Nathaniel ArcherVolver a sentirla era una sensación inexplicable que solo podía sentirse, no describirse. Entraba y salía de ella con fuerza y cada vez que lo hacia, su garganta emitía gemidos escandalosos que encendían las cosas que por mi mente no dejaban de pasar. Su vagina era estrecha, cálida y provocaba fantasías que solo podrían quedarse en el archivo de fantasias en mi mente. Su cuerpo sudaba, sus senos se sacudían cada vez que la penetraba. Sus ojos en blanco, sus jadeos y gemidos era como combustible al fuego que ardía entre ambos. Era lujuriosamente deleitante sentirla temblar y retorcerse cuando se corría, pero más excitante era saber que era yo el causante de ello.
— Dime, ¿Que deseas?
Sonriendo extasiada respondió
— Más acción
— Bien, no me hago responsables de los traumas que puedan quedar en su vagina, señorita Winchester.
Y eso a ella, parecía ser música para sus oídos. Ver su cuerpo, sus pezones rosados, ese lunar sensual en la hendidura de su vagina y la forma descarada en la que abría para mí era como el canto de una sirena a un marinero. Me tenía totalmente hechizado y podía hacer conmigo lo que le diera la gana. Recogiendo la primera ronda de estrellas, aun jadeante dejó caer sus piernas a mis costados y besando sus labios suavemente susurre.
— ¿Estas bien?
— Lo estoy — Respondió sonriendo
Agarre sus piernas y tirando fuerte de ellas hice que se apoyara de sus brazos y sus rodillas dándome una vista explícita y jodidamente morbosa de sus nalgas. Acariciandolas, solo deseaba una cosa, azotarlas cada vez que me hundiera en ella. Sujete sus caderas y tirando de ella hacia mi la penetre yendo hasta el fondo de su vagina ocasionando un gemido dulcemente adolorido de su garganta. Perdía la cuenta de cuantas veces la embestía, solo recordaba que con cada embestida su vagina se hinchaba más, estaba empapada y su morbosa pedia mas. Azote sus nalgas y ella estremeciéndose comenzó a contar apenas pudiendo hablar.
— Uno...
No esperaba eso de su parte pero me había fascinado. Ahora era ella quien buscaba eso a lo que a mi tanto me encantaba emplear. Azotandola con cada embestida la escuchaba contar y eso...., joder eso me elevaba tanto que era mucho más excitante que cualquier otra cosa.
— ¡Veinte!
Eyacule impetuosamente en su vagina y al salir de su interior, ver como se derramaba por sus piernas los dos orgasmos unificados era morbosamente deleitante. Sus brazos y piernas cedieron cansadas y cayendo boca abajo en la cama aun jadeaba descontroladamente. Bese su cabeza y mirando con fascinación su belleza, rozaba mi cuerpo contra el de ella y riendo comentó.
— Siento..., siento que necesito una vagina nueva
— ¿Te he lastimado?
— ¡No! No lo digo literal, ¿ves?
— No veo nada
Mirándome sacudió la cabeza sonriendo.
— Ha sido maravilloso, me ha encantado y no me has lastimado.
Mire sus nalgas y estaban algo amoretoneadas. Resoplando negué con la cabeza.
— Te he dejado marcas en las nalgas
— ¿Y? ¿Quieres follar duro sin dejar marcas? No se puede tener lo mejor de los dos mundos. Ya no empieces a buscar cosas negativas donde no las hay. Mejor ve por algo de agua, estoy muerta de sed.
No comprendía cómo es que estaba muerta de sed, no era precisamente algo que pueda pasar fácilmente, Cubriendome con el albornoz respondí.
— ¿Muerta de sed?
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Después de Tí
RomansaTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...