Nathaniel Archer
Era una diosa, toda ella era perfecta. Deseaba abstenerme por unos días para intentar controlarme a mí mismo. No quería preocuparla pero los dolores de cabeza comenzaban a ser mucho más intensos de lo normal. Lo que era placentero, otro de mis problemas terminó dañándolo todo. Me paré un momento para tomar un poco de agua y en ese momento sentí como mi cuerpo se desvaneció en el suelo de la cubierta y cada rincón del interior de mi cuerpo comenzaba a freírse literalmente. No podía ver nada, solo podía sentir como mi cuerpo se estremecía violentamente y no podía controlarlo. La voz de Catalaia la podía escuchar y mi amor, ella estaba llorando desesperada sin saber qué ocurría. No deseaba que presenciara algo así, mucho menos que tuviera que ver cómo por unos minutos, era totalmente incapaz de controlarme. Sentí su manos acariciándome el cabello y apoyando mi cabeza en su regazo, poco a poco fui sintiendo como mi cuerpo regresaba a la normalidad. Aun me dolía fuertemente la cabeza, tanto que apenas podía soportarlo.
— Todo está bien, todo..., estará bien — Susurró Catalaia entre lágrimas sin saber que estaba ocurriendo.
Sequé sus lágrimas con mis dedos y con la voz cansada respondí.
— No llores, cariño.
— ¿Qué te ha pasado? Parece como si te hubiera dando una convulsión o algo así.
Apreté los dientes
— No es nada, estoy bien.
— Por favor, dime que te ocurre. Me dijiste que no me ocultarías nada más.
Ayúdandome a ponerme en pie, me recostó sobre la cama flotante y acostándose a mi costado me seguía mirando preocupada esperando una respuesta.
— Cuando tenía cinco años, mi padre me dio una paliza por haber querido ayudar a mi madre gritándole a él que no le siguiera pegando. Dejó de golpearla a ella para hacerlo conmigo y en uno de esos golpes hizo que mi cabeza se golpeara contra una pared. Estuve en coma por dos meses y a raíz de de golpe, desarrollé epilepsia. Lo controlo con medicamentos aunque a veces es no es suficiente.
No respondió nada, solo me abrazó fuertemente y no sabía definir si me abrazaba por pena o porque realidad se identificaba conmigo en una forma u otra. Quería creer que podría tenerla junto a mi sin que huyera antes de que descubriera todos los problemas que venían incluidos con Nathaniel Archer.
— Estaré aquí, para cuidarte
— Yo debo cuidarte a ti.
Negando con la cabeza, Catalaia respondio
— No..., has pasado tu vida intentando cuidar a otros cuando quien en realidad necesita que de vez en cuando lo cuiden y protejan, eres tu.
— Ahora me ves débil
— No, todo lo contrario. Creo que eres uno de los hombres más valientes que he conocido.
Agarre sus manos y lo único que deseaba era que estuviera a mi lado por siempre. Quizá sonaba algo egoísta porque no todo el mundo estaba dispuesto a cargar con tanto problema por mas amor que sintiera. Ella era todo lo que necesitaba para sentir que vivir tenía algo de sentido. Verla sonreir, solo ver su rostro me daba paz y tranquilidad.
— Debes descansar, te prepare un té. Y quiero que vayas quitando de la mente que te tengo pena o lastima. Te amo, tanto que no he podido fingir que te odio porque se nota demasiado, que muero por ti. También quiero que dejes los miedos a un lado, si queremos que esto funcione; debes abrirte un poco más a la felicidad.
Antes de ir por el te beso mis labios añadiendo.
— Ahora tendrás quien te recuerde el anticonvulsivo todos los días.
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Después de Tí
Любовные романыTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...