Capítulo 27

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Tiempo desde que Isaac se fue, oí el timbre y al abrir la puerta me encontré con la enérgica Emma.

—Hola, hola, mi bombona —me apretó los cachetes. Vaya, Emma sí que estaba de buen humor.

—Hola, psicópata favorita. ¿A qué se debe el buen humor? —sonreí dándole el paso para que entrará dentro de la casa.

—Pues hoy hay fiesta, fiesta —levanto las manos, en ellas cargaba unas bolsas que antes no había notado y que, supongo, tenían ropa—. Además, hay que estar de buen humor, sino todo sería gris y deprimente, ¿no?

—Tienes razón —asentí, pero luego recordé—: aunque, en realidad, si no existiera lo gris y deprimente, no podríamos disfrutar tanto del buen humor, ¿no crees? —Emma ladeo la cabeza y se quedó pensado un poco.

—A veces eres rara, amiga, pero no lo tomes a mal, te quiero por ello —me reí y asentí—. En fin, ahora mismo, no hay tiempo para tus filosofías, Li.

—Qué mala eres conmigo —dije haciéndola reír.

—Bueno, ¿lista para lucir nuestros bellos cuerpos? —Exclamó—. Ya tengo pensado el mejor vestuario para ti —me examino de pies a cabeza—. Oh Lía, te verás espléndida.

—Por favor, no abuses —rogué.

—No exageres —dijo mientras nos dirigíamos a mi habitación.

—Contigo no se puede exagerar, Emma —solté sincera—, sin ofender —agregue.

—Ja ja ja —fingió reír, sarcásticamente.

Luego de ducharme, secarme el pelo y maquillarme un poco, le pregunté a Emma:

—Oye, ¿y si voy en pijama?

—Ni lo sueñes —me apunto con la alisadora de cabello. Levante mis manos a la altura de mis hombros.

—Tranquila, oficial —dije riendo.

Cuando terminamos de alistarnos nos dirigimos al auto de Emma. El viaje fue todo un karaoke hasta llegar al lugar.

Al bajar del auto seguí a Emma. Nos dirigíamos a la entrada, esta tenía una corta escalera en la cual vi a Noha. Parecía que él también había llegado hace poco, pues estaba saludando a un grupo de chicos y chicas, tenía un pie sobre un escalón y el otro sobre el suelo, vestía unos típicos jeans negros y una remera blanca. A lo lejos, en el proceso de saludar a alguien, la mirada de Noha cayó en mí, me observo de manera que no supe descifrar, se veía ¿pensativo? Agh, no lo sé. Despegue la mirada de él.

— ¿Has notado como te mira Noha? —Me susurro Emma a mi lado—. Querida amiga, déjame decirte: traes loco al señor obviedad, mira la cara de bobo que tiene —intento contener la risa en una sonrisa.

Iba a decirle que si ella quería, yo podía acompañarla al psiquiatra y en eso gritarle y preguntarle de qué obviedad hablaba o a qué se refería ella con cómo me mira Noha aunque no era necesario, conociendo a mi amiga ella probablemente suponía que yo le atraigo a Noha. Como sea, ya no podía llevar a cabo mi plan, la muy maldita acelero el paso y para cuando me di cuenta ella se encontraba saludando a todos con su típica simpatía.

—Hola —sonreí y salude a todos en general cuando llegue junto a Emma, la cual ya había iniciado una conversación con Noha.

— ¿No saludaras a tu amigo como se debe? —hablo Noha y cuando lo mire vi que me lo preguntaba a mí, entonces recordé la tregua que habíamos hecho: tratar de llevarnos como personas civilizadas y ser amigos.

Me acerque para saludarlo, y no sé si delire o qué pero el beso en la mejilla que me dio Noha fue algo... raro, quizá sea porque accidentalmente termino dándomelo cerca de la comisura de mis labios. Esos accidentes que pasan una vez cada tanto, y son algo incomodos y torpes.

Mientras el crimen sucedeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora