Capitulo 29: Manzana de la discordia

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Catalaia Winchester

Necesitaba distraer la mente en algo, en cualquier cosa y ahí estaba el ballet para ayudar a aliviar el estrés. Pero realmente no era sólo el estrés, aún no superaba el que bruce hubiera querido abusar de mi. Nunca nos habíamos llevado bien, sabía que me odiaba y hasta me esperaba que me vendiera como lo hizo, pero jamás esperé que me hiciera eso. Había decidido ver los ensayos del nuevo musical aunque la verdad apenas prestaba atención, solo pensaba en mi pequeña Eleanor. Dentro de todo estaba feliz, era mamá de una cosita hermosa y aunque el dolor de haber perdido a Judy no se iría nunca, el amor que tenía para darle a ella, ahora era todo para Eleanor. Estuve toda la mañana ensayando y se me hizo raro no recibir ningún mensaje de Nathaniel. Saliendo del teatro decidí llamarlo y para mi sorpresa respondió una mujer. Por un momento palidecí al escuchar la voz de una mujer contestar el teléfono de Nathaniel. Apretando los tienes pregunté.

— ¿Quien eres? ¿Por qué Nathaniel no responde?

— Eh..., se está duchando. ¿Es muy urgente?

— ¿Duchando? ¡Pásame a Nathaniel!

— Lo siento, estamos ocupados. Adiós

Me colgó la llamada y en aquel preciso instante me sentí como la mujer más idiota y cornuda del mundo. No quería hacer nada con la cabeza caliente. Conté de uno al diez y exhalando una marejada de celos solo se me había ocurrido una cosa, ir a la empresa. Conduje a toda leche y rogaba que estuviera en su despacho pero al llegar y entrar, no estaba allí. Sentía el corazón latir a millón y jamás pensé que algo así sucediera. Me senté sobre su escritorio y mirando todo a mi alrededor me sentí extraña. Por primera vez veía todo algo distinto a cómo siempre lo veía. Nathaniel Archer era uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo, tenía clase, elegancia y era sexy y guapo. En cambio yo, era una bailarina intentando llegar a los grandes teatros, de apellido "conocido" aunque en decadencia y sin título universitario completado. Si me comparaba con cualquier mujer en aquella empresa, cualquiera era mejor partido que yo. Mis celos y mi furia se convirtieron en dolor y tristeza más cuando realmente me había creído eso de que no podía estar con una mujer sexualemente si no la amaba. Me había mentido y yo, había caído como imbécil. Regrese a la casa y durante todo el día no me marcó , no me llamó y eso me hacía sangrar por dentro aún más. Incluso Ellen había llegado a la casa para hablar sobre unos proyectos que tenían en conjunto pero terminó yéndose ya que eran casi las once de la noche y él no llegaba. En cambio yo lo esperé sentada en la sala de estar con una copa de vino a medias y el corazón a la mitad. Después de un rato, llego a la casa con la corbata algo desajustada y el rostro exhausto. Al verme en el sofá comentó.

— Te hacía dormida

— No tengo sueño, quería esperarte. Se me hizo extraño que no me llamaras.

— He estado muy ocupado con uno clientes.

— Todo el día..., ¿Hasta está hora?

— Si Catalaia, ¿Que con eso?

— Nada, olvídalo.

— ¿Cómo está la bebé?

— Eleanor está bien.

— Vale, subiré a darme un baño y luego iré a verla. ¿Seguro que estás bien?

Terminando la copa con sarcasmo contesté

— Pero si ya te duchaste

— ¿De qué hablas?

Enojada y sin poder contener los celos, estallé llena de furia. Lanzando la copa al suelo lo miré con indigno y caminando hacia él respondí.

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