Catalaia Winchester
El ensueño ya había llegado a su fin. Habíamos regresado a Londres y mis miedos eran inevitables. Le temía más al miedo a ser feliz que Nathaniel sufría que a la misma odiosa de Odette. Me daba nervio volver a vivir junto a él, pero ahora de una forma tan distinta a cómo había llegado a su vida. Tenía que pasar por un par de cosas a la casa en la que hasta hace poco vivía y él se ofreció a acompañarme aunque no soy tonta, más bien quiere estar todo el tiempo sobre mi cuidándome y más bien controlándome. Al llegar a la casa algo me había preocupado. La puerta estaba forzada y al entrar todo estaba hecho un desastre. No entendía qué coño pudo haber pasado. Camine hasta la sala de estar y al ver lo que mis ojos vieron en aquel momento sentí que me moría. Esa herida que aún no sanaba en mi corazón, ese vacío que estaba ahí latente se había expuesto aún más. La urna de las cenizas de Judy estaba vacía tirada en el suelo. Caí en frente de la urna en llanto sin poder contener el dolor. Ya no la tenía, ni siquiera sus cenizas. Lo único que tenía en aquel momento en mi interior era odio, ira y rabia. Dentro de la urna había una nota y toda temblorosa la agarre y la leí.
"Ahora tú engendro corre por todas las alcantarillas de Londres. La próxima puede que seas tú."
— La voy a matar..., se va a morir. ¡La voy a matar! ¡Estoy harta! ¡Harta de esa infeliz! ¡Harta de que joda a todos y salga bien librada!
Nathaniel agarró la nota y al leerla su rostro se tornó rojizo y su enojo era evidente. En aquel momento sentí que jamás podríamos ser felices mientras esa mujer siguiera viva y lo único que deseaba era verla muerta, y ser yo quien la matara con mis propias manos. Otro de mis impulsos me ganó y sin dejar a Nathaniel reaccionar, salí a toda prisa y subiéndome en el coche acelere antes de que pudiera detenerme. Conduje a toda prisa sin saber exactamente lo que quería hacer, pero de una cosa estaba segura, esta vez no sería como las demás. Acabaría con ella de una buena vez. Necesitaba un arma, no tenía una y nunca había tenido una. Me detuve en la primera armería que encontré y en un principio el vendedor comenzó a poner muchos obstáculos con licencias y demás. Pero como todo en esta jodida vida cuesta dinero, el arma sin licencia me salió en unos dos mil euros. Conduje hasta la fachada de empresa que esa loca tenía y donde se daba aires de dama de sociedad con sus negocios "limpios" llegue al mostrador y sin nada de paciencia dije.
— Necesito ver a Odette Santorini
— ¿Tiene cita? Ella solo atiende por cita y está muy apretada su agenda.
— Mira niña, me importa una mierda su agenda. Dile a la delincuente esa, que estoy aquí. Si no me atiende, se va a arrepentir.
Asustada fue a hablar con ella y mi móvil no dejaba de sonar. Nathaniel no dejaba de llamar y enviar mensajes.
Nathaniel a las 9:00am
Catalaia por favor, coge la llamada. ¡No hagas una estupidez!
Nathaniel a las 9:09am
¡Catalaia que atiendas carajo!
Nathaniel a las 9:10am
Me estás haciendo perder la paciencia. No vayas a hacer algo que complique las cosas. ¡Por amor de
Dios!Apague el móvil y dispuesta a terminar de una vez con esa infeliz me mantuve firme en lo que por mi cabeza estaba pasando. No espere a que la inútil de la recepcionista me dejara pasar, camine hasta la oficina de esa infeliz, al entrar y verme se sonrió con burla.
— Vaya..., vaya mira nada más a quien tenemos aquí. Nada más y nada menos que a Catalaia Winchester. Esto se pone cada vez mejor.
Sin temor alguno a esa perra, saqué de mi bolso el arma y apuntándole firmemente, amenacé.
ESTÁS LEYENDO
Después de Tí
Любовные романыTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...