero, está lleno de telarañas y seguramente lo que estoy pisando no sea agua, y ¿no hueles, Noha? voy a perder el sentido del olfato.

Mientras el crimen sucedeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora